30 noviembre 2012

Nieve en Geras de Gordón

Hoy viajamos hasta Geras de Gordón, para disfrutar de la primera nevada del año. Este pueblo y sus alrededores constituye uno de nuestros lugares preferidospara disfrutar de la montaña. Ved nuestras fotos.

Geras de Gordón

Como este pueblo es uno de nuestros favoritos, al que venimos a menudo aquí tenéis otro relato.
Mi abuelo Juan Sabugal era de Barrios de Gordón, de donde salió de joven a trabajar en las vías y obras del ferrocarril de la hullera, que entonces se trazaba para dar salida al carbón de estas tierras hacia los altos hornos de Bilbao. En Geras vivía su hermano, el tío Salustiano, la tía Salvadora y los primos Gabriel, Pepe, Laudelino y Pilar. Mi familia venía a visitarles y mis hermanas Pili y Tere dieron clase en la escuela de este pueblo, pero ya hace muchos años de esto.
Ahora he sabido que cuando mi madre estaba esperando mi nacimiento vivían unos familiares aquí que tenían una hija muy guapa que se llamaba Rosamari y así quiso llamarme mi madre.

Geras de Gordón

Esto iba pensando mientras contemplaba la inmensidad del paisaje blanco. Todavía no había nevado en León, aunque todo el mapa de España estaba amenazador de copitos de nieve, cuando se daban las previsiones meteorológicas.

En la capital apenas cayeron chispitinas, que no llegaron a cuajar, pero veíamos las montañas de los alrededores de la capital, blancas y a ratos relucientes por el sol. Así que decidimos ir a buscar la nieve y la verdad, que disfrutamos un montón. Ya la carretera estaba limpia y los quitanieves habían dejado un borde blanco por toda la cuneta y en las curvas la altura crecía.

Geras de Gordón

Las montañas, casi blancas, dejaban ver los bosques renegridos, entre praderas de un manto de nieve inmaculado. El cielo también blanco, casi se confundía con los picos de la montaña, salvo en los casos en los que aparecían esas nubes cargadas de nieve, que danzaban entre multitud de tonos grisáceos.

Geras de Gordón

Los árboles lucían bolas de nieve, que se mantenían pegadas a las ramas, aquí y allá, en estraño equilibrio.

Despacito, observando cada pueblo al pasar, llegamos a Geras de Gordón y aparcamos para pisar la nieve y fotografiar los detalles.

Geras de Gordón

Cuando era niña había un taxista en León, que era de Geras y mi familia le encargaba sus viajes, como amigo que era. Yo me acuerdo de un viaje que hicimos hasta aquí en su taxi. Anochecía y me acosté en los asientos traseros. A través de la ventanilla iba viendo el cielo, bailando en curvas y curvas del camino. Me parecía una enorme distancia desde León, iba como en un mareo, me impresionaba la montaña, los túneles, las tenues luces de los pueblos, el frescor de la noche húmeda.

Cuando hoy llegamos al pueblo salía el hijo de Manolo, del Restaurante Entrepeñas, donde siempre paramos a degustar su deliciosa cocina y comprar sus productos de matanza. Iba lanzando al aire a un pajarito caído. ¡Qué guapo era y estaba anillado! Había más entre las ramas próximas al río, tal vez era una pandilla que viajaba a lejanas tierras.

Geras de Gordón

Geras de Gordón

Lo primero que nos llamó la atención fue este pajarito precioso, de pecho amarillo y azul, que parecía conversar con el perro, que se aproximaba con aspecto familiar.

Enseguida quisimos plasmar cada detalle del pueblo. Eran muy hermosos todos sus tejados blancos, algunos formando hileras.

Geras de Gordón

Apreciábamos cada detalle, el caserío vestido de blancor, los jardines por delante de las casas con sus pompones de bolas, los aleros adornados con amenazadores chupiteles de hielo, el tímido sol haciendo brillos tras las nubes.

