Bueno, Rafa, este año, para celebrar tu cumpleaños, ¡quién sabe que te hubiéramos podido regalar!
Tú nos lo dirás cuando vengas. Como alternativa hemos preparado este relato.
Deseamos que al leerlo te pases un buen rato.
Al final del verano, cuando volvíamos de la playa, aún nos quedaban vacaciones en León, acampando en las montañas más hermosas del mundo. Unas veces íbamos a Matueca de Torío, otras a Vegas del Condado, pero la que hoy recordamos fue en Valdelugueros.
Hace unas semanas estuvimos allí, hicimos unas fotos en el Monte Bodón, hermoso de nieve.
La pradera jugosa de verdes en un día soleado, nos trajo a la memoria aquellos momentos...
¿Te acordarás tú, de tantas historias que contaba papá en el viaje? ¿y de las que tú protagonizaste a lo largo de este río?
Saldrán a relucir la Bella Porma y Curueño, sus luchas con los romanos... S. Froilán y el monasterio de ValdeCésar, donde también has estado acampando tú... La Dama de Arintero, en la época de los Reyes Católicos, también con tus recuerdos de experiencias montañeras... En el recodo del Balneario de Nocedo, el "Río del olvido" del escritor leonés Julio Llamazares...En los paseos por la orilla del río nos acompañan las historias de la novela "Los Bravos" de Fernández Santos, la descripción de las gentes fuertes que aquí viven...
¡Volvamos al final del verano del 93! Bueno, bien a finales, pues veíamos marchar las golondrinas...
Manoli y Jorge, con Laura y Mónica; Jesús y Flori, con sus hijos; Titi y Alvado, con Sara y Rebeca, que habían salido con sus caravanas por Europa, al regreso, las montaban en una pradería del valle del río Curueño, por encima del Monte Bodón, en las proximidades del pueblo que conocemos como Valdelugueros, aunque en el membrete del pueblo sólo ponga Lugueros.
Allí conocían al dueño del bar del pueblo, que les dejaba su pradera a la orilla de la presa y cerca del puente del Campo.
Es en un lugar bonito, que fue calzada romana y ahora estaba casi abandonado, salvaje, sólo al uso de la ganadería.
El prado está cerca de la carretera, así que por una valla se daba directamente acceso al prado a los coches. Bien ubicado, pues no estaba lejos de los pinos y algo recogido de los vientos, por la peña que lo protegía...
Los de las caravanas invitaban a los amigos para que pasáramos con ellos el fin de semana en nuestras tiendas y nos provocaban con las fabes, que Manoli haría en la olla exprés, para todos.
Bueno, compartíamos los gastos, pero ella hacía de madre de todos. Nos ayudaba a montar la tienda, dándonos las pequeñas cosas que habíamos olvidado, sobre todo ropa de abrigo.
Se acordarán Toño y Raquel lo bien que recibieron una bolsa de agua caliente para pasar la fría noche, en la que a duras penas nos atrevíamos a salir a orinar.
Y allí llegamos todos, con nuestros hijos, que habían invitado a sus amigos.
Rubén iba con sus padres y con su hermana Bea.
Los padres de Pere fueron a llevarle hasta allí, porque no podían acampar con nosotros.
Pere hizo esta foto como recuerdo.
No me acuerdo si ellos llevaron también a Paco.
Los amigos de Rafa y Víctor creo que se instalaron juntos en la tienda pequeña.
Éramos mucha gente, que se ve en las fotos, aunque no me recuerdo de todos.
Toño y Raquel se animaron pero, como no tenían tienda Manoli les proveyó de todo.
Los hombres pasaban el día yendo de aquí para allá.
Iban a la fábrica de embutidos, al otro lado del pueblo a por lo que luego comeríamos a la brasa.
Caminaban hasta el bar, que estaba a las afueras del pueblo, para saludar al propietario de la finca, y traer de allí las bebidas.
Las mujeres cocinábamos alrededor de Manoli.
Fregábamos en parejas, en la presa que corría en el linde del prado.
Paseando o sentados al sol, nos contábamos los últimos recuerdos de las vacaciones.
Luego volvíamos de paseo hacia el río o los pinos.
Por allí estaba el depósito de agua del pueblo y una fuente de agua fina, de donde pujabamos el agua.
También había ratos para leer y disfrutar de un buen baño de sol.
Los chicos se echaban a andar por esos riscos...
Ellos son los que pondrán sus anécdotas aquí, pues, en aquellos años, rara vez las contaban a los mayores.
Caballero, que presumía de deportista subió el Bodón con Víctor en un rato del domingo.
¡Como si el monte
sagrado de los Argüellos fuera cosa de un paseo!
Cuando volvieron contaron una hazaña que nunca olvidaríamos.
Mirad los recuerdos que nos cuenta Víctor en el comentario:
Jeje, no me acordaba de los hijos de Jesús, pero ahora que lo leo, me volvió a la cabeza una anécdota:
Nos dijeron que hacía un tiempo se habían comprado en una gasolinera una cinta de chistes de Eugenio, que ponían siempre en el radio cassette del coche. Nos contó la chica que se sabían todos los chistes de memoria, pero había algunos que no pillaban, y que un día, caminando por la calle, sin comerlo ni beberlo se acordó de uno de los chistes y le comprendió la gracia y se empezó a reir a carcajadas en medio de la calle.
