De sobresaliente podríamos calificar la fiesta de la montaña celebrada en Vegacervera el 16 de junio tanto gracias la organización de Uceca como por parte del personal de Guheko. Aunque el listón estaba puesto muy alto por otras fiestas en estos lugares , ahora que ya tenéis página wew podemos recordar juntos las sopas de truchas cocinadas por el compañero Alfredo y cía. el 17 de mayo del 2003 (Revista Uceca nº 15) la comida cocinada por nuestros cazadores en el 2000 (revista nº 6). En la ruta Fontun Valporquero no entramos en la cueva pero "pateamos" los alrededores en otoño con su fascinante colorido (revista nº 19 en el 2004). El 30 de marzo del 2001 coincidiendo con el bautismo de fuego del grupo de senderismo nos estrenamos con el pico Correcillas y el valle del Marques (Revista nº 9) ¿que todavía no las han digitalizado todas?. Pues, aquí va nuestra versión blog.
Ya otras veces ocasiones habíamos tenido ocasión de visitar este bonito pueblo situado a la entrada de las hoces del mismo nombre. Que yo recuerde, cuando fuimos al valle del Marqués por Rodillazo y Tabanedo y también en la fiesta conjunta con nuestro compañeros del grupo de caza.
En esta ocasión se procuró que hubiese toda clase de juegos para entretener desde los más pequeños a los que ya no lo eran tanto. Así que no faltaron desde los castillos infantiles para saltar y desfogarse al circuito de mini kars para que los jóvenes conductores demostraran su pericia al volante, el paseo con piraguas por el río a pesar de las frías aguas del Torio, un rocódromo de 9 m de altura con descenso en tirolina para demostrar nuestras habilidades montañeras, siempre bajo la atenta mirada de los chicos de hueco y para los más aguerridos tiro con arco y pintball de la más pura moda entre los ejecutivos de los EEUU para descargar la adrenalina disparando sobre el jefe, aunque aquí optamos por hacerlo sobre globos y otros artilugios.
Aunque la previsión atmosférica era de lluvias, pudimos por la mañana disfrutar de buen tiempo para hacer unas fotos al puente medieval que nos evoca las controversias de D. Ramiro Pérez de Guzmán y el Abad de San Isidoro, otros prefirieron visitar el vecino pueblo de Coladilla para degustar sus sabrosos helados y yogures o comprar embutidos. Los mas atrevidos comenzamos por nuestra cuenta y riesgo una ruta de senderismo ya que no hubo número suficiente para organizarla con guías.
En teoría debería haber terminado en los Sierros Negros pero mis amigos se perdieron en un magnifico robledal y yo ¿que os voy a contar? acabé mi ruta junto al repetidos de televisión en la parte contraria. Pero a pesar de todo tuvimos ocasión de disfrutar de unos estupendos paisajes.
Durante la comida charlamos y degustamos los productos típicos de la comarca: embutidos de la zona y cecina de chivo servido todo por nuestros polifacéticos anfitriones que cambiaron el casco por un mandil blanco ¡ es que estos chicos son unos fenómenos! (gracias Raúl por la Queimada, ¡estás en todo!).
Aquí es cuando el guión del tiempo nos hace cambiar los planes para que unos nos animemos a visitar las cuevas mientras que otros continúan los juegos dentro del recinto cubierto del polideportivo.
Nos adentramos con el autobús por esa maravilla natural que son las Hoces con sus paredes calizas que parece que van a llegar al cielo. Esta ocasión no lo pudimos admirar en todo su esplendor debido a aquel con la fuerte tormenta y el calor interno del autobús, los cristales estaban completamente empañados.
Si me dio tiempo de echar un ojo al pozo del infierno mientras recordaba sus terroríficas leyendas de tesoros escondidos y bandidos atrapados junto a ellos hasta el fin de los tiempos. En realidad se trata de un aviso para que los espeleólogos inexpertos se aventuren a descender por el mismo ya que todos los años se cobra alguna muerte por asfixia.
Dicen los historiadores que la antigua vía romana transcurría por Getino y atravesando su puente medieval subía por la collada del Moro hasta Valporquero para descolgarse luego a través del monte hasta Vegacervera. Sostiene la tradición que un caballero del pueblo de Felmin que participó con Pizarro en la conquista del Perú, pago de su propio pecunio el ensanche de la carretera por la que transitamos.
Y es en Felmin donde comienza el vertiginoso ascenso hasta el pueblo de Valporquero por una estrecha carretera llena de curvas que a duras penas permite el paso del autobús. En esta ocasión los cristales empañados del mismo nos impedían ver los precipicios.
Desde Valporquero bajamos al valle que con sus aguas dio origen a la cueva. Una vez dentro surgen las estalactitas a las que la imaginación popular ha ido poniendo nombres: la Gran Rotonda y los microlagos con formaciones en el suelo, las Columnas Gemelas, la Virgen y el Niño, las Hadas, la Gran Vía..... Cuando volvimos en el autobús, nuestro cerebro impresionado por la belleza de las imágenes continuaba repasando tantas y tantas maravillas ofrecidas por la naturaleza.
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