¡Qué alegría cuando supimos que Rafa e Inés vendrían a La Mata!
Habíamos estado preparando la casa para que estuviera cómoda. Rafa estaba siendo un manitas, ¡genial!. Primero anduvo arreglando el enchufe del pasillo, compramos el colchón, para una cama matrimonial, luego la nueva lamparita, el espejo, los cabezales de las dos camitas, los sillones plegables, el jamonero...y el jamón. Después llegó el turno a la pintura de la puerta, a la bandera de León, a las cortinas, a la tv, a los altavoces del audio, a aumentar las luces del baño y cocina. Sorprendente ver a Rafa dedicado al bricolage.
¡Sin olvidar sus preparativos gastronómicos! Para cuando llegasen el jueves, ya había Rafa apalabrado que le harían un cochinillo en el Restaurante Plaza, de nuestros amigos Mª Carmen y Manolo. Efectivamente, aquella misma noche lo cenamos, para brindar por sus inauguradas vacaciones.
Al día siguiente, viernes día 7, bien encremados de protección solar, nos fuimos por las dunas del Parque del Molino del Agua y desembocamos en la playa, para un chapuzón rápido, antes de venir a comer a casa la prometida paella, con Peter y Rosemarie.
Por la tarde nos paseamos por el Parque Natural de la Laguna de la Mata. Le fuimos contando a Inés que en el aula de la naturaleza, que estaba ya cerrada, podíamos leer los paneles explicativos de la historia de los salinares, así como la variedad de especies vegetales y de aves, que hay en este parque natural.
A la noche salimos a la heladería Giovana para tomar una tortita, Rafa el añorado Goffre e Inés un granizado de limón. Allí nos vinieron a saludar Vicente, Mar y su hijo, que había aprobado en septiembre y estaban muy contentos. Fue un detalle por su parte, pues acababan de llegar y esa misma noche regresaban a Alicante.
El sábado Rafa nos trajo el desayuno: chocolate con churros. Nos lo tomamos encantados y nos preparamos para la playa.
Hicimos nuestro paseo por Playa Paraíso, que es como nosotros llamamos a la playa que continúa hacia el norte, a continuación del canal, que desde la playa suministra de agua a la Laguna de la Mata y que pertenece ya al ayuntamiento de Guardamar y a sus famosas dunas y pinadas.
Ved nuestras fotos en esta playa con sus windsurfistas.
Es una playa paradisíaca, pues el mar está a un lado y al otro dunas y pinadas, con algunos senderos por los que accede la gente andando desde sus casas. Allí el mar abierto deja vislumbrar los perfiles de la isla de Tabarca y la costa ininterrumpida se extiende desde Cabo Cervera, en Torrevieja, hasta más allá de Guardamar en el cabo de Santa Pola.
Nosotros paseábamos sobre la arena húmeda, firme y extensa, bañándonos los pies con espumas blancas y entrando a chapucearnos cuando queríamos, pues estaba un día genial y el mar fantástico.
Hicimos nuestro paseo por Playa Paraíso, que es como nosotros llamamos a la playa que continúa hacia el norte, a continuación del canal, que desde la playa suministra de agua a la Laguna de la Mata y que pertenece ya al ayuntamiento de Guardamar y a sus famosas dunas y pinadas.
Ved nuestras fotos en esta playa con sus windsurfistas.
Es una playa paradisíaca, pues el mar está a un lado y al otro dunas y pinadas, con algunos senderos por los que accede la gente andando desde sus casas. Allí el mar abierto deja vislumbrar los perfiles de la isla de Tabarca y la costa ininterrumpida se extiende desde Cabo Cervera, en Torrevieja, hasta más allá de Guardamar en el cabo de Santa Pola.
Nosotros paseábamos sobre la arena húmeda, firme y extensa, bañándonos los pies con espumas blancas y entrando a chapucearnos cuando queríamos, pues estaba un día genial y el mar fantástico.
