El viaje fue en sí una gozada, por la oportunidad que nos brindó de ver preciosos paisajes, el altiplano granadino, la variedad de montañas y amplios valles. Paramos en las cercanías de Cúllar, en la comarca de Baza . De la que habíamos leído cosas curiosas. Comimos en la gasolinera, había un par de coches Tesla, aprovechando los puntos de carga que tenían allí.
El paisaje era impresionante, habíamos cresteado montañas y ahora unas densas nubes cubrían lo alto de la montaña y al poco empezaron a jarrear sobre la carretera hasta la entrada en la provincia de Málaga.
Habíamos pasado por Murcia, Granada...y entramos en la provincia de Málaga por la A 92 hasta Antequera. Allí cogimos la carretera dirección a Campillos, que dejamos por la 357 para llegar a Ronda.
Ronda, Ciudad antigua, capital de la Serranía de Ronda, la tercera más visitada de Andalucía, después de Granada y Sevilla es importante por su historia y su belleza. El impresionante Tajo de 200m, horadado por el río Guadalevín y el imponente puente de piedra que une sus extremos es símbolo de la ciudad.
Llegamos al hotel Maestranza, cuyo nombre hace mención a la plaza de toros, que está justo enfrente. Está en la calle Virgen de la Paz, que es la arteria principal de la parte nueva de Ronda, llamada "El Mercadillo" tras la primera expansión de la zona medieval y va desde la plaza de la Merced, al norte, hasta la plaza de España, al pie del famoso Puente Nuevo.
Nos instalaron en una habitación lujosa, con una cama cuadrada de 2 metros de ancho, balcón a la calle principal, frente a la plaza de toros. Tuvimos la suerte de que el recepcionista condujo nuestro coche hasta la plaza del garaje y casualmente también nos lo sacó el día de nuestra marcha. ¡Qué amable! Tenemos que decir que toda la gente con la que tratamos resultó especialmente amable.
La plaza se llama La Maestranza porque pertenece a La Real Maestranza de Caballería de Ronda, que nace a raíz de la Real Cédula del rey Felipe II en 1572. Esta Institución nace para adiestrar a jinetes, que estén preparados para el ejército real. Prestaban obediencia a las órdenes de S.M. el Rey, recta moral, destreza en el manejo de las armas, ejercicio de la equitación, y observancia de las Ordenanzas y obediencia a los acuerdos tomados por su Junta General. La celebración de ejercicios ecuestres se encuentra entre uno de sus fines y los caballeros maestrantes estaban obligados a la posesión de dos caballos con su respectivas guarniciones. La Maestranza fue propietaria de una yeguada, contribuyendo al fomento de la cría caballar.
En la actualidad mantiene una prestigiosa Escuela de Equitación de doma clásica, que está ubicada en la Plaza de Toros. Es propietaria de la plaza de toros de Ronda desde su construcción en 1785.
La Plaza de Toros se puede visitar, porque bajo los tendidos se encuentran las salas de historia de la Real Maestranza, el Museo de la Tauromaquia y la Real Guarnicionería de la Casa de Orleans.
También es famosa por sus toreros, la dinastía de los Romero y los Ordoñez, así como por las corridas de Goyescas. En la actualidad, la Corrida Goyesca es el principal festejo de la Feria de Pedro Romero, a principios de septiembre. Organizada por Francisco Rivera Ordóñez, que ha recogido el testigo de su abuelo como empresario del coso rondeño, los festejos se completan con la tradicional Corrida de Rejones y una corrida sin picadores para alumnos de las escuelas de tauromaquia.
En los alrededores de la plaza hay jardines y miradores al río, con esculturas dedicadas a los poetas y viajeros románticos que escribieron y dieron fama a la ciudad. También hay cocheros con caballos para recorrer Ronda como a menudo se hace en sus concursos de carruajes típicos.
Buscamos para cenar el Rt. Hola, un chino de la calle Infantes, que nos gustó. Luego paseamos por la ciudad, con la ambición de hacer las mejores fotos de todas sus balconadas y precipicios, en torno al Puente Nuevo y al río.
La suave llovizna hizo realidad el dicho "en el puente de Ronda llueve para arriba". Ante el espectáculo inigualable de su Tajo y la belleza del puente y los edificios aledaños, no nos cansamos de disfrutar de la noche.
Cuando Rafa hijo llegó, fuimos al Rt Bodega S. Francisco, que su amigo Daniel le había recomendado. Mientras él cenó, charlamos vivamente, ¡teníamos tantas ganas de encontrarnos y de disfrutar contando todo lo que nos interesa en estos tiempos que corren! . ¡Qué contentos nos pusimos de estar con él!
El día 2 él tenía trabajo temprano, así que le acompañamos, por la calle Infantes, por la plaza del Socorro, donde está el parking y por la Avda Málaga hasta la rotonda de salida de la ciudad. Contemplamos las viviendas que había promocionado la Antigua Caja de Ahorros de Ronda, una de las más prestigiosas en los buenos tiempos de estas Entidades. Luego nos acercamos a su Sede actual.
