06 septiembre 2008

Sayago, mis raíces...

Rafa y yo cogimos el coche y nos fuimos a Sayago, pensando en visitar a la familia en Argañín, conocer los alrededores y disfrutar del Parador de Sayago, que hay en Muga y del que nos habían hablado Segurado y Mari, que habían estado allí.

Consultamos el libro Por los pueblos de Sayago de J.Luis Valdueza Morán, del que extraemos muchos datos que recogemos aquí. Sus fotografías nos incitaron a recorrer estos singulares monumentos.

Nos interesaron mucho sus datos sobre Geología: Los amantes de la geología encontrarán en Sayago una amplia gama de rocas y minerales componentes o asociados para su observación o estudio.
El paisaje sayagués guarda recuerdos de la historia de nuestro planeta y presenta formas muy bellas. Berrocales graníticos, rocas redondeadas por la erosión, encabalgadas, dan lugar a espectaculares berruecos.
Gneis.- surge del granito sometido a fuertes presiones y elevadas temperaturas, mostrando curvas.
La belleza de diaclasas, como las de Almeida, son grietas en los granitos, donde el agua que se filtró por esas fisuras, descompuso los feldespatos, los transformó en arcillas y al desaparecer el feldespato, que sirve como elemento de cementación los restantes minerales se disgregaron en productos de arenización.
En las proximidades de los Arribes las cizallas de la Era Hercínica (320-280 m.a.) concentraron minerales con yacimientos explotables: oro, wolframio, estaño, hierro...
En el 270 m.a. se forma la cordillera Hercínica de Galicia a Andalucía, que hace emerger los granitos afectando a las rocas encajantes, formando gneises, cuarcitas, esquistos micáceos y pizarrosos, areniscas genísicas y otros materiales metamórficos a lo largo del río Duero. Aureolas en las que el granito engulló en su emergencia a las areniscas que le cubrían transformándolas en cuarcitas. Hay curiosas estructuras como la Aureola de Pelazas, semejante a un árbol fosilizado.
La cordillera Hercínica se fue rebajando y convirtiendo en penillanura.
Los granitos del Este de Sayago, línea de Peñausende-Tamame-Pereruela, ricos en feldespatos, formaron grandes depósitos de caolín, explotados desde la antigüedad; para encalar los de Peñausende y Tamame y para cerámica los de Pereruela y Tamame.
Hubo finalmente procesos de opalización en las diaclasas de granitos. Las mejores silcretas (rocas silicificadas) del mundo, conforman la roca del Castillo de Peñausende.
En la Era Primaria se producen las fracturas.
La que separa las pizarras alistanas de los granitos sayagueses, servirá de cauce al río Duero, que girará bruscamente al llegar a Tras Os Montes, para adaptarse a la fractura norte-sur, cuando sirve de frontera. La fractura suroeste-noroeste sirve para alojar al Tormes.
En la Era Secundaria transportará sedimentos al Este, hacia un mar poco profundo, el Thetis.
En la Era Terciaria, con la Orogenia y el Plegamiento Alpino, originó el cambio de sentido de los ríos, que hasta ese momento vertían hacia el este, ocasionando mayores erosiones en sus cauces, excavando lechos cada vez más profundos.
En el Período Mioceno, con el transporte de materiales, ahora hacia el oeste, se formarán abanicos aluviales. El punto de partida de estos materiales será el Teso Santo (hoy con 985 m.) y los Sierros contiguos con él alineados. Formarán numerosos cerros-testigo, que configuran el paisaje sayagués, pues resistieron la erosión fluvial debido a su impermeable capa de tierras fojas arcillosas, mezcladas con cantos rodados.
Una vertiente hacia el Duero-Frontera, tiene riveras de curso corto y rápido, con espectaculares cascadas, como la de Mámoles y otra de curso lento y largo discurre hacia el Tormes.

