20 junio 2014

La Mata, dorada playa de primavera

Los amigos que seguís este blog os estaréis preguntando: ¿por qué estos tíos dejan de escribir en mayo? pues porque nos vamos a la Mata. No se trata de la Mata de la Bérbula, La Mata de Curueño, La Mata de Monteagudo, La Mata de la Riba, porlas que hemos peregrinado en el Viejo Camino de Santiago o de la montaña. Se trata de la Mata de Torrevieja.

También llamada Torrelamata, es una pedanía de Torrevieja. Sí la de las famosas habaneras. En La Mata disfrutamos de la playa, paseamos junto al mar como los niños del Pireo, leemos libros, nos reencontramos con los amigos, que igual que nosotros todos los años acuden a la cita vacacional, descansamos...

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En fin, como dice la canción: "La Mata doradas playas de primavera, La Mata vivir quisiera siempre en tus tierras"

Lo primero que hacemos al llegar es izar la bandera de León en nuestra terraza.

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No os imagináis la cantidad de gente que al pasear se para y pregunta: ¿Ah, pero también sois de León? y es que en La Mata veranea mucha gente, también de nuestra tierra.

Cuando no estamos bañándonos en sus preciosas playas, paseamos hasta la plaza del embarcadero, hasta el puerto romano o cuando ya está anocheciendo, para robar la última foto al sol, que se pone junto al paraje natural del molino del agua, o ir al Parque Natural de las Salinas.

Dicen los historiadores que la localidad se originó gracias a la explotación de la Sal desde tiempos de los romanos, de los que quedan restos de su puerto.

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Junto al embarcadero debieron de construir una torre, no la que vemos en la actualidad, que fue reconstruida sobre las restos de otras anteriores en el siglo XVI, por el ingeniero Juan Bautista Antonelli.

Allí vamos al amanecer a disfrutar de la brisa y apoyados en el murete, queremos imaginar la angustia de los defensores de esta torre medieval, cuando el 15 de agosto de 1358 la flota de don Pedro el Cruel o el Justiciero, llamado así según quien lo cuente, estando en guerra con Aragón, se dirigía desde Cartagena para atacar Alicante y lo destrozó con su artillería, mandando prender fuego a las casas colindantes de las familias de la guarnición de los 10 arqueros. Pobrecillos, que tuvieron que escapar hacia el castillo de Guardamar.

La bonita torre que hoy preside nuestros paseos por la plaza, fue destruida y reconstruida de nuevo en sucesivas ocasiones, por causas guerreras o fenómenos naturales, como terremotos, que son frecuentes aquí. En 1982 ante la amenaza de derrumbe definitivo fue restaurada por el Ayuntamiento.



En la descripción que realiza el ingeniero militar Pedro De Navas en 1787, señala que disponía de un cañón de bronce para defender al pueblo de los ataques berberiscos.

En la biblioteca tuvimos ocasión de consultar un blog muy interesante con más de seiscientas mil visitas: franciscorebollo.blogspot.com en el que podéis leer muchas más curiosidades.

En él pudimos leer muchísimas historias, anécdotas o leyendas, como por ejemplo el nombre de Torrelamata, que hace mención por un lado a la inmemorial Torre de la que estamos hablando y por el otro a "la mata", un arbusto lentisco típico del Mediterráneo que, en su tiempo fue muy abundante en las cercanías del embarcadero de la sal. En la actualidad lo podemos ver en la plaza del pueblo y también en el parque natural. Debió de ser bastante grande el susodicho lentisco porque, los marineros tradicionales nos cuentan que antiguamente para efectuar las maniobras de entrada al puerto se orientaban al divisar por un lado la torre y por otro el gigantesco lentisco surgiendo así la leyenda de Torrelamata.

Se suponía que la Torre era una antigua fortificación de la época de los romanos. Se ubicó en la entrada del muelle para cargar la sal. En esta época los arqueólogos dicen que hay indicios de una factoría de salazón en la parte norte de La Laguna, también en la parte cercana al Acequión, que hoy recibe el nombre de Puerto Romano, se han encontrado ánforas y restos arqueológicos de un primitivo embarcadero del siglo primero después de Cristo. Parece ser que desde aquí se exportaba a Roma el "garum". Se trataba de un compuesto muy apreciado, formado por sal, sardinas, salmonetes, boquerones y otros pescados de la zona, que se dejaban en salmuera y luego,maceraban al sol durante el verano, junto con hierbas aromáticas,como tomillo, hierbabuena... todo esto se removía varias veces al día y se almacenaba en las ánforas, para enviarlo desde aquí a la capital del imperio, donde era considerado un carísimo alimento, con propiedades afrodisíacas. O sea, que el Chumi churri de las barbacoas del gran Julio César salía de este lugar, en el que ahora nos encontramos, ¡fijaos que importancia!



De nuevo en la ensoñación, podéis imaginar mientras contempláis el horizonte, los antiguos barcos exportando vía marítima a Génova, Nápoles, Niza y los más importantes puertos del Mediterráneo. Todo desde este paraíso turístico en el que se ha convertido en la actualidad.

Pero volvamos a las Salinas...en el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el sabio, se dispone que la rentas de la sal son para los Reyes.Las regalías eran pues derechos económicos para la corona. Su hijo Sancho el Bravo concede las salinas de la vecina Torrevieja a la gente de Orihuela, quedando las de la Mata para la corona, por las grandes rentas que aportaba.

En 1465 las encontramos arrendadas por la familia Santángel, judíos conversos procedentes de Aragón, que fueron los arrendatarios por más de 47 años. El primero de la saga, Luis Santángel, era escribano al servicio de la casa real aragonesa, lo que le permitió estar presente en las Capitulaciones de Santa Fe, donde se le presentó la ocasión de realizar un préstamo de 1.400.000 maravedíes. Esta cantidad le sirvió de anticipo para el arrendamiento de las salinas de la Mata y aunque el importe parece importante las salinas estaban consideradas las mejores de la corona.



Luego, en virtud de una Real Orden del 21 de octubre de 1802, cómo nos recuerda un monolito en el embarcadero de la sal, el rey Carlos IV mandó trasladar los edificios de las Reales Salinas de Torrelamata a la nueva población de Torrevieja. El 3 de marzo de 1803 se dio cumplimiento a este Real Orden y en 1830 la Real Audiencia de Valencia nombra el primer Ayuntamiento de Torrevieja.

Lo que parece un golpe final, para este hermoso pueblo, no lo fue en realidad, pues hoy podemos disfrutar desde 1994 del parque natural protegido, desde cuyos observatorios podemos ver una gran cantidad de aves como dije al principio, observar las bonitas puestas de sol entre los pinos que rodean la Laguna Salinera.


Las Viñas que adornan su entorno, convertidas por la mano experta de bodegueros como Simón, en vermut casero o el vino blanco de la Mata, con Denominación de Origen Protegida, elaborado con uva Merseguera, de forma artesanal, en estos viñedos centenarios, por no verse afectados por la filoxera, plaga que no prosperó en este suelo arenoso y árido de las 75 hectáreas alrededor del Parque Natural.



Las viejas casitas marineras se transformaron en viviendas turísticas, llenas de gentes hablando distintos idiomas. Aquí tienen su hogar alemanes, ingleses, personas procedentes de toda España y de Europa, como una actual Babel, porque todos vienen a disfrutar de estas magníficas playas

Así con estas historias y os paseos se nos va haciendo de noche, pero todavía nos da tiempo de hacer una foto junto al paraje Natural del Molino del Agua.

Hasta mañana amigos.