Dice el refrán popular que "a quien madruga Dios le ayuda" y la verdad es que así fue, pues, tras una semana lloviendo ininterrumpidamente y con la misma previsión para la siguiente, decidimos madrugar y seguir adelante con la excursión a la Senda del Arcediano, en los Picos de Europa. Tuvimos un hermoso día el sábado, pernoctando los más valientes, en Soto de Sajambre.
Nos cuenta Marta Prieto en su libro "La senda del Arcediano" que estrictamente hablando, el valle de Sajambre no pertenece a los Picos de Europa, sino que está situado al oeste de los mismos, en el macizo Occidental y tiene características propias y muy bellas.
Después de una parada "técnica" en Riaño, donde tuvimos ocasión de saludar a los integrantes de otras excursiones a la zona, seguimos hasta el Puerto de Pontón de 1293 metros, según reza un cartel junto a la carretera. Es en Pontón donde nace el río Sella, que, según nuestro paisano, el historiador y jesuita Eutimio Martínez, es el que da nombre al valle. Dice él, que Sella proviene de Salía, palabra prerromana que significa "corriente de agua". Ya en una donación del Siglo X al poderoso monasterio benedictino de Sahagún, se cita "la Vía Saliaminica" para definir a nuestra senda.
Cree D. Eutimio que la calzada ya existía en tiempos de los romanos para comunicar León con Asturias, aunque en aquella época no continuaba de Sajambre a Pontón sino a Panderrueda por el camino viejo de Valdeón
En el S. XVIII se la llamó Camino del Almagre, pues por él se trasladaba el mineral procedente de una almagrera, mina de oxido de hierro, que pertenecía al monasterio de San Pedro de Villanueva, hoy reconvertido en Parador de Turismo de Cangas de Onís. Según Guillermo Maraña Vázquez en su libro "Por la senda del Arcediano" este mineral se llevaba a vender a Segovia.
Sin embargo, su nombre más conocido se debe a Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa que el 16.02.1655 otorga testamento y manda arreglar a su costa el antiguo camino. De nuevo Eutimio Martino en su libro "Hombres de Sajambre (Leyenda de los dos hermanos)" nos dará unas breves pinceladas de la vida de D. Pedro. La leyenda no os la cuento porque es un poco triste, pero en cuanto a su vida, sabemos que nació hacia 1583 en Oseja y que su padre, Pedro, era escribano. Su madre cuando enviudó envió a su hijo a trabajar como fámulo del canónigo Pizarro, estudiando después en el Seminario. En 1604 se halla en la nunciatura de Madrid y en 1609, ya subdiácono de la Diócesis de León. En 1612 ya es presbítero. Sostiene un pleito por la parroquia de Oseja, pero lo pierde. En 1620 se encuentra en Roma coincidiendo con la muerte del Arcediano de Villaviciosa, solicita la plaza y le es concedida por Gregorio XV con 150 parroquias bajo su jurisdicción.
En su testamento, entre otras cosas, ordenó la fundación de una escuela y la construcción de una alhóndiga para depositar el grano, una dote para cinco muchachas, limosnas para cuatro pobres y la compra de 50 bueyes para prestar a los vecinos. También dispone "destinar anualmente y para siempre xamás la cantidad de 20 ducados para aderezar los caminos que van desde...."
Yo creo que algún día se acabaron los ducados, porque el camino, aunque hermoso, está en la actualidad lleno de barro, lo cual no es obstáculo para hacer las delicias de los montañeros. Transcurre entre tilos, nogales, castaños, avellanos, fresnos, hayedos, robledales, todo ello rodeado por magníficas praderías donde pastan tranquilamente vacas, ovejas y caballos. También pudimos contemplar muchas clases de setas y repostar agua en la fuente Jonsella. En fin, naturaleza en estado puro.
Atravesamos por medio de peñas, como la de la foto, literalmente cortadas por un procedimiento similar al empleado por Aníbal en los Alpes: Se quema leña sobre la piedra y posteriormente se desgaja echando vinagre o agua.
Al llegar a Oseja creímos que nos recibían con cohetes, pero no, tantos honores no eran para nosotros, aguerridos montañeros, sino por la celebración de una boda. Después de muchos años sin un nuevo matrimonio en el pueblo, era motivo de regocijo para los sajambriegos.
Mientras caminaba por sus calles, recordé que fueron también naturales de Oseja, Juan Díaz Caneja , Diputado por León en las Cortes de Cádiz y ministro de Gracia y Justicia y su hermano D. Ignacio, cura de Villabalter y después obispo de Oviedo.
No sé si os fijasteis, cuando salíamos del pueblo en dirección a Soto, en una fuente con un sillar de piedra en el que se leía, que fue mandada construir por D. Juan Díaz Caneja, cura de Castilfalé y que no hay que confundir con el otro del mismo nombre. Este era su tío.
Aunque el autobús estaba aquí aparcado, acompañamos un trecho a los compañeros que pernoctaban en Soto y al salir del pueblo nos encontramos con un estupendo mirador frente a la ermita de San Roque, del Siglo XVI que fue construida en agradecimiento al santo, porque la terrible peste que asoló la comarca, perdonó a este pueblo.
Hicimos las últimas fotos del valle desde el collado de la Corona y dejamos instalados en Soto a los compañeros que continuarán el domingo hasta el final de la senda en Asturias. Nosotros, algunos que habíamos hecho esta ruta en otras ocasiones, regresamos a los lugares de origen pensando en lo paisajes que verían al día siguiente y recordando por su proximidad Vegabaño, el roblón y otros lugares difíciles de olvidar una vez que se han visitado.