viernes
Nuestra primera parada fue cerca del embalse de Ricobayo. Visitamos S. Pedro de la Nave, monumento del s.VII, trasladado en 1939-32, para evitar quedar bajo las aguas del embalse.
La piedra, que no procede de canteras próximas, debió de llegar por el río, en una nave..., de ahí su nombre.
La nave de la iglesia es multiforme, trata de unificar estilos, de aunar tendencias: en principio de planta basilical, gracias a dos recintos junto al presbiterio se convierte en cruz latina y mantiene las diferentes alturas de las naves.
Las columnas del crucero son de mármol, la del lado del evangelio, veteada, de una belleza soberbia. Se aúnan el estilo oriental de arco de herradura y el de medio punto, en el arco toral, así como los materiales: ladrillo y piedra. También es significativo la existencia de una cúpula. Los capiteles, muy representados en libros de arte, mantienen la temática isidoriana del sacrificio de Isaac y otros, Daniel con los leones, así como rostros que identifican con santos.
Incrustados en el presbiterio aparecen grecas con motivos pre-romanos. Hay un gran simbolismo en los motivos: racimos, aves en círculos de tallos, rosetas estrelladas y molinillos, rueda solar simbólica... Aparece grabado en un sillar el horologio solar, tablas numéricas para calcular el año litúrgico...
Se quejaban los guías, de que las estelas romanas que tiene el templo se han pulido y viajan a exposiciones por medio mundo, mientras que los santos, que carecen de interés, permanecen en lamentable estado, sólo reclamados por las preces de los fieles.

Luego continuamos nuestro camino por la N-122 a Muelas del Pan. En el pueblo de Ricobayo cogimos una carreterina, Za-3216, hasta el pueblo de Villalcampo, allí cogemos otra carreterina, la Za 3272 hacia el salto, que nos llevó hasta las profundidades del Duero, que cruzamos por la misma presa de Villacampo.
Al cruzar el río, nos encontramos en Sayago, la carretera cambia de nombre, Za 324 y de allí a Moralina, siempre serpenteando carreteras destrozadas.

Moralina está en el cruce de dos calzadas, la de Pino- Ledesma, Zamora- Miranda. Se conserva una pila próxima a una vieja noria, que es sarcófago romano.
Es la última localidad sayaguesa en abandonar la actividad tradicional de mayor raigambre: el telar. Me parecían preciosas las albardas con rayas, que llevaban los burros y yeguas de mi tía María. Me acuerdo de niña, que las veía en la casa, que pendían del balaustre de la escalera y a lo largo del muro, los sacos de telas hermosas llenos de grano.
Hay una bonita excursión por la rivera de Moralina para apreciar aspectos geológicos(p.104 del libro citado)

Pasamos por Argañín cuando ya anochecía. Dicen que su nombre procede del árabe y significa iglesia, puede ser que en otros tiempos fuera una especie de cabeza de diócesis, pues su pendón es principal en Fariza. El templo actual es renacentista con retablo del s. XVI, coronado por Cristo de la misma época. Me gusta su camerino y bella espadaña.
El pueblo se estira en diferentes barrios y las casas se alternan con los huertos y los cortinos, mezcladas con abundantes fresnos, encinas y negrillos. La rivera procede de Monumenta y discurre entre berrocales y atractivas piedras caballeras.
Sin parar en el pueblo de mi padre, que era el objetivo de nuestra excursión, continuamos para descansar y dormir en Muga.

Muga tiene un parador que es verdaderamente una maravilla. Cenamos en un comedor renacentista, con estucos y lámparas de mucho lujo. En el sótano hay un comedor con bóvedas románicas, están pintadas con escenas de la vida y lugares sayagueses, el herrero, los pendones de Fariza, los puentes romanos, el cigüeñal,...La habitación también estaba muy lujosa, sobre todo el baño con su ducha de hidromasaje.

sábado
Por la mañana fuimos a Miranda do Douro, para hacer la ruta del catamarán por los Arribes del Duero. Habíamos leído sobre D. Quijote en Sayago y de D. Diego de Miranda, el caballero del Verde Gabán, así que íbamos a descubrir una ficción.
En el catamarán Toño nos deleitó con sus explicaciones de la ruta y yo tuve un búho real amaestrado en mis manos, pues era parte de la atracción del evento.

