Por el camino, mientras contemplaba el paisaje, pensaba que con la construcción del pantano de Vegamián, poco tiempo después de pasado Boñar, quedaron hundidos bajo las aguas varios pueblos de la comarca: Quintanilla, Campillo, Utrero, Armada y Vegamián, los cuales emergen fantasmagóricos en la época de sequía.
Ahora, al trasladar la carretera desde el fondo del valle a media ladera, se comunican mejor otros pueblos con sus valles y colladas, que hacen la delicia de todo buen montañero: Solle, Orones, Primajas o el mismo Reyero al que nos dirigimos.
Recordé, cuando las aguas del río brillaban en los remansos del camino, una historia interesante de personajes legendarios “la bella Porma y el bravo Curueño”.... Y es que hace ya algún tiempo, me regalaron una edición facsímil de un libro antiguo, "León de España" fechado en 1586. Sobre este libro leonés, se halla una cita en el Quijote. En el capítulo VII de la 1ª parte del famoso libro de Cervantes, se nos cuenta que, durante la conocida quema de los libros "por acudir a ese ruido y estruendo, no se pasó adelante con el escrutinio de los que quedaban y así se cree que fueron al fuego sin ser vistos “La Carolea” y “el León de España."
Este último libro, que igual que Alfonso Quijano, tengo yo ahora en mi biblioteca, es al que nos referimos y que nuestro inmortal escritor hubiera querido salvar. Escrito por Pedro de Vecilla, nos narra en octavas reales las leyendas que circulaban por la comarca que ahora visitamos. Cuenta en 29 cantos cómo el caudillo celta Curueño rapta a Porma el día que iba a casarse con el romano Canseco. Hoy en día todos los héroes perviven en los topónimos de los lugares por donde transcurrieron sus andanzas.
Pero no sólo nos narra aventuras de la época romana, hay otras que transcurren en la Edad Media:
Arrinconaron a los moros junto al monte Pardomino
porque a la entrada fueron tantos muertos
con la fiereza que sobre ellos vino
que por aquel suceso ensangrentado
la Collada de los Muertos fue llamado
Viéndose el de Nuarca altivo y fiero
quedar señor del campo y la victoria,
dixo por ser ¡Rey ora! ¡Rey ero!
Rey ero dixo en voz alta y notoria,
dando principio al nombre de Reyero
con fama eterna e immortal memoria
como dio a Getino Getacino
y a los Cansecos Canseco digno
Al acercarnos al inundado pueblo de Lodares se desliza en la memoria otra magnífica historia, una sangrienta batalla de tiempos de Reconquista...Sabemos que hubo una gran batalla, llamada de Lutos (lodos), que se desarrolló durante el reinado de Alfonso II el Casto en el 794. Varios historiadores la han localizado en diversos lugares sin ponerse de acuerdo, Sánchez Albornoz la sitúa junto al puerto de la Mesa, pero J. Guisasola y P. Alba la sitúan aquí, junto al pueblecito de Lodares en el Collado de los Muertos, pegando a nuestra ruta de senderismo.
El cronista árabe Aben Athatari citado por Albornoz dice que "los musulmanes fueron engañados por un guía... murieron muchos y se perdió el bagaje y la caballería se perdió en el camino". Seguro que en su precipitada escapada tuvieron que abandonar su tesoros “en un pellejo de toro”. En todos los pueblos de la zona se repite esta leyenda, así que, montañeros sedientos de aventuras ¡abrid bien los ojos!
Al poner pie en tierra, nos apretamos las botas y comenzamos la ruta en Reyero. De haber dispuesto de más tiempo hubiera sido interesante visitar la iglesia fechada en 1772 según reza en la cúpula de la misma. Tiene dos capillas hispano-flamencas del Siglo XVI, pero la pieza clave es una Virgen románica del Siglo XII. Esta Virgen de “Nuanca”, procede de una ermita del mismo nombre ya desaparecida. ¿reconocéis este nombre en la anterior poesía?, es curioso como las leyendas guardan la historia casi olvidada.
Podríamos seguir hablando de los monasterios de Pardomino, que estuvieron pero ya no están, de castillos que fueron y no son, pero que podemos datar documentalmente. Por ejemplo en el acuerdo de Tordehumos de 1194 entre Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla, donde se estipula que sean entregados 5 castillos en León al Temple y en Castilla otros tantos a la orden de Calatrava. Entre los leoneses estaban los de Almanza y Colle a escasos Km de aquí y Peña Ramir, peña del vecino pueblo de Primajas.
La grandeza del paisaje me hizo olvidar cualquier historia o arte. Estaba ante poesía en estado puro y contemplé los picos medio nevados a mi alrededor, observé las humildes briznas cubiertas de carámbanos, convertidas en transparentes cristales con una pulida hierba en su interior. Me fijé en los caminos tersos, por el hielo que cubría todos los charcos, incluso pude observar pisadas antiguas luego congeladas, que representaban distintos niveles de hielo en el sendero. Por todas partes caían pequeños torrentes abriéndose entre las tierras negras que limitaban con la nieve y los trozos de pasto verde.
Y ya estaba instalado el belén en aquella bonita zona que se recortaba en el horizonte. Cantamos villancicos y comimos pastas, mientras que lo rodeábamos y nos hacíamos las fotos de rigor. Luego iniciamos el descenso más descansados, perdiéndonos en mil conversaciones.
Ya pensábamos en la comida que podíamos hacer en Valdehuesa, donde la gira gastronómica es siempre un éxito y también ofrece la posibilidad de visitar el Museo de la Fauna Salvaje, un rápido safari por el planeta, donde las pinturas de las salas se hermanan muy bien con la fauna, creando un conjunto muy realista de su habitat. Ya hablábamos de la selecta cocina de casa Chon en Pallide, con el añadido de contemplar las magníficas obras del taller de artesanía de Ángel, los cuales siempre acogen con cariñosa hospitalidad. En Puebla de Lillo, que está a tiro de piedra, varios restaurantes nos hacen guiños con sus especialidades y claro, el encanto del pueblo y de sus gentes....
Todo lo cual nos permitirá repetir recorridos por estos hermosos lugares. ¿verdad amigos?
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