Geras de Gordón

Los frutales silvestres, aún tenían pequeñas manzanas amarillas, que semicubiertas por la nieve, parecían bolas de adorno de un árbol de navidad.

Geras de Gordón

Las agabanzas brillaban con sus semillas rojas entre la nieve, incluso los tallos mostraban colores más intensos en contraste con la blancura del paisaje.

Geras de Gordón

Luego fue un lujo encontrar la fuente, cargada de nieve. Se había ido amontonando al retirarla de la carretera y el agua del pilón estaba medio helada. Aún el chorrito caía juguetón haciendo temblar el hielo y produciendo reflejos y gorgoritos.

La capa de nieve caída sobre los tejados se escurría lentamente en agudos cuchillos de hielo que brillaban hasta la última gota, temblona como un punto de luz.

Geras de Gordón

Caminando por las calles todos los detalles nos sorprendían. Los edificios medio derruídos, vestían los rebordes de sus muros con nieve virgen y de lejos ofrecían un aspecto curioso de construcciones geométricas.

Geras de Gordón

Las callejinas estrechas acumulaban nieve pura, sin pisar, que quizá perduraría durante mucho tiempo allí.

Geras de Gordón

Bajo un galpón un caballo nos observaba paciente, sin preocuparse en saber cuánto tiempo duraría su inactividad.

Geras de Gordón

La iglesia del pueblo sobresalía entre el caserío, con la cruz de su espadaña recrecida por un manto de nieve y el pino de su jardín brillaba más verde con los contornos blancos de algunas de sus ramas.
Allí nos detuvimos a admirar la piedra con la inscripción, de la que tuvimos noticia a través del blog de un amigo de Geras, cuya esposa y familia conocimos a través de nuestros hijos.

Geras de Gordón

Cuando llegamos al río, la perspectiva del pueblo era magnífica. Esta estampa, donde nos hemos fotografiado con los hijos de los primos en las visitas veraniegas, es un símbolo del pueblo.

Geras de Gordón

El puente blanco en su suelo, resaltaba con los grises humedecidos de los sillares de sus basas.

Geras de Gordón

El adorno de sus polletes, con las bolas que los remataban, estaban tapizados de gruesa capa de nieve pura.

Geras de Gordón

El agua del río gris azulada, discurría entre orillas de blanca nieve, que se mantenía en los bordes y a veces sobre algunos de los cantos rodados o grandes pedruscos.

Geras de Gordón

Junto al puente estaba Luci, una vecina de la casa de los tíos, que por los santos estuvo charlando con mi prima Pilar. También nosotras charlamos y me dijo que sabía de ella a través de Sara que era del pueblo de su marido y me mandó recuerdos para las dos. Ella se acordaba de la tía Salvadora, cuando se fue del pueblo para vivir con su hija Pilar. Echamos una ojeada al puente y recordé cuando se casó Pilar y los mozos corrieron la rosca en el puente. Era una boda preciosa, las mozas las vinieron a cantarle el ramo a la novia, a la casa. El corral de la entrada estaba preparado al efecto con varias mesas, con pañitos blancos llenos de puntillas, sobre los que abundaban dulces y bebidas, para los que llegaran a agasajar a la novia.
Hacia el pueblo llegaban por la carretera unos caballos con su potrillo, tan formalitos y solitarios. Nosotros dijimos adiós al pueblo y también nos dirigimos a nuestra casa, fotografiando desde la carretera y mirando embobados el paisaje azul y blanco.

20 noviembre 2012

El Cebreiro

Carta abierta a Luis
Amigo Luis: Como sabes, ayer hemos viajado al Cebreiro con los Amigos de la Asociación, con idea de hacer una etapa del Camino de Santiago, aunque fuera al revés, yendo del Cebreiro hasta Ferrerías.

