18 marzo 2010

Libros sobre las Médulas y el Bierzo

A propósito de la excursión que hicimos a las Médulas, os comentamos dos libros muy interesantes.

El de José Castaño Posse, Una excursión por las Médulas, 1904, Ed. Espasa Calpe,CDN,Ciencias de la Dirección, Madrid,1991.
El librito explica la condición geológica de aluvión del Bierzo, su arcilla sembrada de piedras de cuarcita más o menos redondeadas y un inmenso lago, donde los picos de la cordillera Cantábrica, Ancares, la Sierra de Gistredo, Aquilanos y Teleno, reflejaron sus caprichosas crestas sobre la superficie profunda y extensa del agua.

Otro libro que podemos leer a propósito de cualquier excursión al Bierzo es la novela El Señor de Bembibre, que escribió Gil y Carrasco.

En él nos cuenta que el Castillo de Cornatel es un edificio en ruinas del que se hablaba en la novela El Señor de Bembibre. Allí se imaginó la agonía del conde de Lemos y los amores de Beatriz y Sr. de Bembibre. "Pensaba que poco dinero bastaría a arreglarlo "si pudiera en la actualidad servir para algo." Esta sabia premisa es la que no se tiene en cuenta hoy en día para las restauraciones que habría que acometer.
Tendieron sobre el musgo las viandas y les dimos una baja de bastante consideración. una fina lluvia nos acompañó hasta que acabamos la colación, pero en resumidas cuentas, porque si el agua de las nubes nos mojó por fuera, el vino de la bota nos lo hizo mejor por dentro y váyase lo uno por lo otro."

Enrique Gil y Carrasco se encarga también de analizar mejoras para la comunicación en la provincia de León:
La carretera de la Espina a Leitariegos, mostraría las descripciones de Gil, Acacio, Cáceres Prat. Otra uniría Toral de los Vados, Cacabelos, por el Cúa a Vega de Espinareda, subir por el valle de Ancares y acceder por alguno de sus puertos, que estaría a 100 km de Ribadeo (2ºpuerto del Cantábrico en su época), en Santalla de Oscos. Esta ruta ahorraría 176km a la del ferrocarril.
un canal de riego, por Villanueva, en el Cúa, para alimentar las 300Ha de la planicie de Cacabelos. El pueblo cuando imploró apoyo a los políticos se vio expoliado.

En las Médulas visita el Soto de los Alacranes, ascendiendo por un endiablado sendero. Ve desde allí los picos de Ancares, el Miravalles(Ferreira) y la sierra de la Somoza, renombrada por sus bosques y vestigios de la poderosa industria minera romana.

Caminan sobre la hierba jugosa que nace en lo que fue un canal de riego, donde luego descubren se soterra, ante una peña que se oponía a su paso. Penetran más de 300m que desembocan en un agujero en una pared vertical de tierra a más de 90m sobre el suelo, efecto de un formidable hundimiento. Estaban en el alto de las Furnias. Un ancho callejón(300m) entre dos lisas y elevadas paredes: Barranco del jabalí, que llegaba a la entrada de la cueva de las Cabras, de majestuoso vestíbulo, como nave de una iglesia gótica. Tenía su largo túnel a veces cegado por desprendimientos. Allí relataron la búsqueda de tesoros con el mágico libro del Ciprianillo.

En la soledad de la noche, mirando el cielo, siempre igual y siempre hermoso revivió en su imaginación los combates de legiones por hacerse con los territorios de Médulo. La primera derrota de César le alejó a Tarragona y mientras Antiscio y Agripa conducían las legiones sobre las tribus cantábricas Tito Carisio, el general más bravo del imperio. En esta segunda campaña muere Médulo.
Visualiza luego la poderosa industria que sostenía con millares de brazos, ejecutando, bajo la sabia dirección de entendidos jefes, esas obras colosales que revelan gran inteligencia y nos asombran con su desusada magnitud. El oro que había de ser derramado en inútiles regocijos y escandalosas orgías...Un beneficio anual de 20.000 libras al año, más de las 3/4 partes procedía de Médulas. Y en los sedimentos del lavado se recogía y estimaba cantidad de minio, muy apreciado en Roma por su pureza, para pintar las puertas de los ciudadanos y expresar así su jerarquía.