¡Suerte con el clima, amigos, que pronto nos encontraremos de nuevo por aquí!
Nos cuenta Marta Prieto en su libro "La senda del Arcediano" que estrictamente hablando, el valle de Sajambre no pertenece a los Picos de Europa, sino que está situado al oeste de los mismos, en el macizo Occidental y tiene características propias y muy bellas.
Después de una parada "técnica" en Riaño, donde tuvimos ocasión de saludar a los integrantes de otras excursiones a la zona, seguimos hasta el Puerto de Pontón de 1293 metros, según reza un cartel junto a la carretera. Es en Pontón donde nace el río Sella, que, según nuestro paisano, el historiador y jesuita Eutimio Martínez, es el que da nombre al valle. Dice él, que Sella proviene de Salía, palabra prerromana que significa "corriente de agua". Ya en una donación del Siglo X al poderoso monasterio benedictino de Sahagún, se cita "la Vía Saliaminica" para definir a nuestra senda.
Cree D. Eutimio que la calzada ya existía en tiempos de los romanos para comunicar León con Asturias, aunque en aquella época no continuaba de Sajambre a Pontón sino a Panderrueda por el camino viejo de Valdeón
En el S. XVIII se la llamó Camino del Almagre, pues por él se trasladaba el mineral procedente de una almagrera, mina de oxido de hierro, que pertenecía al monasterio de San Pedro de Villanueva, hoy reconvertido en Parador de Turismo de Cangas de Onís. Según Guillermo Maraña Vázquez en su libro "Por la senda del Arcediano" este mineral se llevaba a vender a Segovia.
Sin embargo, su nombre más conocido se debe a Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa que el 16.02.1655 otorga testamento y manda arreglar a su costa el antiguo camino. De nuevo Eutimio Martino en su libro "Hombres de Sajambre (Leyenda de los dos hermanos)" nos dará unas breves pinceladas de la vida de D. Pedro. La leyenda no os la cuento porque es un poco triste, pero en cuanto a su vida, sabemos que nació hacia 1583 en Oseja y que su padre, Pedro, era escribano. Su madre cuando enviudó envió a su hijo a trabajar como fámulo del canónigo Pizarro, estudiando después en el Seminario. En 1604 se halla en la nunciatura de Madrid y en 1609, ya subdiácono de la Diócesis de León. En 1612 ya es presbítero. Sostiene un pleito por la parroquia de Oseja, pero lo pierde. En 1620 se encuentra en Roma coincidiendo con la muerte del Arcediano de Villaviciosa, solicita la plaza y le es concedida por Gregorio XV con 150 parroquias bajo su jurisdicción.
En su testamento, entre otras cosas, ordenó la fundación de una escuela y la construcción de una alhóndiga para depositar el grano, una dote para cinco muchachas, limosnas para cuatro pobres y la compra de 50 bueyes para prestar a los vecinos. También dispone "destinar anualmente y para siempre xamás la cantidad de 20 ducados para aderezar los caminos que van desde...."
Yo creo que algún día se acabaron los ducados, porque el camino, aunque hermoso, está en la actualidad lleno de barro, lo cual no es obstáculo para hacer las delicias de los montañeros. Transcurre entre tilos, nogales, castaños, avellanos, fresnos, hayedos, robledales, todo ello rodeado por magníficas praderías donde pastan tranquilamente vacas, ovejas y caballos. También pudimos contemplar muchas clases de setas y repostar agua en la fuente Jonsella. En fin, naturaleza en estado puro.
Atravesamos por medio de peñas, como la de la foto, literalmente cortadas por un procedimiento similar al empleado por Aníbal en los Alpes: Se quema leña sobre la piedra y posteriormente se desgaja echando vinagre o agua.
Al llegar a Oseja creímos que nos recibían con cohetes, pero no, tantos honores no eran para nosotros, aguerridos montañeros, sino por la celebración de una boda. Después de muchos años sin un nuevo matrimonio en el pueblo, era motivo de regocijo para los sajambriegos.
Mientras caminaba por sus calles, recordé que fueron también naturales de Oseja, Juan Díaz Caneja , Diputado por León en las Cortes de Cádiz y ministro de Gracia y Justicia y su hermano D. Ignacio, cura de Villabalter y después obispo de Oviedo.
No sé si os fijasteis, cuando salíamos del pueblo en dirección a Soto, en una fuente con un sillar de piedra en el que se leía, que fue mandada construir por D. Juan Díaz Caneja, cura de Castilfalé y que no hay que confundir con el otro del mismo nombre. Este era su tío.
Aunque el autobús estaba aquí aparcado, acompañamos un trecho a los compañeros que pernoctaban en Soto y al salir del pueblo nos encontramos con un estupendo mirador frente a la ermita de San Roque, del Siglo XVI que fue construida en agradecimiento al santo, porque la terrible peste que asoló la comarca, perdonó a este pueblo.
Hicimos las últimas fotos del valle desde el collado de la Corona y dejamos instalados en Soto a los compañeros que continuarán el domingo hasta el final de la senda en Asturias. Nosotros, algunos que habíamos hecho esta ruta en otras ocasiones, regresamos a los lugares de origen pensando en lo paisajes que verían al día siguiente y recordando por su proximidad Vegabaño, el roblón y otros lugares difíciles de olvidar una vez que se han visitado.
¡Suerte con el clima, amigos, que pronto nos encontraremos de nuevo por aquí!
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