Vinimos a comer a Argañín, a casa de Mari, que había invitado a la familia en su casa, para que pudieramos disfrutar juntos.
Luego fuimos a la Resbalina, unas peñas en las que es costumbre resbalar sentados sobre una escoba y un pedrusco. Nos animaba José Luis, así que gracias a su pericia nos bajó a los niños y a mí, Rafa se animó solo. Merodeamos los alrededores y vimos los restos de un molino, con su piedra sobre el césped, llena de musgo y verdín. En el libro de Valdueza nos habla de alguno en el sitio de Renacual, claro que con ese nombre no se puede negar que hubiera ranas cantarinas y molinos por ahí. La rivera, que procede de Monumenta, discurre a través de un atractivo entorno, entre berrocales y piedras caballeras como Peñala Campana, Rita Escusa, Molos de Campiel o Peña Corporales, pero la más arepresentativa es Peña Resbalina, próxima a la raya con Monumenta. Las aguas de pequeños cauces o riveras fluyen por la comarca, aunque presentan un régimen temporal con prolongados estiajes, están limpias y sin contaminar lo que les confiere una excelente calidad para plantas y animales. También hay charcas y fuentes repartidas por toda la comarca, que proporcionan vital importancia para numerosas especies.
Regresamos del largo paseo, preocupados de si era mucho andar para Ana y recordando los nombres de cruces de caminos, de molinos (hubo 6), de fuentes y de la rivera. Nos despedimos hasta otra ocasión y volvimos a dormir a Muga, acompañados por Jose Luis y Alfonso, que nos enseñaron el ambiente de tapeo, que había allí.

Muga tiene unos restos históricos de lejanas épocas, desde cuarcitas achelenses del paleolítico y su nombre parece proceder de pueblos indoeuropeos. También romanos, como el sarcófago, que actualmente es abrevadero en la Fuente Nueva y no es de extrañar, pues venía una calzada de Muga a enlazar con la del Norte de Cibanal.
Ha sabido conservar su folclore en el traje típico, el baile charro y el baile de la bandera. Pueblo religioso, conserva algunas cruces del Vía Crucis que seguía a la desaparecida Ermita del Humilladero. La Virgen de la Asunción, permanece en el mes de mayo en la iglesia parroquial y es trasladada a la Ermita de Fernandiel, que conserva unas interesantes pinturas murales, donde el pueblo acude en romería el Lunes de Pascua.
Muga es un pueblo emprendedor. Sus comerciantes han negociado por la comarca y es interesante su feria de ganado, el primero de cada mes. El hotel donde nos alojamos es una sorpresa para nosotros por su lujo y distinción.
El Instituto, fue una institución educativa regida por el párroco con gran éxito y la labor social realizada no podrá ser pagada suficientemente.

domingo
Regreso a casa, aprovechando una ruta, que nos permitiera conocer nuevos paisajes.
Desde Muga fuimos a Fariza.Vimos en el cantil la ermita de la Virgen del Castillo, que cristianiza un castro, a donde acuden en procesión el primer domingo de junio, desde la parroquia de Fariza, con pendones o “viriatos” ocho localidades, Fariza, Cozcurrita, Badilla, Mámoles, Palazuelo, Zafara, Tudera y Argañín, que procesiona junto a la Virgen, pues se considera que fue de su propiedad.
En el cantil, junto al Duero, se encuentran Los Castrilluzos, posible asentamiento de épocas Cogotas I y hierro. Permite admirar la adaptación al entorno de un poblamiento primitivo. Desde aquí se contempla el Duero y sus arribes, adornados de enebros, del bosque de Cozcurrita.
En Fariza está el Puente Grande, romano en sus pilares, con arcos apuntados y hacia la carretera de Badilla, el Puente de la Poza, de lancha única de pontón a pontón.
De la ermita a Cozcurrita va su camino desgranando molinos (se cuentan 20) y un hermoso puente, (barquiformes) que veremos otra vez, como le Batán, la Cascada y el Pozo Rechano, repleto de tesoros, que una enorme piedra en su boca ocultaba.
La Fragua: antigua mina, también se encuentra próxima.

