26ª: Historias y Leyendas El Viejo Camino de Santiago en la provincia de León.
Rosa Fadón y Rafael Cid
Caminando por Quintana que guarda historia romana
Paseando por Quintana todo es una evocación de su antiguo esplendor. Según manifestó acertadamente nuestro amigo e improvisado guía Ovidio Molinero es un museo al aire libre formado por piedras reutilizadas aquí y allá. Nos detuvimos ante la fuente de la plaza, coronada por la cabeza de un ídolo, cabeza y fuente han sido trasladadas desde el abandonado monasterio de Santa Leocadia.
Casi desfigurado por el tiempo, desde la pared de una casa nos observa la efigie de otro ídolo, que logró salvarse de la capa de cemento que le iba a recubrir ¿para no asustar a los visitantes?
Llegamos ante otro ídolo que a mi se me antojó diabólico con sus largos cuernos. Nuestro amigo nos pidió que lo miráramos con respeto, pues era un dios local de la guerra, portando una corona de encina.
Dejamos para otra ocasión ver pequeños objetos procedente de los castros, un aro de bronce, varias pesas de barro o pondus, moldes para hacer anillos o un crisol de piedra para verter líquido fundido.
La rudeza de estos dioses y su simplicidad denotan una civilización a su medida, que retratan a los antiguos pobladores, los Paemeiobrigenses de raza susarra (cuando lo pronunciéis varias veces, será tan fácil decirlo como “supercalifragilistico...”)
Paemeiobriga es el centro del valle, lugar de reunión o Concejo de los representantes de las Cinco Torcas, castros o fortificaciones que lo rodean.
Ya explotaban minerales, en las montañas que ahora se ofrecen ante nuestros ojos, cuando fueron vencidos en La Batalla del Era, por los Gigurros galaicos, venidos de Rubiá y Montefurado espoleados por los romanos.
En la Peña del Era, junto al río que allí nace, está el “Teso de los griegos” (ya conocéis su significado, de obra de ingeniería hidráulica) que indica la causa de la contienda: la avidez romana por el preciado metal.
El imperio romano ofreció ganancias a los Gigurros y las tierras de los Paemeiobrigenses, hasta que el divino Augusto en el Edicto de Narbona Martio del año 15 antes de Cristo les permitió compartir de nuevo sus tierras con los vencedores, por su probada lealtad.
El texto de este documento grabado en una placa de cobre fue descubierto por los niños del famoso programa de TVE “Mision rescate” ayudados por sus maestros. Lo recuperaron para la historia y puede contemplarse en el museo de León: “Conocí que los castreños paemeiobrigenses del pueblo susarro...permanecían en el cumplimiento de las ordenanzas, por todo ello concedo protección para siempre”
Casi desfigurado por el tiempo, desde la pared de una casa nos observa la efigie de otro ídolo, que logró salvarse de la capa de cemento que le iba a recubrir ¿para no asustar a los visitantes?
Llegamos ante otro ídolo que a mi se me antojó diabólico con sus largos cuernos. Nuestro amigo nos pidió que lo miráramos con respeto, pues era un dios local de la guerra, portando una corona de encina.
Dejamos para otra ocasión ver pequeños objetos procedente de los castros, un aro de bronce, varias pesas de barro o pondus, moldes para hacer anillos o un crisol de piedra para verter líquido fundido.
La rudeza de estos dioses y su simplicidad denotan una civilización a su medida, que retratan a los antiguos pobladores, los Paemeiobrigenses de raza susarra (cuando lo pronunciéis varias veces, será tan fácil decirlo como “supercalifragilistico...”)
Paemeiobriga es el centro del valle, lugar de reunión o Concejo de los representantes de las Cinco Torcas, castros o fortificaciones que lo rodean.
Ya explotaban minerales, en las montañas que ahora se ofrecen ante nuestros ojos, cuando fueron vencidos en La Batalla del Era, por los Gigurros galaicos, venidos de Rubiá y Montefurado espoleados por los romanos.
En la Peña del Era, junto al río que allí nace, está el “Teso de los griegos” (ya conocéis su significado, de obra de ingeniería hidráulica) que indica la causa de la contienda: la avidez romana por el preciado metal.
El imperio romano ofreció ganancias a los Gigurros y las tierras de los Paemeiobrigenses, hasta que el divino Augusto en el Edicto de Narbona Martio del año 15 antes de Cristo les permitió compartir de nuevo sus tierras con los vencedores, por su probada lealtad.
