Magosto.
No arredró a los andariegos “ucequeros” el pronóstico meteorológico, pues aunque impensable, disfrutamos de un día de sol en el Bierzo en la fiesta del Magosto.
La campa de Vilela, bien pertrechada de condumios sació nuestras primeras ansias con el queso y el porrón, el bollo preñado y las castañas.
Ya satisfechos nos fuimos al Palacio de Canedo, donde el mismo Prada nos hizo la recepción. Megáfono en mano, agradeció a la Entidad financiera de León la ayuda recibida en sus comienzos de empresario que permitió la posibilidad de que hoy, todos pudiéramos vernos en este lugar y en estas circunstancias.
En primicia, Prada que posó conmigo para la foto, nos ofreció el vino del año, que regaba castañas y mazapán. Entramos en la moderna bodega y paseamos por los alrededores, entre madroños floridos y con frutos de sus tres colores. Luego, fuimos invitados al Palacio. La recuperación del edificio, mobiliario y enseres llamaba nuestra atención.
Desde la balconada del piso superior la vista era soberbia. Desde los pies del edificio se extendían los viñedos en suave inclinación hasta los bordes de la colina, hacia las casas del pueblo de Arganza. Más allá, los montes Aquilanos lucían al sol con las nieves recientes y los diferentes cordeles marcaban varios horizontes.
De regreso, multitud de gente estaba preparando queimada en Vilela: tuvimos pulpo, empanada, café y la famosa queimada.
Estábamos impacientes por probarla. ¡Hay que ver qué buena estaba! Pero la probábamos una y otra vez por si aún podía mejorar.
Entre cosa y cosa, bailamos y jugamos, compramos alimentos típicos del bierzo y charlamos. Y yo aprendí unos refranes algo chistosos, que no me atrevo a escribir aquí.
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