Luego pasamos por Badilla, antiguo vado por el que se tributaba ante una pequeña barca para acceder a Miranda, pero nosotros ya estuvimos ayer y hoy sólo decimos adiós. Antiguamente hubo un castro arriba del arroyo. Aún se conservan huertos con cigüeñales y 3 molinos comunales, 3 fuentes y varios puentes. Los pastos del Arribanzo nutrían cabras y ahora ovejas. La carretera sigue la calzada romana que unía Fariza con Torregamones
Al pasar vimos sobre el prado 6 u 8 alimoches que alzaron el vuelo.
En el cruce a la derecha cogimos la carretera a Torregamones, donde viven Ana, Toño con Sara y Javier. No paramos, pero en el libro Por los pueblos de Sayago, J.L. Valdueza Morán nos habla de varias rutas que nos gustaría conocer: El Santo: dólmen, chiviteros, molinos y fuente.
Entramos por un desvío a Villardiegua. Tiene junto a la iglesia un berraco traído del poblado de S.Mamed, que quieren considerar una yegua, aunque el nombre del pueblo en lengua céltica significa villa de agua. Hay 20 estelas documentadas, empotradas en viviendas. Sería interesante visitar el Castro, a 5 Km sobre el cerro coronado por la Peña Redonda, en la antigua dehesa de Bozón donde se han expoliado piedras de murallas para cerramientos de cortinas y arrayos (propiedades privadas dentro de zonas comunales). Se hallan indicios de culto a la serpiente. Pueden visitarse molinos y cascada.
Por Villadepera seguimos a Pino en busca del Puente Requejo, entre Sayago y Aliste. Hasta la construcción en el 1914 de este audaz puente, sólo era posible el paso entre ambas orillas a través de frágiles barcas, que con gran riesgo, osaban cruzar el Duero. Se cuentan arriesgadas historias de contrabandos, cargadas de angustias y soledades.

Vamos por una carreterucha de vistas panorámicas, mientras admiramos este puente Pino, de la escuela de Eiffel y la majestuosidad de los arribes. Seguimos de Pino a Fonfría y recorremos ya pueblos de la comarca de Aliste. Para coger gasolina fuimos a Alcañices y pisamos el Puente de Pérez Fadón, luego volvimos sobre nuestros pasos, o mejor dicho sobre nuestras rodadas para en Fonfría tomar (Za 941) otra carreteruca hacia el Castillo de Alba.
Cubren sus ruinas el alto de un risco, donde hubo un castro, una encomienda templaria, abajo el río Aliste. Se ve la torre del homenaje, desmochada. En 1445 Enrique IV lo cede a D. Enrique de Guzmán con el título de Conde de Aliste de Alba.
Llegamos a un cruce donde cogemos la (Za 903) a Carbajales de Alba, pasamos el puente del Manzanal, sobre el río Aliste, con su área de recreo. El puente es de una sola dirección, aunque hay zonas más amplias, para efectuar paradas.
En Manzanal del Barco contemplamos el viaducto de Martín Gil, para ferrocarril, que tuvo en su día el arco más grande de hormigón del mundo, con 209m.
Aquí dejamos las embalsadas aguas del Aliste y Esla en la presa de Ricobayo y llegamos a parajes de jaras y genistas.
La carretera sigue por Palacios del Pan y Andavías.
Ya tenemos hambre y cansancio y ganas de llegar a Zamora, pero aún está la parada de Hiniesta, donde queremos contemplar el templo que encontró Sancho IV, persiguiendo una perdiz. Es muy hermoso el pórtico protegido por profundo porche de época de los reyes Católicos, el mejor de escultura gótica de la provincia, junto con Toro.

Llegamos Zamora tan próximos al Restaurante D. Sancho, que no nos fue difícil reponer fuerzas. Aunque, como estaba a tope de gente, por bodas y bautizos, no pudimos comer el arroz a la zamorana, que deseábamos, pero no nos faltaron exquisitos manjares.
Luego la ruta fue sin paradas hasta casa.