El Cebreiro

Nos hubiera gustado tenerte con nosotros de forma física, porque en el corazón de todos estabas y te mentábamos cada poco, así que te escribo esta carta y ahora más descansados “¡caminemos juntos!”.

Yo recordaba la última vez que pasamos por este mágico lugar, en el mes de enero. Te dejo aquí las fotos para refrescar la memoria.

En esta ocasión el encanto del paisaje se vio reforzado por la niebla (”meona”, que diríamos en León.) que le daba un punto de misterio al conjunto monumental, cruceiro, cementerio, pallozas e iglesia se ofrecían a nuestra mirada como surgidos de otro tiempo.

Entramos en la iglesia y fotografiamos, para que puedas contemplarlo de nuevo como si estuvieras con nosotros, el Cristo románico, que como tú sabes se trata de una copia.

El Cebreiro

El original se lo han llevado (¿expoliado?) para Madrid, como muchas otras cosas de valor que había en todos estos pueblos.

Pudimos contemplar también el Grial gallego, que se venera en este lugar.

El Cebreiro

Buzzi nos había contado magistralmente lo que cuenta la leyenda, aprovechando el viaje en autobús, el milagro que tuvo lugar aquí, de la transformación del pan y el vino en cuerpo y sangre visible, para reforzar la fe del celebrante y del único feligrés que asistió aquel crudo día a la misa.

El Cebreiro

Dicen que la Imagen románica de Santa María la Real, que se encuentra a su derecha inclinó la cabeza para ver mejor el milagro.

Fotografiamos a ese Santiago del altar de la izquierda junto a la cabecera de la tumba del mítico sacerdote Elías Valiña.

El Cebreiro

¡Cómo nos hubiera gustado que estuvieras aquí, para contarnos su estratagema para promocionar el Camino! Aquello de cuando empezó a pintar el Camino de Santiago en los Pirineos y vinieron dos guardias civiles a preguntar qué hacía. “Estoy preparando una invasión de España” les contestó… Pero esto lo explicas tú mucho mejor que yo.

Nos sentíamos un poco, como los caballeros del rey Arturo en busca del grial, junto a esta emblemática iglesia entre románica y gótica.

El Cebreiro

Nos veíamos como personajes medievales junto a las pallozas típicas de la zona, en un pueblo con encanto y dejando unas monedas en la tienda de recuerdos.

El Cebreiro

Como somos también, otro poco peregrinos y nos queda por recorrer aún todo el camino, dejamos el enclave de o Cebreiro en Galicia y tomamos el sendero que nos lleva a Laguna de Castilla, el último pueblo de León.

El Cebreiro

Cuando llegamos a Laguna de Castilla entramos en el Bar La Escuela para que nos sellaran una postal, que habíamos comprado y también sellado en el Cebreiro para llevar de recuerdo. Sobre todo para nuestros amigos Nani y Antonio, que se estrenaban en el Camino de Santiago, con mucha ilusión.

El Cebreiro

De Laguna es, según quien nos cuente la leyenda el labriego que subió a oír la misa, otros dicen que de Barjamayor. El monje descreído era un francés de Aurillac que menospreció la fe del pobre labrador y le comunicó sus dudas sobre el milagro de la transustanciación. En las bulas de los Papas Inocencio VIII y Alejandro VI se hace mención al milagro y dicen que junto al altar se encuentran enterrados el fraile y el labriego de la historia.

El Cebreiro

Desde el camino se contemplaba un amplio paisaje de colores. Las cimas de las montañas azuladas, los valles llenos de pastos verdes, salpicados de copas amarillas de abedules, tonos tostados de robles o de hayas y manchas marrones de los helechos secos.

En la Faba nos cruzamos con un gaiteiro que nos dijo que venía tocando desde Francia, pero yo le ví los zapatos muy limpios. Aunque ¡nunca se sabe por estas tierras! A lo mejor era el flautista de Hamelin, pero a nosotros nos dio suerte, porque aquí pudimos comprar pan y empanada en la furgoneta de la panadera, que abastece a estos pueblos.

