En el viaje que hicimos a Covarrubias convivimos unos momentos con personajes de nuestra historia, cuyas huellas, amores y desamores, laten en la villa Rochela.
El primer latido nos llegó en el Ayuntamiento de Covarrubias, que está alojado en lo que fue el Palacio de la casa de Lara, a la que perteneció Fernán González.
En el año 929, Fernán González aparece en documentos con el título de conde al frente del alfoz de Lara, dentro de la organización administrativa de la marca oriental del reino de León. En el 931, Fernán González logró reunir el gobierno de los condados de Burgos, Lara, Lantarón, Cerezo y Álava y es mencionado como conde de Castilla por primera vez en un documento del año 932.
En el 932, Ramiro II rey de León organizó una expedición contra la fortaleza de Magerit a la que posiblemente acudió su conde Fernán González. La ciudad fue tomada, así como su castillo, obteniendo un gran botín, sin embargo Magerit fue retomada por los musulmanes tras ser abandonada por el monarca leonés.
Un año más tarde Abderramán III contraatacó, cercando Osma y San Esteban de Gormaz.
Ramiro II acudió en ayuda de Fernán González, logrando levantar el cerco de San Esteban de Gormaz y venciendo a las huestes califales cerca de Osma.
En 934 Abderramán III avanzó nuevemente con su ejército por territorio castellano, sin encontrar ninguna oposición. Asoló Álava, destruyó Burgos, y perpetró la matanza de 200 monjes en Cardeña. En el viaje de retorno se encontró una sorpresa. Ramiro II había tomado Osma, y estaba allí esperándolo junto con Fernán González. Los leoneses derrotaron entonces a los musulmanes, "matando a muchos millares de ellos", según los Anales Castellanos Primeros.
Fernán González se sintió enormemente agraviado cuando el Rey, nombró a Ansur Fernández como conde de Monzón, condado que bloqueaba su expansión hacia los territorios comprendidos entre el río Cea y el río Pisuerga (excluyendo el Condado de Saldaña en el oeste).
Según Sampiro, en 944 "Fernán González y Diego Muñoz ejercieron tiranía contra el rey Ramiro, y aun prepararon la guerra. Mas el rey, como era fuerte y previsor, cogiólos, y uno en León y otro en Gordón, presos con hierros, los echó en la cárcel."
Ramiro entregó el gobierno de Castilla al infante Sancho y al conde Ansur Fernández, que sería su ayo y protector.
Después de permanecer alrededor de un año en prisión, Ramiro II liberó al traidor, no sin antes hacerle jurar fidelidad. Para dar solemnidad a lo pactado, poco después se produjo la boda entre la hija del conde, Urraca Fernández y su propio hijo y heredero, Ordoño.
Sería repudiada por Ordoño III, por culpa del apoyo que prestó Fernán González a su oponente en el trono, Sancho el Craso.
Después de la muerte de Ordoño III, casó a su hija Urraca con Ordoño IV, que por entonces era aliado de Fernán González, y tras su muerte casó con Sancho Garcés II de Navarra.
En el Torreón de Fernán González, una torre defensiva cuyo origen se fija en el s.X, rodeada por los restos que quedan de lo que fue una muralla, se supone que Doña Urraca fue encerrada por su padre, Fernán González.
La Colegiata de San Cosme y San Damián, del siglo XV y estilo gótico es un edificio que en algunas publicaciones tratan como de “pseudocatedral”.
En la Colegiata se encuentran más de 30 sepulcros, pues sirvió de enterramiento a sus benefactores. Los más simbólicos son los de Fernán González y su esposa Sancha, traídos de su enterramiento primitivo en el monasterio de S. Pedro de Arlanza, en los años de la Desamortización de Mendizábal.
Aquí, junto al altar, la tumba de la esposa de Fernán González, Sancha Sánchez de Pamplona, hija del rey de Navarra Sancho Garcés I y Toda Aznar, que falleció en el 959, parece trasmitirnos su historia de amores.
Contrajo matrimonio en tres ocasiones:
Con Ordoño II, enlace que supuso la máxima expresión de la alianza entre reyes cristianos y contribuyó a la derrota definitiva de los Banu Qasi.
En su segundo matrimonio tomó por esposo al conde alavés Álvaro Herrameliz, que falleció en el 931.
Al año siguiente se casó por última vez, con el primer Conde de Castilla, Fernán González.
Hoy en día la colegiata palpita con tristes, pero dulces amores, desde el enterramiento de una princesa noruega.
Una enorme nave vikinga se hizo a la mar en el otoño de 1257, desde el puerto noruego de Bergen, con el obispo Pedro de Hamar y la princesa Cristina, hija del rey Haakon Haakonson el Viejo. No se sabe con seguridad si venía para casarse con el rey de Castilla, Alfonso X, que estaba deseando hacerse con el Imperio Alemán, al que aspiraba por parte de su madre. Para encontrar aliados europeos la diplomacia consiguió este enlace, con el deseo de que el rey repudiase a su esposa, que no había conseguido darle un varón. Pero antes de que llegara la aspirante, nació el esperado vástago real. La princesa Cristina se casaría con D. Fernando, hermano del rey.
Cristina, tenía 24 años, era una rubia alta, de largas trenzas y ojos azules. A los cuatro años, murió en Sevilla, sin dejar descendencia.
Estos ecos del tiempo se instalaron en nuestros corazones y nos los llevamos con nosotros, esperando recordarlos la próxima vez.
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