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07 noviembre 2013
Setas en la niebla
Mi amigo José Luis y yo, hemos vuelto a “cargar las pilas” paseando por el campo y ya de paso, disfrutamos del encuentro, buscando unas setas.
José Luis recordaba la situación de un pinar en el que había estado hacía algún tiempo, pero como el día estaba más nublado que una noche de invierno en Londres, decidimos preguntar en el pueblo, aprovechando que la gente estaba comprando junto a la furgoneta del repartidor del pan.
A pesar de que el procedimiento seguido no es el más recomendable, pues la gente suele guardarse sus tesoros micológicos, un generoso lugareño nos dio razón del pinar que buscábamos, indicándonos el camino a seguir.
Provistos de nuestra cestita, como caperucita en busca de la casa de su abuelita, íbamos preguntándonos cómo se nos daría la jornada y si conseguiríamos una buena degustación como en nuestra anterior salida que podéis ver aquí.
Olíamos el tomillo que pisábamos al caminar entre las jaras y a nuestra vista, junto al camino, se presentaban a modo de semáforos las rojas Amanita Cesarea.
Cogimos una y empezamos a filosofar ¿y si fuera una Muscaria, sin las escamitas blancas? Por suerte enseguida llegamos al pinar y enseguida vimos un montón de níscalos.
Oímos también acercarse una moto en la que nuestro informador, después de haber comprado el pan, venía a ver si habíamos dado con el setal. Se llama Demetrio y fue pastor. Nos contó muchas historias de sus años mozos, cuando tenía que defender sus ovejas con la escopeta de postas, de que con Franco había más seguridad. De cómo cocinaba él las setas, con un poquito de tomillo para dar sabor, de cómo cambia la vida…ahora viene la doctora a recetar al pueblo, pero antes se curaba uno con infusiones de hierbas que recogía mientras pastoreaba.
Yo, por hacerme el erudito, les comenté que un amigo de la asociación micológica San Jorge me dijo que hay en León unas 1674 especies catalogadas de hongos, aunque sólo una veintena de ellas merecen la pena gastronómicamente.
Antes de regresar a León. Nos tomamos unas cervezas en un bar de carretera. Anunciaba como plato estrella del menú pollo con Bogavante. Hace unos años era el plato de moda en toda esta ribera y había que reservar mesa con mucha antelación. Ahora con la maldita crisis todo el bar era para nosotros.
Ya en casa, me dispuse a cocinar las setas, esta vez como me indicó Demetrio. Puse a cocer unas patatas con pimientos y cebolla cortada en trocitos, preparé un machacado de ajo, pimentón y sal, para dar sabor al guiso. Añadí unos huevos cocidos y finalmente los níscalos limpios y troceados.
No tenía cordero. Que es el ingrediente secreto de Demetrio, pero a pesar de todo, el menú estaba exquisito y me imagino que a José Luis también le saldría una cena deliciosa, que nos dará para hablar largo y tendido. Así que, ¡A tu salud, Demetrio!
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