El texto de este documento grabado en una placa de cobre fue descubierto por los niños del famoso programa de TVE “Mision rescate” ayudados por sus maestros. Lo recuperaron para la historia y puede contemplarse en el museo de León: “Conocí que los castreños paemeiobrigenses del pueblo susarro...permanecían en el cumplimiento de las ordenanzas, por todo ello concedo protección para siempre”
Un carro de oro macizo tirado por caballos con aparejos también de oro, recorría el valle a diario, recogiendo el preciado metal.
Nacería entonces otra leyenda, la de un carro todo él de oro macizo, tirado por caballos con aparejos también de oro, las armaduras de los soldados romanos que lo custodian son también de oro, así como sus armas. Recorrían el valle a diario recogiendo el preciado metal para finalmente custodiarlo en el Castro de la Mata Torre, en una fortificación cuyas puertas eran también ¡de Oro macizo!
Efectivamente en este castro se custodiaba el oro para ser enviado posteriormente a Roma. Para bien o para mal, en este lugar y en otros muchos del Bierzo y en todo el noroeste de Hispania se encontró oro en abundancia. Así que para su correcta administración se estableció la I Cohorte de la Legión V Alaude (alondra) en la llanura de Toral, que llanura quiere decir precisamente su nombre latino (toral aris).
A la caída del Imperio fue destruida por Teodorico II rey de los godos en el 497, después de vencer a los suevos en la batalla de Urbico.
Sobre sus ruinas se alzó la villa de Taurón o Toral, con un castillo que mandó levantar Alfonso III para ubicar la Primera Tenencia del Bierzo, encargada de la repoblación y la defensa del territorio. En el 997 la arrasó Almanzor para ser de nuevo reconstruida por los Templarios.
Pero por orden del rey Fernando II se trasladaron a Ponferrada pues por allí pasaba el Nuevo Camino de Santiago, potenciado por los obispos astorganos y los monjes franceses, en detrimento
del Viejo Camino de Santiago, que hasta entonces había estado pertrechado por venerables monasterios: El de San Martino junto a la cruz alta, Santa Leocadia en Quintana, San Fructuoso en Labaniego-Arlanza, San Pedro y San Pablo en Losada, San Benito en Rodanillo, con un hospital entre este pueblo y Cobrana, el de Virgen de la Peña en Congosto y sumergidos bajo el embalse de Barcena el de San Salvador y San Julián.
Efectivamente en este castro se custodiaba el oro para ser enviado posteriormente a Roma. Para bien o para mal, en este lugar y en otros muchos del Bierzo y en todo el noroeste de Hispania se encontró oro en abundancia. Así que para su correcta administración se estableció la I Cohorte de la Legión V Alaude (alondra) en la llanura de Toral, que llanura quiere decir precisamente su nombre latino (toral aris).
A la caída del Imperio fue destruida por Teodorico II rey de los godos en el 497, después de vencer a los suevos en la batalla de Urbico.
Sobre sus ruinas se alzó la villa de Taurón o Toral, con un castillo que mandó levantar Alfonso III para ubicar la Primera Tenencia del Bierzo, encargada de la repoblación y la defensa del territorio. En el 997 la arrasó Almanzor para ser de nuevo reconstruida por los Templarios.
Pero por orden del rey Fernando II se trasladaron a Ponferrada pues por allí pasaba el Nuevo Camino de Santiago, potenciado por los obispos astorganos y los monjes franceses, en detrimento
del Viejo Camino de Santiago, que hasta entonces había estado pertrechado por venerables monasterios: El de San Martino junto a la cruz alta, Santa Leocadia en Quintana, San Fructuoso en Labaniego-Arlanza, San Pedro y San Pablo en Losada, San Benito en Rodanillo, con un hospital entre este pueblo y Cobrana, el de Virgen de la Peña en Congosto y sumergidos bajo el embalse de Barcena el de San Salvador y San Julián.
Durante los Siglos XIV al XVIII florecieron junto a Quintana nuevas explotaciones mineras, las Ferrerías de Marciel, promocionadas por los Condes de Benavente que poseían un Coto Industrial con dos factorías de transformación del hierro, su explotación y transporte.
