14 septiembre 2009

S. Feliz de Villalfeide, León


Hace ya mucho tiempo que tenía interés por visitar la ermita de San Feliz de Cervera, próxima a las cuevas de Vegacervera, en la provincia de León. Las calaveras empotradas en sus paredes y las marcas de canteros atraían poderosamente mi atención.
Así que, cuando Antonio y su hija Adriana nos comunicaron que habían realizado las gestiones para conseguir la llave, partimos raudos en busca de la aventura.

La iglesia se encuentra a medio camino entre los pueblos leoneses de Serrilla y Villalfeide por lo que también aprovechamos para visitar un hermoso puente medieval que cruza el rio Torio, ahora con escaso caudal de agua.

A la iglesia, protegida por las montañas de Vegacervera la afean un poco los cables de la luz cuando intentamos fotografiar una panorámica. De todas formas no hay nada que actualmente no se pueda arreglar, si dispones de fuerzas para trabajar con photoshop.

De la antigüedad de sus piedras venerables nos habla una inscripción: ERA CCLIII POST MILLESIMA CALENDIS OCTOBRIS QUOD RESTAURATAISTA ECLESIA que disimulada en la puerta sur nos avisa de la restauración efectuada en la era de1254, o sea que ya en el año 1216 teníamos constancia de que se efectuaron reparaciones en ella.

Una vez en su interior contemplamos la pila de agua bendita, la bautismal y el retablo barroco, rodeado de unas pinturas al fresco. Nos entristeció que las pinturas estén muy deterioradas por la humedad, pero lo más impresionante son las calaveras que como vigilantes desde la noche de los tiempos nos observan empotradas en la pared del lado norte del crucero.

También llamaron poderosamente nuestra atención las cabezas humanas que adornan los capiteles adosados a los muros laterales junto al retablo. El del capitel norte se tapa un ojo con la mano, otras dos cabezas llevan velos y la ultima de la derecha cuernos.

¡Calaveras vigilándonos, caras expresivas que intentan atraer nuestra atención y símbolos de canteros! ¿Qué mensaje están intentando transmitirme? Casi automáticamente recordé que el ojo único es el símbolo de la conciencia divina o como se dice ahora consciencia cósmica, también el ojo de Orus o el símbolo del Gran Arquitecto. El ojo representa la mente omniconsciente de Dios pero también simboliza al hombre que busca a la divinidad o la sabiduría.

De las características arquitectónicas me remito al magnifico estudio que han hecho sobre esta iglesia y la historia de los castros circundantes, José Manuel González García y Julia Miranda Pérez Seoane, que puede consultarse en la siguiente dirección:
www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/85-86/5valle.pdf

Siguiendo mi línea argumental, las figuras con velo no serían simplemente dos mujeres con velo sino dos aprendices, en los que el velo en la boca representa la ley del silencio. En la antigüedad el aprendiz se manifestaba a través de su tutor al que hace llegar sus opiniones por un escrito. El silencio pretende la purificación mental, el ejercicio sistemático del análisis y así educar su mente.

En cuanto a las supuestas marcas de canteros, en algunas piedras hay una gran concentración de ellas, mientras que en otros lugares no existen en absoluto por lo que se me ocurrió estudiarlas desde un punto de vista simbólico:

La letra A representa al hombre como señor de la tierra, para los cristianos es la eternidad de Dios (El Alfa y el Omega). Es también la primera letra del alfabeto masónico, el ángulo o la escuadra, es el poder de crear.

A la estrella de cinco puntas la encontramos apuntada en una ocasión para arriba y en otra para abajo ¿firmarían al revés? Este símbolo expresa la dominación del espíritu sobre los elementos y eleva al alma a las cosas grandes. Con él podemos dominar a las criaturas que pueblan las regiones de la tierra, agua, fuego aire y éter. Ante este símbolo huyen los demonios aterrorizados.

Con la punta superior hacia arriba hace huir a lo tenebroso. Si está para abajo, llamará a las criaturas para que le obedezcan y así dominar la materia.

El reloj de arena representa el paso del tiempo, la mente del hombre en contraste con la inmortalidad del espíritu. También simboliza el regreso al origen, la correspondencia entre lo de arriba y lo de abajo, el pasado y el futuro, la puerta estrecha por la que tenemos que pasar para morir y renacer de nuevo.

Volví respetuosamente junto a las calaveras que seguramente hace muchos siglos, me habían dejado esas pistas para que meditase. Quizás las pinturas estén bastante desconchadas, pero yo sentí que alguien me había dejado su mensaje grabado en la piedra y me despedí de esta iglesia perdida en la montaña de León, contento de que me hiciera pensar en una filosofía antigua que transciende el tiempo y el espacio para llegar hasta nosotros.

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