Después de estar en la Mata, nos fuimos a Logroño a ver a Víctor y su familia. El domingo viajamos con él a Jungitu, donde ha alquilado una casa, porque ahora trabaja en Vitoria y las zonas limítrofes. En la madrugada del lunes marchó a trabajar y nosotros, que nos quedaríamos toda la semana para acompañarle y conocer este bonito pueblo y sus alrededores, comenzamos nuestro paseo por Jungitu.
Paseábamos por Jungitu y al principio no veíamos a nadie por la calle, pero poco a poco nos encontramos con unos personajes curiosos. El primero el peregrino, que hacía el Camino de Santiago y buscaba entre las señales la indicación correcta, para no perderse.
¡Qué bonito pueblo! Parecía decir...
Verdaderamente es una idea extraordinaria adornar este pueblo con esculturas elaboradas con materiales reciclados de madera y metal, primordialmente.
Hay una pareja que manipula el molino con rueda, carrilano, que es el auténtico, que se usó en otros tiempos.
Un atractivo muy original. Su autor nos confesó que pretendía animar a los vecinos a salir de casa, a recorrer las calles y plazas.
Los que más los disfrutan son los niños, que vienen de los colegios para contactar con los pueblos y con los oficios tradicionales. Ya vienen preguntando por La Luna.
y por supuesto por el castillo de Haritz
Paseamos por los jardines, que tienen al pie de los árboles, letreros con su nombre, algo muy instructivo, que vale la pena imitar. También tiene Jungitu un compostador, os dejo aquí las explicaciones que han dado para elaborar el compost.
Antes de llegar al parque vimos el crucero con su cruz de forja. Las hay en cada pueblo y son muy artísticas.
Vimos junto al Parque Infantil, al txoko y la bolera. Fuimos al lavadero y cruzamos el río, que si no me equivoco recibe el hermoso nombre de La Alegría.
Por las calles encontramos muchos edificios de interés. Esta casa es de una amiga de mi nieta. En el jardín, entre la copa de un árbol, está la casa de madera, donde juegan los niños.
Un moderno chalet recibe el nombre de la casa del Gallego, que le llaman el palacio, porque es muy señorial, con una especie de torres y chimeneas. Ah y tiene Este escudo que dice: "Hoc hic misteryum fidei firmiter profiteramur" AQUI PROFESAMOS FIRMEMENTE ESTE MISTERIO DE FE, que es ni más ni menos el escudo de Lugo. ¡con razón a su propietario le llaman el Gallego!
Entre las casas nobles que se encuentran en Jungitu, hoy podemos admirar una, que tiene el arco de medio punto con los blasones de los Guevara en los paneles 1 y 4. En los 2 y 3 una luna creciente con tres estrellas.
En el centro, las armas de los Milanés, Arbulos, Doipss y Llarraza. Arriba dos escudetes con cabezas con copas de vino hacen de este escudo único en la heráldica vasca.
Se trata de la torre Ilarraza: una escritura otorgada el 9 de marzo de 1532 nos informa de la torre de Jungitu y de cómo al casar Julián Glez. de Mendivil con Juana de Ilarraza la recibe con todas sus pertenencias. La torre Ilarraza está habitada por el abogado y escritor Javier Otaola.
Pero el edificio más emblemático es el conocido como El palacio, un edificio del siglo XVI. Es de los Landazuri y está frente a la Iglesia. La heráldica muestra un árbol verde soportado de dos corzos que se ceban en su copa y atravesado por dos lobos pasantes, uno detrás y el otro delante del tronco. Bordura con letras que dicen "Antes morir que manchar el vivir".Anniartea hace referencia al camino de Ania. En año 1025 aparece entre los lugares que tributan al Monasterio de San Millán, pues con Jungitu tenían que pagar tres rejas( lingotes de hierro) por cada 10 casas.
La ermita de San Martín de Ania antes era la del poblado de Ania, fue reconstruida en 1579 (ved la saeteras) y la hilera de canes sin decorar al sur.
En 1295 Ania dona 250 maravedís al rey para la campaña contra los moros. A partir del s XIV el nombre desaparece de los documentos.
Y para finalizar, en la mitología romana Ania era la divinidad lunar que cada mes renovaba su juventud y era la diosa de la longevidad, se llamaba ANNA PERENNA. Aunque también hubo una santa mártir en Palestina del siglo III.
Como despedida, ved nuestro amigo el perro de la casa con el escudo borrado.
Los dueños nos dieron conversación un día y nos dijeron que ya sus abuelos habían comprado la propiedad así, pero que debió ser una casa torre, de tejado a cuatro aguas, que por aprovechamiento habían restaurado el triconte o gamboana.
El perro y sus dos gatos nos recibían con mimos cuando nos acercábamos allí...
Texto y fotos de Rosa Fadón y Rafael Cid
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