El autor explica el camino y el entorno de Balouta:
Salieron de la Calzada romana para adentrarse por un terreno artificialmente accidentado, con montones de escombros donde quizá se alzase alguna soberbia construcción romana.
A menudo se acercaban a bocas de galerías hacia las entrañas de aquel monte. A cada paso se acercaban a un ruinoso horno construido con ladrillos tan duros como el pedernal y a enormes montones de cantos rodados o vestigios de algún lavadero...

Es una novela imprescindible para disfrutar del viaje, incluso desde el sillón...

16 marzo 2010

Las Médulas, el Bierzo, León


Esta vez recordamos la primera excursión a las Médulas.
Viajamos desde León por la N120, hasta la salida recomendada, ya próximos al túnel de la Barosa y entramos primeramente a visitar el lago Carucedo.
Estaba el agua tersa y mineral, me pareció ver saltar una enorme trucha o quizá un monstruo del lago. Estuve un rato con la cámara preparada tratando de fotografiarle si lo intentaba. Me había parecido tan enorme...

De allí subimos al mirador de Orellán. Sorprende este balcón al gran circo, creado por la rotura de las montañas en la explotación romana. Todo el mundo inmortaliza el instante con sus cámaras de fotos. No dan testimonio suficiente a quien no ha estado allí, sirven de recuerdo, pero el que no conoce el sitio, necesita del fuerte impacto de este lugar para comprenderlo.

Entramos al kiosco, donde se inicia la visita de la mina romana. Caminando con el casco en la cabeza y la linterna en la mano, por los corredores, donde el agua hizo explotar la montaña y desmoronar la arcilla, que escondía el oro, que buscaba Roma, allá por aquellos lejanos siglos, nos sentíamos personajes de una película alucinante. Al llegar al final del túnel y contemplar el agujero formado en la mitad de altura de la montaña, abiertos al precipicio… ¡es sorprendente esa panorámica!

Fuimos recorriendo los varios kilómetros, conociendo los distintos puntos de la explotación. Hicimos el trayecto marcado por puntos de información, así que vimos un canal, lagunas, nos aproximamos a la Balouta y a la cueva Palomera, a las murias y, al final, al pueblo de Médulas.
Desde el pueblo entramos en la zona peatonal del parque natural, que se extendía por el soto de castaños, donde comimos sobre una pindia ladera, refugiándonos bajo los viejos castaños de la suave llovizna. Entramos a las dos cuevas: La Encantada y la

Hicimos fotos a los majestuosos castaños que nos sorprendían con toda su belleza y sobrio poder. Nos recibían en sus regazos como madrazas. Parecíamos diminutos subidos a las potentes ramas retorcidas o dentro de los huecos requemados de sus troncos. Nos embelesábamos con el brillo de sus hojas húmedas y de las castañas relucientes, que asomaban tímidamente, protegidas en el interior de los erizos. También lucían con un amarillo dorado los amentos que colgaban entre los frutos. Paseamos sumiéndonos en este ambiente mágico y, después de hacer montón de fotos, regresamos.

Antes de coger el coche compramos un librito y castañas, por supuesto; en una de las tiendas que, junto con restaurantes y hoteles, abarrotan este turístico pueblo.

De regreso paramos a ver el castillo de Cornatel o de Úlver. Entramos a ver este castillo del que fue tenente Jimena Muñiz, una de las concubinae de Alfonso VI, a la que nosotros tenemos en especial estima, porque dicen que era de Jiménez de Jamuz, cerca de Palacios de la Valduerna, del que ya hemos hablado.

Este año hemos hecho esta misma excursión con nuestros amigos Antonio y Nani, cuyas fotos podéis ver aquí, bueno, salvo que en este recorrido, en vez de visitar Cornatel, paramos en Astorga. Aquí está el reportaje fotográfico dedicado a los castaños. Y Nani también sacó muy bonitas fotos, algunas están en este álbum.

13 marzo 2010

Teleno, León

Hubo un día que salimos de excursión Rafa, Javi y Rosi al monte Teleno, en la provincia de León. Bueno, iba también Leo, el perro, que Javi pretendía hacerlo montañero, aunque el Yeti se oponía a que participara en sus marchas y también estaba vedado en las de UCECA.

Fuimos a la Bañeza y desde allí, creo que fuimos por Villamontán y Villacís, a Tabuyo del Monte.

