10 junio 2006

Montes Torozos, Urueña, La Santa Espina



Íbamos en el autobús viendo esta inmensa llanura coloreada en cuadrados. Por allá amarillentos de cereal segado, jugosos marrones de tierra recién arada, verdes brillantes de fincas cultivadas, montes pardos de torcidas encinas o altozanos verduzcos de resecas praderas, alternando con manchones de arbolado y colinas blanquecinas: es lo que se denomina Montes Torozos.
Dice Ventura García Escobar que los llamados Montes Torozos son el resultado de una altiplanicie formada en una cordillera de montes que van desde los Pirineos a Portugal y que al cortarse en algunos puntos queda dividida en "trozos" por lo que por degeneración del lenguaje se convierte en Torozos. También hay quien cree este nombre procede de la cercanía a la ciudad de Toro, hasta la que se extienden... Si queréis que juguemos con la etimonología, tan de moda actualmente, el término latino alterium, castellanizado “autero-otero o tor”, generaría torozos que en este caso significaría colinas. Esta definición es nuestra preferida y a ella se suma, si quieres complicarlo un poco más, la de los moriscos que encontraron similitudes en una palabra de su idioma y lo llamaron “tarasa o taraza”.
El balcón de Urueña
Nadie que contemple la belleza de este paisaje puede quedar indiferente ante sus 248 Km de perímetro y 200 Km2 de superficie, con una especie de cerros testigos que se llaman motas.
Nosotros tuvimos una ocasión de lujo de contemplarlo desde el “balcón” que es la puerta de la muralla de Urueña, en un día radiante de luz.
Es Urueña un pueblo fortaleza con castillo en restauración y una muralla paseable en algunos tramos, a la que subimos para contemplar los tejados arracimados en torno a la iglesia parroquial, cuya gran cabecera habla de un proyecto arquitectónico que se quedó truncado.
A lo que dedicamos mayor atención fue a la Fundación Joaquín Díaz, alma de la rehabilitación de este pueblo histórico y del empuje musical y artístico que proyecta. Tuvimos el honor de ser recibidos por el propio Joaquín Díaz en la Casona donde se exponen las 300 piezas de la Colección de instrumentos musicales, la Colección de romances y coplas seleccionados entre más de 3000 que posee su biblioteca, la Colección de grabados de tipos y trajes de época representando una parte entre 500 ejemplares que guarda la Fundación y el Museo de Campanas con la Colección del fundidor de Saldaña Manuel Quintana, que nos explicó con saber apasionado, Aurora.
Fue una agradable sorpresa contemplar, ya en las afueras, la iglesia de la Anunciada, insólita construcción en Castilla y León de estilo románico catalán del Siglo XII. Sus muros presentan los típicos arquillos y pilastras adornadas con bandas lombardas. Posee tres naves, con sus tres ábsides semicirculares, que se muestran al exterior con el añadido del camerín de la Virgen del s.XVI y de la sacristía.
Según bajamos para la Anunciata nos llama la atención unas ruinas, antes castillo, en el que estuvo preso D. Jaime, Conde de Urgel, que en su tiempo perteneció a la corona de Aragón. Fue este el promotor de la iglesia de la Anunciada, lo que explica la presencia de un estilo constructivo pirenaico en esta alejada zona. Lo habitó también Pedro El Cruel con su amante Dª María de Padilla.
En Urueña, sobre el muro del Paseo de Oriente, una placa (nos recuerda que no es nueva la violencia de género) dice:" Aquí murió la joven Luisa Ramos Sánchez el día 3 de octubre de 1927 a las tres de la tarde, a mano airada, a los 18 años de edad. Una oración por su alma". pero es también una historia de amor no correspondida del que la mató a la salida de misa por el "si no eres para mi, no eres para nadie".
En Urueña también, murió Pedro Vélez al ser sorprendido en delicado lance con la prima carnal de Sancho III el Deseado y aún resuena en el aire la terrible sentencia:
"No le den cosa alguna
donde pueda estar echado
y de cuatro en cuatro meses
le sea un miembro quitado,
hasta que con gran dolor
su vivir fuere apagado"
....y es que esto del amor ha sido siempre peligroso.

Mota del Marqués es un ejemplo de ciudad construida sobre una mota, cerro o terraza, como hemos dicho.
La verdad es que sólo pudimos contemplar a lo lejos las ruinas de su castillo en lo alto de un collado, ya que en las afueras de la ciudad hicimos un alto para comer. Debido a la hora no pudimos entrar en su iglesia parroquial, de estilo postherreriano en su torre, ni contemplar el interior del Palacio del Marqués de Viesca obra de mediados del Siglo XVI.
Después de comer nos fuimos al Monasterio de Santa María de la Espina, fundado por Dª Sancha, hermana de Alfonso VII, que conserva una espina de la corona de Cristo.
En los montes cercanos a la Santa Espina, el pequeño Jeromín, que corriendo el tiempo sería D. Juan de Austria, el vencedor de Lepanto, se entrevistaría por primera vez con su hermanastro Felipe II, quien le reconocería como hermano en un documento firmado en la Corte de Valladolid.
Nos explicaron muchos detalles del monasterio y de los tres mecenas que a lo largo de los siglos le habían infundido vida. El tercero fue el ministro franquista, Rafael Cavestain, que creó una Escuela de capacitación agrícola y un poblado próximo. Los alumnos habían preparado unas aulas etnográficas con los apeos y usos labriegos, de los que disfrutamos, menudeando en sus peculiaridades.
En la iglesia se celebraba una boda tras de otra. Los invitados de la segunda, esperaban en la esplanada ajardinada. Nosotros curioseamos las vestimentas, tocados, zapatos y chaquets. Se retrasaba la novia y no queríamos irnos sin verla llegar. Ya desde el autobús acertamos a vislumbrarla, en su coche de postín y... despidiéndonos de ella también dijimos adiós a todo aquello, hasta la próxima excursión.