Entramos en el parque del Bandolero, que fotografiamos en su escultura a caballo, ya que estos personajes gozan de prestigio en la historia y leyenda de la Serranía de Ronda.
El nacimiento de los bandoleros de Ronda surge en el siglo XVIII a partir de la defensa de la ciudad ante las tropas de Napoleón Bonaparte, cuando cerca de 1400 rondeños se unieron a las tropas de Sevilla y Granada en su lucha contra los franceses, que resultaron derrotados en la batalla de Bailén, haciendo que José Bonaparte abandonara Madrid y Napoleón tomara el mando de sus tropas.
A nosotros nos hizo mucha gracia José Ulloa Navarro ‘El Tragabuches’ , pues dicen que recibió el apodo de su padre, que era tan comilón, que comió un feto de burro adobado. Nació en Arcos de la Frontera, Cádiz, de raza gitana. Su padrino fue torero de los Romero, que murió en 1802, en Salamanca de una cogida y Tragabuches terminó la corrida. Así se hizo torero.
Un día salió de Ronda a Málaga a caballo y tuvo que regresar. Entonces descubrió a su mujer alterada, trató de encontrar en la casa a un amante, pero no lo encontró, hasta que fue a la tinaja para saciar su sed y como allí se hallaba escondido "Pepe el listillo" allí mismo lo mató y a su mujer adúltera, "Nena la cantaora".
Huyendo de la justicia se unió a los bandoleros "los 7 niños de Écija", que ni eran 7, ni niños, ni de Écija, dirigidos por Juan Palomo. Así desapareció el Tragabuches y apareció "El Gitano" que dicen huyó a Portugal. Pero un día murió en Ronda un anciano, que tenía mucho dinero... ¿sería él?
Llegamos a la iglesia de Sta. Cecilia y en la bajada de la calle, al Templete de la Virgen de los Dolores.
Entonces llamó nuestro hijo y fuimos a su encuentro por la Plaza del Socorro, espaciosa, llena de hoteles, terrazas de bares y restaurantes. Antiguamente hubo aquí un lazareto, ermita y hospital que socorría a los necesitados y aún mantiene ese espíritu de acogida. Sobresalen dos edificios notables, la Iglesia del Socorro y el Casino o Círculo de Artistas. En el centro se instala una fuente con Hércules del grupo escultórico del Escudo de Andalucía.
Rafa nos llevó a comer al Parador, ubicado en un magnífico edificio a la orilla del Puente Nuevo, con vistas a los paisajes del Tajo. Él ya había estado en él y nos hablaba de las sorprendentes vistas que tiene hacia los barrancos del Tajo y de su gastronomía de diseño. Tomamos el menú degustación, cuyo plato principal era rabo de toro, algo muy típico en Ronda, que tiene tanta fama de toros, toreros y todo lo relacionado con ellos. Había antes dos entrantes, el famoso ajo blanco, patés y otras exquisiteces, que decoraban los platos con primor, acompañadas con pétalos de flores.
Paseando por entre jardines y precipicios llegamos al museo Lara, una casona imponente, que ofrece una colección muy amplia de ciencia e historia. Me pareció chocante y muy interesante, sobre todo por la cantidad de cosas diferentes que muestra.
Para cenar repetimos en la bodega S. Francisco y degustamos algunas de la gran cantidad de tapas que ofrece. Nuestro hijo agradece la comida tradicional, los platos típicos españoles que reviven los sabores
de sus recuerdos.
El día 3 íbamos a estar solos porque Rafa tenía trabajo desde muy temprano y hasta la tarde, así que nos decidimos investigar el barrio de "la Ciudad", que fue el origen de la actual ciudad de Ronda, donde estuvo instalada la antigua Medina islámica. Así en su plaza Mayor, llamada plaza Duquesa de Parcent, están los edificios más importantes de la ciudad, el antiguo Cuartel de Milicias Provinciales es hoy Ayuntamiento.
La Colegiata de Santa María la Mayor, que se cree fue anteriormente templo romano y luego mezquita mayor
y El Castillo del Laurel, alcazaba de Ronda, derribado por los franceses en su retirada, es donde hoy está el colegio y el "Parking El Castillo". También están en la plaza los conventos de Santa Isabel y de la Caridad.
En el centro, entre jardines hay un monumento a Vicente Espinel, poeta, músico y maestro de Lope de Vega, nacido en Ronda en 1550 y también existe una Ronda a este creador de la quinta cuerda de la guitarra.
Luego llegamos a la iglesia del Espíritu Santo, tratando de encontrar el camino de las murallas y los Baños Árabes.
También muy hermosos los jardines, cuidados como todos los de Ronda y desde ellos tuvimos una buena perspectiva para fotografiar el puente Viejo, que lucía allá arriba, sobre nosotros.