Otros compañeros lo pasaron peor, pues se perdieron en estos parajes y se llevaron un susto que no pasó de ser eso. Son las aventuras para contar después del camino.

Caminé un poco con Nabor que al igual que tú, sabe transmitir la mística de los peregrinos. Él, por ser del Bierzo, conoce muy bien todos los pueblos que se divisaban en la lejanía, entre los montes, pequeñitos como decoración de un Belén.

El Cebreiro

Anselmo e Ino me contaron multitud de historias y anécdotas de cuando ellos peregrinaron a Compostela.

El Cebreiro

Antonio y Nani hicieron bonitas fotografías de estos rincones de belleza inigualable y quedaron encantados con la experiencia.

Bajamos resbalando por un camino, “corredoiras” le dicen aquí, que nos dejaba entrever el hermoso paisaje que se desplegaba a nuestro alrededor. Las hojas de los castaños alfombraban el suelo y nos impedían apreciar, que en realidad transitábamos por una calzada romana, perfectamente conservada durante más de 250 metros.

Poco antes de llegar a Herrerías se encuentra casi escondido un pequeño puente medieval con mampostería de pizarra.

Ferrerías, puente romano

Hay otro puente más grande al final del pueblo, recientemente restaurado. Es más conocido y está señalizado como de origen romano.

Hospital medieval

A la entrada del pueblo nos llamó la atención una casona de aspecto medieval y al preguntar, me dijeron que nos encontrábamos en el barrio del Hospital, que debe su nombre al hospital o albergue de peregrinos que mandó construir la familia Plantagenet. Sí, sí esa del Ricardo Corazón de León.

Bueno amigo, ya sé que estando convaleciente, no se te puede dar la “turra” mucho tiempo y quizá estarás bostezando con esta historia. Será mejor que hagas un descanso mirando las fotos que hicimos.

Termino diciéndote que en Balboa lo pasamos muy bien, pues nos esperaba un Magosto.

Balboa, magosto

Comimos las tradicionales castañas asadas a tambor, patatas asadas con aceite y pimentón y magdalenas y tartas y otras exquisiteces elaboradas con harinas de castañas.

Balboa, magosto

Amor trajo la pandereta y las castañuelas y su hijo Gabriel la gaita, como en la inauguración del Albergue de Cabanillas, ¿te acuerdas?. Las chicas nos deleitaron con cánticos tradicionales, bailando y tocando las castañuelas.

Balboa, magosto

Nuestro amigo Antonio lució su chorro de voz cantado incluso rancheras, otro socio se le unió para entonar los dúos y los demás llevábamos los coros y los aplausos.

Ayer, antes de partir para Madrid me dejó esta coplilla que compuso en agradecimiento de todos los participantes:
Adiós con el corazón
que de todos despedirme no puedo,
me lo he pasado muy bien
recibid un abrazo sincero.

Poco a poco se hizo de noche y volvimos a León fijando en la retina toda la belleza que habíamos visto.

El Cebreiro

Un día redondo, que me hizo desmayarme, según parece, de satisfacción, ya que después del susto que propiné a todos en el autobús, no fue nada. Y, como dijo Rosi, ¡¡¡muchas gracias a todos, es una suerte estar entre amigos!!!.

¡Ah! y como te esperamos en la próxima caminata, hasta entonces, recibe un abrazo muy fuerte de todos tus compañeros y amigos.


Rafael Cid

11 noviembre 2012

Tabuyo del Monte, reencuentro


11.11.12
Aquella mañana de otoño nos fuimos a Tabuyo del Monte, a vivir el reencuentro, pues aún en nuestro corazón estaba el recuerdo de otros días en este pueblo, con el gozo de los éxitos logrados en sus pinares, con las iniciativas de retomar la explotación de la resina. Pero ahora volvíamos con el ánimo solidario de agasajar a sus gentes, entristecidas por el terrible incendio de este verano.

