Nos hubiera gustado estar mas tiempo callejeando por Cármenes, cuya visita ya relatamos en nuestro blog:
Pero queríamos visitar también al vecino Canseco, un pueblo de nobles de heredad. Si el tiempo lo permitiera, pues el día amenazaba nieve, intentaríamos llegar hasta la cascada de la “Fervenciona” que termina en una profunda poza que mantiene el agua hasta en verano.
Por la carretera encontramos primero el pueblo de Pontedo y divisamos la estampa de su bonita iglesia. Nos habían dicho que fue restaurada recientemente con muy buen acierto, así que nos hubiese gustado ver el retablo, la pila bautismal y la imagen de san Pelayo, que es el santo medieval del que ya habíamos hablado con ocasión de la presentación del libro “El camino mozárabe”, de Jesús Sánchez Adalid.
Podéis releerlo en nuestro mismo blog:

Pero ¡ Oh casualidad! La iglesia estaba cerrada a cal y canto y no vimos a ningún vecino durante el rato que permanecimos por allí, así que seguimos nuestro camino, comentando los recuerdos de aquel magnífico libro titulado “El camino mozárabe”.
Desconozco si Pontedo tiene ese nombre porque sus habitantes se dedicaban en la antigüedad a construir puentes, aunque el Sr. Diez Alonso dice que proviene de Fontedo “fuentes”, que también hay muchas, pero os puedo asegurar que los puentes que vi en mi recorrido eran una preciosidad.
Así que como en el juego de la oca fui de puente a puente “y tiro porque me lleva la corriente” hasta llegar a una semiderruida torre.
Cuenta la tradición que cuando los moros ocuparon este territorio, llevaban a sus ganados a beber agua del río atados con cadenas de oro y que al final de la reconquista tuvieron que marcharse abandonando sus tesoros escondiéndolos en algún lugar, que sólo ello sabían, así que mucha gente empezó a buscarlo cavando y cavando, hasta casi destruir la torre.
Bueno, leyendas aparte, posiblemente este torreón tuviera misiones de vigilancia en esta antigua calzada que enlazaba los valles del Torío con los de Curueño. aunque también pudo ser una especie de fielato.
Dicen que contó con tres pisos y una entrada semicircular que podéis ver en la foto.
Me fotografíe junto a un perrazo que vino a saludarme para demostrar que deja en falso la heráldica que afirme que el blasón del lugar es un perro delgado (Can-seco) atado a un árbol, si recordáis el blasón de la casa rectoral de Cármenes que acabamos de visitar. Ver CIMADEVILLA, "Repertorio heráldico leonés" Libro II Pág. 49.
Pero para que veáis que esto de la heráldica también tiene su “intringulis” GARCIA GARRAFFA en su "Diccionario Heráldico" nos dan esta otra descripción de “Canseco” vosotros quedaos con el que más os guste. Yo por si Canseco no era un perro delgado me hice una foto bebiendo agua para demostrar que tampoco había peligro de sequía en el caño.
Bromas aparte GARCIA MARTINEZ “Toponimias dobles” Pág. 96 que “Can” es monte o Roca y “Sec” un hidro-topónimo segh o seik lugar montañoso o rocoso.
Yo aquí os lo dejo, por si acaso, porque el Sr. DIEZ ALONSO “las Tierras del Torio” Pág. 93 dice que proviene de Campus-Sectus o “campo cortado” en la ruta romana, que iba por la collada al concejo de Aller.
Mientras tanto, nos paseábamos por el pueblo y cruzábamos el río como si estuviéramos en el mismo Paris y de los puentes del Sena se tratara.
Visitamos luego un molino restaurado, un cartel nos informa de que en Canseco hubo cinco, unos particulares y otros como este, que aun se conserva. Era de varios vecinos que lo utilizaban por turnos. Dicen los mayores del lugar que aun recuerdan cuando molía su familia.
Mientras tanto yo me voy a la fuente del calero, porque aquí esta todo muy bien señalizado y he oído hablar mucho de sus virtudes salutíferas.
Solo me queda deciros que en Canseco está la iglesia de San Pedro, junto a una gran roca montañosa
y una ermita dedicada a San Roque, peregrino abogado de la peste. Como uno también fue peregrino os contaremos que el perro que casi siempre le acompaña se llama Melampo le alimentaba todos los días hasta que su amo, Gotardo lo siguió y socorrió al santo, pero el que se hizo famoso fue el perro de san Roque, y San Gotardo da nombre a uno del túneles más largos de Suiza. En la mitología griega, Melampo, era un adivino y sanador, que comprendía el lenguaje de los animales.
Y para los que me habéis seguido hasta aquí, os informo de que tenéis un premio, y es nada más y nada menos que un libro, aquí lo tenéis pinchando en este enlace:
Es una joyita. Fue publicado en 1897 por un hijo de este pueblo, Don Elías López Moran: “Derecho consuetudinario leonés”. Con su lectura podéis conocer las costumbres, la gobernanza de los pueblos, la trashumancia, el auxilio a los necesitados y en fin, todo lo que regia las relaciones de los montañeses leoneses de aquella época. Me alegra poder ofrecéroslo, deseo que lo disfrutéis.
Podéis ver aquí la página de nuestras fotos de esa visita:
Texto y Fotos de Rafael Cid y Rosa Fadón