Ya hemos hablado del desvío de la ruta tradicional de la vía militar romana, Via Nova, Carretera de Castilla, cambiado su trazado por Lemoure y de la importancia que esto tuvo para el desarrollo de los pueblos.
Por eso nosotros queremos poner nuestro granito de arena con la divulgación de este Viejo Camino de peregrinos, que puede mejorar la vida de los pueblos por donde pasa.
Ya hemos hablado del desvío de la ruta tradicional de la vía militar romana, Via Nova, Carretera de Castilla, cambiado su trazado por Lemoure y de la importancia que esto tuvo para el desarrollo de los pueblos.
Por eso nosotros queremos poner nuestro granito de arena con la divulgación de este Viejo Camino de peregrinos, que puede mejorar la vida de los pueblos por donde pasa.
A propósito de los Templarios hay otra leyenda local relativa a Santo Toribio. Fue ese obispo como Indiana Jones, buscando reliquias en los Santos Lugares. Trajo tres vírgenes de Tierra Santa, se dice que talladas por el mismísimo San Lucas, llamadas “de la Encina” y no solamente una, la descubierta después en una encina. Los templarios al marchar a Ponferrada se la llevaron consigo, la segunda depositada en Boeza, se la cambiaron a los de Quintana por otro santo y la tercera se la llevaron a Rozuelo, pero estaba coja y “se marchó”, quizá fue vendida o se rompió. También otras imágenes “se marcharon” pues la que vemos actualmente en Ponferrada no es anterior al siglo XVII, pero ¿A que tiene un cierto parecido con la de Quintana?
La repoblación del Bierzo tuvo dos figuras muy queridas, el Conde Gatón y San Genadio.
Caminando por el pueblo ya habíamos llegado a la casa señorial donde debió residir el Conde Gatón, luego su hijo Genadio, después los abades del monasterio. Esta mansión tenía caballerizas, oratorio privado y los signos de la Cruz inscritos en los sillares que forman las jambas del dintel de la puerta, que aún pueden verse.
En la iglesia del pueblo contemplamos la imagen de San Genadio con báculo episcopal, semejante al que usan los obispos astorganos. Recordamos la vida del popular santo berciano.
“Tengo de pasar la Guiana
Tengo de pisar la nieve que san Genadio pisaba”Recibió educación religiosa en el monasterio de Ageo en Ayoo de Vidriales, provincia de Zamora. Gran repoblador se encargó de restaurar monasterios, entre ellos el de San Pedro de Montes, del que fue nombrado abad en el 908, año en el que también se le nombró obispo de Astorga. Su vida es conocida por sus fundaciones y generosidad para con sus feligreses hasta su fallecimiento en el 936. Fue sepultado en Santiago de Peñalva, pero lo que es menos conocido, es que sus restos junto con los de San Urbano y San Fortis fueron exhumados por orden de Dª María de Toledo, Duquesa de Alba, para fundar el convento de benedictinas de Villafranca. Cuando las religiosas se trasladaron a Valladolid, se llevaron con ellas las sagradas reliquias.
De ladrones de tumbas y decapitaciones de santos bercianos por personas de alcurnia
Hay quien no logra comprender por qué en ocasiones se disgregan las reliquias, sin aplicarse la figura jurídica del delito de profanación de cadáveres. Para los creyentes, la beatitud de los santos va desgranando favores a través de sus restos, las telas de sus ropajes, sus pertenencias. Esta facultad se basa en “la Comunión de los Santos” ya que se “comunican” desde su vida ultraterrena con los que en ellos creen. En nuestra historia después de un duro pleito se consiguió que la cabeza del santo fuera trasladada a la catedral de Astorga.
Como aún nos quedaba mucha conversación, decidimos quedarnos a comer en compañía de nuestro compañero, el señor Molinero, que todavía nos reservaba otra sorpresa. En el transcurso del ágape sorteó un hábito de peregrino con su cinturón de cuerda, vieira y bordón entre los peregrinos, para que hagamos el Camino luciendo como Dios y el Señor Santiago mandan.
Blog de Excursiones de Rafa y Rosi
Blog de Asociación Camino Santiago de León“Pulchra Leonina”
Blog de fuseros.org
Foto 1: Rafael Cid: Ídolo de la fuente en Quintana.
Foto 2 : Rafael Cid: Montaña al fondo de Quintana.
Foto 3: Rafael Cid: San Genadio en la iglesia.
Foto 4: Rafael Cid: Portón del antiguo monasterio.
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