Nos acercamos hasta el edificio donde se ubica el aula de la naturaleza y ahí mismo ya había pinos que estaban produciendo resina.

Tabuyo, reencuentro

La resina se derramaba generosamente, dejando su huella sobre la corteza áspera y rugosa del pino. Los cazos de plástico habían sustituido a los que años antes hicieran los jiminiegos con su famoso barro cocido, algunos de los cuales yacían en el suelo.

Tabuyo, reencuentro

El aula micológica estaba cerrada, pero en el jardín de la entrada pervivían las setas de madera, ajenas a los cambios climáticos de cualquier estación.

Tabuyo, reencuentro

Conocimos al ebanista del pueblo, que amablemente nos enseñó su taller y muebles que había hecho para su casa.

Tabuyo, reencuentro

Hacía cosas preciosas con las maderas, de las que sabía muchas características y las estudiaba, hasta a través de internet. De muestra la propia puerta de su casa, que veis aquí.

Dejamos el coche junto a la fuente de la pinada y caminamos sobre el puente que hay sobre la presa del embalse, siempre admirando el Teleno nevado al fondo.

En la mañana soleada el agua azul limitaba con arenas relucientes, sobre las que se alzaban los verdes pinos, el gris de las rocas y más allá las cumbres azuladas del Teleno vestidas de nieve. Como de costumbre, alguna nube se reclinaba suavemente sobre las cimas...

Tabuyo, reencuentro

Las setas del Teleno, famosas en el mundo entero.
Aquí se nos ofrece una lección para los que nos acercamos al monte, no sólo la realidad de los setales, sino también el Aula de Interpretación que han preparado.

Fuimos a comer al "Comedor del monte", donde nos recibieron las mujeres empresarias, agradecidas de recibir nuestras condolencias tras el incendio del bosque. Con las cabezas juntas, cerrando un lazo de amistad, susurramos nuestros pesares, comentamos los detalles del siniestro y los planes de futuro que tiene el pueblo.

Tabuyo, reencuentro

Como siempre, como si nada hubiera pasado, ellas con su entereza, nos dieron un exquisito menú aderezado con setas. Las alubias siempre exquisitas, la carne con el aroma de los níscalos en su justo punto, el mousse de frambuesas, que les han hecho famosas no faltaron en los postres y hasta las pastas del café¡ con harinas de hongos! Todo en plan delicatessen.

Tras la comida nos despedimos de estas mujeres emprendedoras, símbolo del buen hacer de las gentes de Tabuyo. Con gran cariño, deseamos que les siga yendo muy bien con sus iniciativas. Compramos los productos que elaboran y embotan, con su estilo tradicional y que se han hecho famosos, en parte a través de sus ventas on line.

Después de comer paseamos entre los pinares tocando las castañuelas, queriendo alegrar a los árboles, a las matas que los circundaban e incluso a algunas setas, que encontramos al pasar.

Cuando nos encontramos con varias personas, que iban paseando al sol tibio, que ya caía oblicuo en la tarde fría, cantamos y tocamos castañuelas con ellas. Sabían tocarlas muy bien, no es de extrañar, en los pueblos de la maragatería y alrededores se ufanan de mantener la tradición. Cantan, bailan y tocan los instrumentos tradicionales, no sólo la gente mayor, que lo vivió en su mocedad, sino también los jóvenes, que ahora van al Conservatorio a dignificar los antiguos saberes.

Tabuyo, reencuentro

Seguimos el paseo escudriñando el campo y el paisaje. La diminuta seta vimos que nace de una piña...¡qué generosa es la naturaleza!

Tabuyo, reencuentro

El tocón se ha convertido en una estrella, anidada en la tierra. Las setas, como casas de los enanitos están relucientes entre los musgos.