Comimos de nuevo cochinillo, pues la otra mitad del pobre animalito nos estaba aguardando en el restaurante, para una segunda entrega y no queremos echarlo en el olvido.
A la tarde los chicos se fueron a Torrevieja a dar una vuelta por la ciudad y por los puestos del paseo marítimo. Vinieron con unas cosas muy guapas.
Fue entonces cuando Inés me ayudó a preparar la cena: Hizo patatas con brócoli, rehogadas con ajo pochado y con el toque secreto de una pastilla de caldo de carne. Rafa dijo que no estaban tan ricas como cuando las guisa Inés sola y debió de ser porque yo hice la coción a mi manera. Lo que sí preparó solita fueron los boquerones, que tanto le gustan a Rafa-padre y otras delicatesen que trajeron.
Fue entonces cuando Inés me ayudó a preparar la cena: Hizo patatas con brócoli, rehogadas con ajo pochado y con el toque secreto de una pastilla de caldo de carne. Rafa dijo que no estaban tan ricas como cuando las guisa Inés sola y debió de ser porque yo hice la coción a mi manera. Lo que sí preparó solita fueron los boquerones, que tanto le gustan a Rafa-padre y otras delicatesen que trajeron.
El domingo caminamos hasta el Dulce, recorriendo toda la playa de La Mata hacia Cabo Cervera. Padre e hijo se iban bañando a cada rato, mientras que Inés y yo mirábamos los productos que vendían en la playa y conseguimos un vestido playero para Inés, que la quedaba precioso.
Fuimos a comer a Martín, comida imprescindible para recordar los buenos tiempos de la infancia, cuando el restaurante estaba en sus primeros años y hacía comida para llevar, preferentemente pollos, frituras y paellas. Recordamos cuando Rafa y Víctor "invitaban" a comer a los abuelos, en las temporadas que pasaban con ellos en septiembre.
Ya era algo tarde, cuando nos llevó Rafa en el coche, para agilizar, a la Pinada del Albentosa. Teníamos la idea de fotografiar las ardillas y como era domingo, había más gente y ruido, que el día que habíamos ido con Peter y Rosemarie. Pensamos que no íbamos a conseguir fotografiarlas, pero al fin tuvimos nuestra oportunidad.
A la noche fuimos a tomar una copa al Queen Mississipi, la cafetería del Parque del Agua. Nos pareció muy bonito el lugar y recordamos que anteriormente había en las dunas otra terraza de verano, que en la noche tenía música y luces entre las numerosas plantas aromáticas, que creaban un ambiente reservado y muy agradable.
El lunes nos bañamos todos frente a nuestra casa. Al fin había conseguido pinchar las dos sombrillas y posar las silletas y las toallas, al menos para que se supiese cómo me gustaba a mi equiparme en la playa. Estaba el mar en fantástica bandera verde, plano como un lago y con el agua calentita, fue un baño de lujo.
Nos arreglamos y fuimos a comer al Restaurante Japonés, donde nos invitaron los chicos, a un menú para cuatro, que no fuimos capaces de acabar. Era muy completo, llevaba susi, pato pequinés, pincho y muchas otras delicateses.
Recordamos el verano del 2006, cuando estuvimos en el Restaurante Japonés con Juárez y en otras ocasiones, con Celia, con Raquel y Toño. Y cuando el camarero no llegaba a encendernos la barbacoa y decidimos ir comiendo en crudo...
Recordamos el verano del 2006, cuando estuvimos en el Restaurante Japonés con Juárez y en otras ocasiones, con Celia, con Raquel y Toño. Y cuando el camarero no llegaba a encendernos la barbacoa y decidimos ir comiendo en crudo...
Por la tarde padre e hijo fueron a fotografiar el Parque natural de la Salina de la Mata, mientras Inés me daba unas clases de washup en mi teléfono móvil y leíamos a la luz del flexo, en el atardecer, en la terracita.