¡Qué bueno lo de aquella excursión! El primer día, no me acuerdo quién fue, me tiró una coca-cola por encima. Yo me cabreé muchísimo y me fui a la tienda, pero enseguida vinieron todos a buscarme para animarme y que volviera a la fiesta.
También me acuerdo de la fiesta que organizaban Jorge y Manoli con la guitarra. Jorge tocaba para alimentar el alma, y decía que luego alimentaba su cuerpo con la cena. Las hijas de Jorge y de Alvado también tocaban, hacía poco que habían estrenado la peli de Ghost y ellas se sabían la melodía principal con la guitarra. Aunque me parece que lo de la guitarra era de las excursiones de Matueca.
Al ver las fotos, me fijé en el puente y me acordé del río. Me acuerdo de cómo paseabamos por la otra orilla del río y veíamos caballos pastando por ahí a sus anchas.
¡Menudo bien lo pasamos aquel fin de semana!. ¡Muy bonitas las fotos! Bsk
Mirad los recuerdos que nos cuenta Víctor en el comentario:
Jeje, no me acordaba de los hijos de Jesús, pero ahora que lo leo, me volvió a la cabeza una anécdota:
Nos dijeron que hacía un tiempo se habían comprado en una gasolinera una cinta de chistes de Eugenio, que ponían siempre en el radio cassette del coche. Nos contó la chica que se sabían todos los chistes de memoria, pero había algunos que no pillaban, y que un día, caminando por la calle, sin comerlo ni beberlo se acordó de uno de los chistes y le comprendió la gracia y se empezó a reir a carcajadas en medio de la calle.
¡Qué bueno lo de aquella excursión! El primer día, no me acuerdo quién fue, me tiró una coca-cola por encima. Yo me cabreé muchísimo y me fui a la tienda, pero enseguida vinieron todos a buscarme para animarme y que volviera a la fiesta.
También me acuerdo de la fiesta que organizaban Jorge y Manoli con la guitarra. Jorge tocaba para alimentar el alma, y decía que luego alimentaba su cuerpo con la cena. Las hijas de Jorge y de Alvado también tocaban, hacía poco que habían estrenado la peli de Ghost y ellas se sabían la melodía principal con la guitarra. Aunque me parece que lo de la guitarra era de las excursiones de Matueca.
Al ver las fotos, me fijé en el puente y me acordé del río. Me acuerdo de cómo paseabamos por la otra orilla del río y veíamos caballos pastando por ahí a sus anchas.
¡Menudo bien lo pasamos aquel fin de semana!. ¡Muy bonitas las fotos! Bsk
Al atardecer, tal y como dice Víctor, cantábamos...
Jorge era muy bueno, animando con la guitarra, aunque muchos la tocaban, pasaba de mano en mano.
Los hijos de Jesús eran catequistas en la parroquia y les gustaba la música. Bueno al chico, quizá más la Educación Física y el deporte.
La chica estudiaba música y ahora es solista, canta en un grupo y en las bodas.
En la noche hicimos una hoguera, al lado de la presa juntando unas piedras, que aún se ven en la foto de hoy.
Asamos chorizos, que se compraron en la fábrica de Valdelugueros.
Estaban un poco chamuscados, pero como no había suficiente luz, no lo veíamos.
Lo que más interesaba era encontrar un rinconcito cerca de la hoguera, para disfrutar del calor, pues no hay que olvidar que en la montaña las noches son siempre frías.
Era el momento en que algunos de los miembros de la familia de Jorge se iban a León, pero algunos se quedaban a pasar la noche.
Los padres de Jorge, Amable y Tere, siempre con MariTere, Gustavo y Herminia y por supuesto Alberto y Mari.
A la mañana siguiente, mirábamos al tío Alberto, cómo se dirigía más allá de la presa, hacia el río o hacia los pinos, con un rollo de papel higiénico y nos sonreíamos, sin saber hacia dónde escaparíamos nosotros.
2 comentarios:
Gracias Rafa, espero que completes el relato con tus propios recuerdos...
Jeje, no me acordaba de los hijos de Jesús, pero ahora que lo leo, me volvió a la cabeza una anécdota: Nos dijeron que hacía un tiempo se habían comprado en una gasolinera una cinta de chistes de Eugenio, que ponían siempre en el radio cassette del coche. Nos contó la chica que se sabían todos los chistes de memoria, pero había algunos que no pillaban, y que un día, caminando por la calle, sin comerlo ni beberlo se acordó de uno de los chistes y le comprendió la gracia y se empezó a reir a carcajadas en medio de la calle.
Que bueno lo de aquella excursión. El primer día, no me acuerdo quién fue, me tiró una coca-cola x encima. Yo me cabreé muchísimo y me fui a la tienda, pero enseguida vinieron todos a buscarme para animarme y que volviera a la fiesta.
También me acuerdo de la fiesta que organizaban Jorge y Manoli con la guitarra. Jorge tocaba para alimentar el alma, y decía que luego alimentaba su cuerpo con la cena. Las hijas de Jorge y de Alvado también tocaban, hacía poco que habían estrenado la peli de Ghost y ellas se sabían la melodía principal con la guitarra. Aunque me parece que lo de la guitarra era de las excursiones de Matueca.
Al ver las fotos, me fijé en el puente y me acordé del río. Me acuerdo de como paseabamos por la otra orilla del río y veíamos caballos pastando por ahí a sus anchas.
Menudo bien lo pasamos aquel fin de semana. Muy bonitas las fotos. Bsk
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