Tabuyo del Monte

Rafa no renunciaba a fotografiar la basílica y en vista que ya no íbamos a acercarnos a verla la sacó desde la lejanía y le quedó muy bien.

Tabuyo, reencuentro

07 noviembre 2012

Colinas del Campo, Igüeña, Noceda del Bierzo


Igüeña
Hay, a lo largo del año, dos o tres rituales con los que todo montañero que se precie debe cumplir: hacer una excursión a “Picos”, participar en un Belén de cumbres por navidad y… ¡asistir a un magosto berciano!
Ved nuestras fotos de ese día aquí.

Igüeña

Así que un grupo formado por miembros de la asociación de Amigos del Camino de Santiago y de la Delegación de Montaña de León nos dimos cita en Colinas del Campo, para hacer una ruta de senderismo hacia Igüeña.
Caminamos por una parte de la 16ª etapa del Viejo Camino de Santiago, también llamado el Camino Montañés o el Camino olvidado.
Para finalizar iríamos a comer unas castañas asadas en la Cooperativa de Noceda del Bierzo.

Colinas

Iniciamos nuestra andadura en el pueblo de Colinas, después de callejear por este hermoso pueblo.

Colinas de Martín Moro Toledano

Posiblemente este camino pueda ser datado en época romana, ya que, desde luego, está plenamente documentado en la Edad Medía. Constituía uno de los ramales del Camino de Santiago, que enlazaba el Camino Francés con el del Norte. Pero este camino era anterior, como podéis comprobar en esta página:

"Como referencia de este Camino tenemos la CARTA DE GUNDISALVO A FROILANO del año 1002 que habla de un viejo camino a Santiago que pasa por las Omañas y desciende hasta llegar a Cacabelos: “Por Fasgar fuimos al paso alto entre dos montañas, donde rezamos a Santiago en su ermita, que allí hicieron para agradecerle haber vencido a los moros. Bajamos por las Colinas del Moro y sus lomas rojas, hasta la cruz alta donde todos los peregrinos dejaron un canto como recuerdo.”(Vexu kamin: viejos caminos de peregrinación. (Julián González Prieto. Ed. Monte Casino 2004) "
Dicen que Colinas del Campo de Martín Moro Toledano es el pueblo con el nombre más largo de España, pero lo que también es cierto, es que es uno de los más hermosos y típicos de nuestra provincia de León.

Colinas

Al llegar tomamos el café en uno de los bares abiertos y recorrimos las calles hacia el río y la iglesia.

Colinas

Tiene unos rincones muy bonitos, pues conserva todo el encanto de nuestras construcciones tradicionales, como si el tiempo no tuviera prisa y se hubiera detenido, para contemplar el paisaje que nos rodea.

Colinas

En otras ocasiones que hemos tenido ocasión de “montañear” por aquí me contaron una hermosa leyenda. Fue durante la reconquista, los habitantes del pueblo acudieron a pedir ayuda al rey cristiano para expulsar a los moros y este les dijo que esa tarea era más difícil que capturar a un oso vivo. ¿Sabéis que pasó? Pues que los lugareños ni cortos ni perezosos se presentaron con el oso ante el rey para reclamar la ayuda necesaria para reconquistar su territorio.

Colinas-Igüeña

Sobre esta leyenda de Colinas de la caza de un oso vivo ver el blog:
Es además un blog muy interesante.

La cosa no debió ser fácil, a pesar de todo, pues un poco más lejos, en la campa de Santiago, hay una ermita en homenaje por la ayuda recibida del apóstol de la Batalla de Clavijo.

Campo de Santiago

Aquí me contaron que el santo se asustó un poco al ver el gran número de enemigos y condujo una retirada estratégica justo por el camino por el que yo hacía la travesía.