Aquí cogimos una pista que ascendía por un cortafuegos, que atemorizaba a cualquiera, o al menos a mí, pues la estrechez de la senda, arañada por unas huellas profundas sobre planos torcidos, me parecía sólo posible que subiera una tanqueta. Me decían que abajo se quedaría el campo de tiro militar, aunque no acertaba a verlo.

Cuando alcanzamos la cima paramos para hacer unas fotos. Los estratos salían puntiagudos y trasversales dando un aspecto espectacular a aquella planicie. Al otro lado se divisaba la vertiente de Cabrera con sus montañas peladas y redondeadas recordándonos el expolio boscoso, que han venido sufriendo estos montes desde épocas romanas. Una manada de perdices caminaban delante del coche y levantaron el vuelo al acercarnos, ¡qué maravilla verlas vivir en libertad en aquellas soledades!

La senda enlazaba con el pueblo de Pozos, de la Cabrera, pero nosotros no necesitábamos llegar ahí. Cerca, nacería el río Pequeño, que engrosaría el Eria, que riega la Cabrera y llega a Castrocontrigo, pero hablar de esos recorridos sería otro cantar, que seguramente cantaremos próximamente.

Sin dejar las faldas del Teleno, le rodeamos hasta encontrar un paraje en el que dejamos el todoterreno y comenzamos la ascensión a pie. La sierra es amplia y no se acierta a saber en cual cresta está el punto geodésico, sobre todo porque no íbamos por una ruta señalada.

El camino es duro, el suelo es seco y pedregoso, requiere fuertes piernas y tobillos resistentes.
Nos encontramos una extensión considerable antes de rematar la subida y poder ver el inmenso panorama que se ve al otro lado de la vertiente. Es indescriptible la sensación que se experimenta al rematar la altura después de este duro paseo.

Allí arriba hay una piscina de mármol en la que, seguramente, los romanos almacenaban el agua o, según cuenta la leyenda, en la que el dios Marte-Tileno, apagaba los rayos, que le sobraban o dejaba de lanzar en las tormentas.

En determinado punto de la ascensión, se aprecian unos riscos de peñas horadadas para dar paso a los canales de conducción de agua, que suministrarían el caudal a las explotaciones romanas, algunas separadas de estas cumbres por muchos kilómetros.

Comemos allí arriba tratando de escudriñar pueblos conocidos, como la Bañeza o Astorga, o imaginando qué serían esas manchas de poblados, que se observan por doquier.

Realmente es un privilegio estar en las cumbres del Teleno. Se siente algo estremecedor pues, nuestros ojos que han visto las cumbres del Teleno, desde hace tantos años, desde tan distintos puntos de nuestra geografía humana y sentimental, pareciéndonos siempre inaccesible detrás de su cumbre nevada u oculta entre las brumas, lo contemplan ahora desde la cercanía. Lo hemos contemplado desde las carreteras de salida de León tanto en dirección a la Bañeza, como hacia Astorga o por la de Benavente, lo hemos fotografiado desde la distancia, apostados en la muralla de Astorga o en las cunetas de la carretera al monte de Palacios de la Valduerna… y ahora estamos en contacto con sus piedras milenarias.

Al descender nos topamos con unas ruinas, comprendemos que son restos de un poblado minero, de época romana y las murias verdecidas, los testimonios de lavados de materiales efectuados allí mismo.

Nos encontramos con unos turistas, que recuerdan sus andanzas por allí, cuando los profesores de la universidad les llevaron a estudiar esos restos y recogen una losa de mármol rosado y algunos trozos de tégulas. ¡Seguramente tendrán mejor destino en sus manos que en aquel abandonado campo… ¡

Un guarda forestal, alzado sobre el peldaño de su jeep, otea con los prismáticos y al acercarnos, nos dice que busca un coche con unos cazadores a los que les ha tomado una pieza. Nos muestra un ciervo, el pobrecito yace a los pies del asiento delantero, no más grande que un perro. Da pena ver al animal, uno de los pocos que quedarán...

Seguimos rodeando el Teleno y nos despedimos de él tomando la carretera que enlaza con el Morredero. lugar deportivo de la gente del Bierzo, más próxima a Ponferrada.

Reportaje fotográfico de la siguiente excursión al Teleno y más allá.