Este sábado estuvimos caminando por la provincia y visitando a los amigos. Fuimos a Valporquero de Rueda, que es el pueblo de nuestra amigaTinina. Nos invitó a comer un cocido casero hecho al amor de la lumbre, en su cocina económica, ¡de las de antes! Estaba riquísimo y hasta tenía relleno.
¡Qué a gusto comimos sentados en el escaño y con el calorín que proporcionan estas cocinas de dos hornillos en los que caben los leños del bosque!
Luego salimos al corral donde nos presentaron a los pequeños de la casa: el perro de careo, el gato y las gallinas...
y luego iríamos a ver a las ovejas, que a todos estos animalitos atienden cariñosamente.
Curioseamos todos los detalles que adornaban las paredes y las distintas dependencias que salían del corral. Se ve que aún le queda tiempo a Tinina para confeccionar adornos, para poner por las paredes del patio, como esta simpática sartén con su huevo frito y todo.
Después paseamos por su pueblo, por sus dos calles principales a las que salen plazas para dar servicio a los edificios, que crean un aspecto amplio y despejado. Pasamos junto a la iglesia, que tiene una sólida torre de herencia romana y grandes dimensiones, con atrio cubierto donde se conservan las andas fúnebres de antaño.
Cerca está la fuente de dos caños, pero no es la más apreciada, las preferencias se inclinan por la que está cerca de las eras, con el lavadero anexo.
Fuimos hasta las eras, convertidas hoy en campo de fútbol y desde allí contemplamos la ermita del pueblo, que a duras penas se conserva en la soledad y la lejanía...
Tuvimos ocasión de contemplar varios edificios típicos de arquitectura rural, con paredes de adobes o tapial, que grandes y orgullosos se mantenían en pie, a pesar del abandono al que les ha obligado la despoblación. Buenos materiales y buena madera, resistente y adornada con rústicas tallas.
Nos acercamos a la que, en su tiempo fue fragua del pueblo, que está muy restaurada y tiene el pozo sellado. Aún conserva un potro para errar al ganado y un amplio espacio de huerta...
Nos despedimos de su familia y Tinina nos acompañó, pues queríamos visitar antes de que oscureciera la vecina localidad, de la que teníamos referencias por el libro de evocador título: “San Bartólome de Rueda, el silencio de los carros” de Jesús Ferreras, pero esa historia os la contaremos en otro hilo de este blog...
Ved nuestro reportaje fotográfico.
Texto y fotos de Rosa Fadón y Rafael Cid
2 comentarios:
Qué bonito !! Irene Sotos sanire53@yahoo.com.ar
Gracias Irene por el comentario. El pueblo es muy bonito y tiene aires puros y agua saludable. Es magnífico disfrutar de su paisaje y de la hospitalidad de sus gentes.
Publicar un comentario