Pero ¿cómo fue que ganó la batalla? pues muy sencillo: La Virgen María le envió unas mariposas de las que en la actualidad abundan por el recorrido, de forma que para contemplarlas le obligaban a girar en círculo. Entonces se dio cuenta de su error. Comprendió finalmente cual era la tarea encomendada y persiguió a los agarenos, hasta que finalmente dijo ¡acábelos! Y ya está: había llegado a Cacabelos (de nada señor Prada)

Colinas

Leyendas aparte, por estos lugares,en el Viejo Camino de Santiago, y en honor al santo se construyó la ermita. La ermita se derrumbó en 1796 siendo reconstruida tal y como se conoce en la actualidad en 1858 gracias a la ayuda de los vecinos de los pueblos de Colinas y Fasgar.

Y la hazaña tomó después sones de romance popular que dice así:

Señor Santiago bendito
que de los cielos bajaste
veinticinco mil moros mataste
en el campo de la victoria.
Y ahora te vas a los cielos
con los santos y la gloria


La existencia de las ruinas de Villa Armenia, que fue un Hospital de peregrinos lo prueba suficientemente. Muy cerca de Colinas, existen las ruinas de dos castros, uno en cada margen del río, probablemente de época Prerromana.

Colinas

En el río Susano existen restos de explotaciones romanas de oro y la Cueva de la Cerneya, muy cerca del cresterío de la sierra, probablemente fuera una mina para la explotación de oro.

Colinas-Igüeña

Ya fuera por las batallas libradas o por las minas que aportaban pingües beneficios a la Corona, lo cierto es que los mozos de Colinas tenían desde tiempo inmemorial un privilegio que les eximía del servicio militar y de pagar impuestos.

Existe el documento original, que se encuentra en el Archivo Histórico de Simancas. Está en latín y es, además, de los más antiguos (de fecha 11 de Agosto de 1.229). El documento pone "Era MCCLXVII-era 1267", porque entonces todavía se contaban los años desde el comienzo del imperio del Emperador romano Augusto, no desde el nacimiento de Cristo., que fue 38 años después…

Por el camino tuvimos la suerte de encontrar una naturaleza otoñal impresionante, algunas setas, que unos montañeros nos fueron explicando, así como el nombre de los líquenes y otras plantas autóctonas de la zona. Nos agradaron sus explicaciones y les agradecimos la compañía y que nos invitaran a la conferencia que se realizaría el viernes en La Casa de Asturias, sobre sus experiencias de montaña en Canadá.

líquenes

Nosotros seguimos por una senda junto al río entre árboles otoñales, hasta Igüeña. Esta población, como pinta su escudo, fue mitad minera y mitad vegetal, aún tiene una estampa ciudadana con amplio caserío. Dimos cuenta de los bocatas regados con buen vino del bierzo que degustamos en el bar Sabugo de la localidad. Hicimos un filandón improvisado mientras tomamos un café, pues llovía a mares.

Igüeña

Cuando escampó nos fuimos, atravesando el pueblo, por el camino al Boudin, desde donde nos prometían hermosas vistas.

Igüeña

Enfilamos los soutos de castaños, con sus hermosos troncos añejos.

Hicimos luego unas fotos testimoniales junto al autobús, con Santiago, Yolanda, Mar, Tere y Pilar, buenos amigos de escapadas montañeras.

Igüeña

Luego nos llevó el autobús hasta la cooperativa de Noceda donde nos esperaba un sabroso magosto. Nosotros guardábamos un grato recuerdo de este pueblo, por otra excursión que hicimos aquí. En aquella vez, disfrutamos de sus fuentes en lugar de sus castañas...

Cooperativa de Noceda del Bierzo

Ahora compramos y comimos castañas, que estaban muy ricas.

Cooperativa de Noceda del Bierzo

Poco a poco, mientras el sol se iba escondiendo en la montaña, tomamos rumbo a León. Nabor nos contaba el nombre de los pueblos por los que pasábamos en el autobús y con el gracejo propio de la gente del bierzo lo salpicaba con sus anécdotas personales.

En resumen: un día redondo.