Saliendo del recinto de los Baños y caminando un corto trecho llegamos al puente árabe. Sólo cuando llegamos al puente Viejo, tuvimos la oportunidad de fotografiarlo en la lejanía. Podía verse a la derecha el jardín de los Baños Árabes y su noria. Más allá los terrenos en los que la Maestranza tiene los caballos y las casetas donde se alojan los jinetes de la escuela de doma.
Así parecía que estábamos jugando al Juego de la Oca, por aquello de "puente a puente y tiro porque me lleva la corriente".
Por la calle empinada y escalonada que bordeaba la muralla llegamos a la puerta de Felipe, puerta de la muralla, que merece la pena fotografiar.
Al poco de entrar en la ciudad amurallada, se encuentra la fuente de los ocho caños, pilón enorme que debió de ser imprescindible en otros tiempos.
Más allá fotografiamos la escultura que homenajea a Aniya la gitana cantaora, con su guitarra y su flor al pelo, que dice así:
Nadie ha podido cantar
como Aniya la Gitana
lloraba por Soleá.
Nos interesaban los detalles de las calles y casas que veíamos según íbamos subiendo hacia el Bar Lechuguita.
Es famoso por sus variadas tapas que suelen costar 0.90€ y sobre todas la lechuguita, que por supuesto no podíamos pasar sin probarla.
Para comer volvimos al Rt Chino Hola y nos sorprendió que la camarera recordara lo que habíamos pedido dos días antes. ¡Qué buena memoria y profesionalidad!
Por la tarde después de dar muchas vueltas buscando infructuosamente la Casa de Gigante, entramos al Palacio Mondragón, donde está ubicado El Museo Arqueológico.
Llamó Rafa, que ya podía encontrarse con nosotros y quedamos en el Hotel Don Miguel, en la Plaza de España, que tiene la cafetería en las terrazas que asoman al puente Nuevo.
Daba gusto estar contemplando ese monumento tan grandioso desde tan cerca, pero ya anochecía y se estaba poniendo frío.
Marchamos a cenar al Asador La Carreta, para reponer fuerzas con una parrillada Abrasador para dos
personas.
Cuarto día
Rafa volvía a trabajar muy temprano y ya no le veríamos hasta la cena en el Hotel Campanile de Málaga.
Nosotros teníamos la oportunidad de disfrutar de Ronda hasta la hora de comer. Pues luego viajaríamos a la capital.
Empezamos el recorrido con una grata sorpresa. Justo enfrente del monasterio de la Merced, que custodia la reliquia de la mano incorrupta de Santa Teresa, que íbamos a visitar, nos llegó el olorcito de café y la agradable bocanada de aire caliente que salía del Hotel Colón.
¡Pues allí entramos a desayunar! En un local acogedor con camareras complacientes, que nos colocaron en la mesa toda la variedad de desayunos y nos fuimos muy reconfortados.
Empezamos a pasear por La Alameda del Tajo, parque del siglo XIX que recorre desde la Merced hasta el Puente Nuevo, toda la altura del Tajo, con varios miradores y paseos, con estatuas y placas conmemorativas, dedicados a los Viajeros Románticos de Ronda.
El parque y sus paseos rodea la Plaza de la Maestranza y hay lugar para los coches de caballos, los puestos de recuerdos de artesanos y la afluencia de turistas, que inmortalizamos en nuestras fotos el instante perfecto.
Por la calle Armiñán, admiramos la construcción típica de las casas rondeñas, con sus altos ventanales y balcones adornados con tejadillos y con buenos trabajos de forja en las rejas. También es de notar el trabajo de ebanistería de las puertas. En los soportales hay multitud de pequeñas tiendas que sacan a la puerta expositores con sus productos tradicionales. Allí puedes ver telas con bordados, piel repujada en bolsos o cinturones y trajes populares de la serranía o goyescas.
Desembocamos de nuevo en la Plaza de la Marquesa de Parcent
Caminando por las callejuelas estrechas, blanqueadas y adornadas con tiestos en las paredes o jardines entre las rejas, pudimos saborear la parte antigua de la ciudad.
Al fin encontramos La Casa del Gigante. Vivienda-palacio hispano-musulmana con patio central y de interés por el trabajo de restauración, capaz de mostrarnos su estructura y elementos ornamentales.
Luego salimos hacia Málaga, guardando como tesoros todo lo visto y las imágenes del campo, con sus riquezas de olivos, alcornoques, sus dehesas de ganaderías y sus hermosos pueblos blancos...
Después nos despedimos, deseando que pronto pudiéramos vernos de nuevo, aunque sólo fuera a pequeños ratitos.
Hicimos el camino de regreso por la autopista de la costa. Disfrutando de la belleza de los distintos pueblos turísticos, de sus puertos y playas. Admiramos los invernaderos de Almería, que se pueden ver incluso desde GoogleEarth!
La noche nos recibió con tormenta, pero afortunadamente ya habíamos llegado a casa.
Ved nuestras fotos de estos días.
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