Hemos visitado Filiel, un pueblecito de la provincia de León, ubicado en la Somoza, territorio también conocido como parte de la Maragatería. En toda esta zona aún pueden observarse las explotaciones mineras romanas del oro.
Las minas de oro del noroeste de España tuvieron una gran importancia en la política romana. No sólo trabajaron en las famosas Médulas, en el Bierzo, sino también en las explotaciones de la ladera oriental del Teleno, en los ríos Duerna, Eria y Turienzo, en los que el oro se encontraba en los depósitos de aluvión, diseminados sobre las vertientes de sus valles.
Las minas de oro del noroeste de España tuvieron una gran importancia en la política romana. No sólo trabajaron en las famosas Médulas, en el Bierzo, sino también en las explotaciones de la ladera oriental del Teleno, en los ríos Duerna, Eria y Turienzo, en los que el oro se encontraba en los depósitos de aluvión, diseminados sobre las vertientes de sus valles.
Los aluviones fueron explotados por la fuerza hidráulica de los ríos, como nos explica Plinio, el naturalista. Ahora se han localizado interesantes canales con inscripciones, acueducto y presas, que no dejan de sorprendernos a medida que las investigaciones avanzan.
El agua para la explotación minera romana es captada en el monte Teleno a 1800 m. de altura y era conducida a las zonas de extracción por medio de canales, como el que se ve aquí.
El agua era la fuerza motriz, con ella se empleó la técnica del "derribum montium".
Pero también en los ríos, como en el Duerna y Eria, se utilizó la técnica de los yacimientos en terraza, que adoptaban la forma de una botella de largo cuello, con zanjas longitudinales, que terminaban en estrías, por donde circulaba el agua. Esta técnica recibe el nombre de "obra peine".
En el Teleno también se construyeron pozos para acumular la nieve y el hielo en el invierno, que luego se utilizaría en épocas más cálidas. Se trataba de aprovechar todos los recursos y no olvidar ninguno.
Después de la caída del Imperio Romano la ingeniería romana se olvidó y en su mayoría, se abandonaron las villas romanas y las poblaciones. Cuando los reyes cristianos, en su avance hacia el sur de la península las reencontraron, las reutilizaron, convirtiéndolas en monasterios o castillos.
En algunos periodos de la historia se recuperaron algunas explotaciones a baja intensidad y los nuevos habitantes se acomodaban a lo que quedaba, reutilizando las piedras nobles para la construcción de sus edificios. Como el terreno es poco productivo, los campesinos limpiaban los campos de las murias, que contenían aluviones y amontonándolas en los extremos, usaban la zona para cultivar cereales. A lo largo de tantos cientos de años sobre las murias han crecido los árboles lo cual constituye un elemento indicador de las mismas.
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