23 enero 2010

Toledo

Ha pasado ya algún tiempo desde la excursión a Toledo que ahora recordamos. Como recordar es volver a vivir, releyendo este reportaje hemos pensado que valía la pena alojarlo en la red, donde vosotros y nosotros lo tendremos siempre a mano.

Toledo es la ciudad imperial. Ostenta en su escudo el águila bicéfala, como la que portaban los romanos en sus gestas y batallas. El monumento más notorio corona la ciudad, es el Alcázar. Siempre hubo una fortaleza en ese lugar. De época romana aún pueden verse unos cubos integrados en la actual fábrica, mandada edificar por Carlos V. En ese momento fue Real Casa de la Caridad y facilitaba a los mendigos no sólo refugio, si no también trabajo en su fábrica de tapices. Napoleón arruinó entre llamas las hermosas obras que contenía. Fue reconstruido, sirviendo de nuevo a la ciudad.

A lo largo de la historia, Toledo ha simbolizado la unidad de España. Los visigodos crearon el concepto de nación, guiados por el concepto romano de Hispania, la gran provincia de Roma y formaron en Toledo la capital de este sueño. En el año 573 Leovigildo la instaura como capital y su hijo Recaredo la distingue, al institucionalizar, en el III Concilio de Toledo, la religión oficial cristiana, llamándola metropolitana y primada de España. En la vista panorámica, que hicimos desde el autobús, pudimos contemplar el Paso de Recaredo o Puerta del Cambrón, (este nombre procede de dicha planta); puerta emblemática, que algunos consideran de tiempos de Wamba. No lejos de allí, el pozo de la Cava, donde la doncella enamoró al pesaroso último rey D. Rodrigo, por bañarse en el Tajo, bajo los rayos del sol.

Cuando los árabes entran en la ciudad en el 711, admiran la riqueza y fantasía del palacio visigodo, ornado de "24 coronas y la mesa de Salomón". Hasta el siglo XIX no se descubrirá el tesoro de Guarrazar, revelándonos la realidad de algunos de esos tesoros míticos. Al amparo de los terruños toledanos se preservaron de rapiñas varias coronas votivas de reyes. En una de ellas, Recesvinto legó su nombre, custodiado por cruces y por los colgantes de piedras trasparentes, quizás lágrimas... o gotas de agua petrificadas en azul.

Los árabes encontraron en Toledo una ciudad orientalizada. Esto era debido, porque los cristianos visigodos habían estado realizando un esfuerzo, para dar autoridad a la Iglesia de Occidente, desprestigiada por la caída del Imperio Romano y con él la Sede Apostólica. Ante estas dificultades habían considerado a Bizancio un modelo a imitar, adoptando sus estilos artísticos, entre los que se contaba el uso del arco de herradura. La Iglesia cristiana de oriente, heredera del prestigio de la primitiva Iglesia, constituía la esencia de la tradición, suponía un ejemplo a seguir. Además, los usos orientales se practicaban por una abundante población judía, pueblo semita como los árabes, asentada desde antes de la dominación romana, ya en el siglo I a.C.

Los señores árabes de Toledo la enriquecieron notablemente. Aún cuando Córdoba era la capital, Toledo permaneció como la ciudad más arabizada, desde el punto de vista de la pureza de su estilo artístico y cultural.

Cuando el buen rey leonés, Alfonso VI, la conquista en 1085, es tan grande su entusiasmo y el de toda la cristiandad, que decide ostentar el título de Imperator Toletanus por encima del de Imperator Hispaniae, que ya utilizaba, tras el sometimiento y pleitesía, que le prodigaban reinos moros y cristianos de la España de su tiempo.
Alfonso VI mima la ciudad, que tan bien conoció y amó, en aquellos años dífíciles de luchas de poder entre sus hermanos, cuando se acogió en ella, en el destierro.

Cerca de la Puerta de Bisagra, que fue punto de encuentro con los guías que nos enseñarían la ciudad, pudimos ver la puerta vieja de Bisagra, también llamada de Alfonso VI y muy próxima a ella, la iglesia mozárabe, tan linda con su torre exenta, que él construyera para Santiago, patrono y protector en la reconquista. Toledo es en esta época perla codiciada, que no dejará de ser nunca cristiana, a pesar del intento de almorávides y almohades.

Tanto se afana Alfonso VI en la defensa de la ciudad, que cuando es atacada por los almorávides, convoca a otros reyes y a sus más avezados capitanes, para salvaguardarla, a costa de concederles generosos presentes.

Allí va el Cid a su defensa y, en los tratos y capitulaciones previos a la batalla, obtiene como privilegios, la exención de pagar tributos, la potestad de conseguir en propiedad y en heredad las tierras que llegase a conquistar a los moros de ahí en adelante; documento que le permitió después ser señor de Valencia. De su paso por la ciudad queda un testigo, el Castillo de S. Servando, donde se aloja, según cuenta el Cantar, cuando asiste al Concilio, convocado por el rey y que devolverá la honra a sus hijas.

Allí vienen los nobles franceses, parientes de la esposa del rey, Dña Constanza, Raimundo de Borgoña y Enrique de Lorena, que obtendrán en recompensa las manos de las infantas, Urraca y Elvira.

De una de estas uniones nacerá Alfonso VII, otro gran protector de Toledo. Este rey leonés, conciliador de las tres culturas, establece en 1117 "Los fueros de convivencia". Como resultado de esta convivencia aún pueden visitarse mezquitas, como la del Cristo de la Luz y sinagogas como la de Santa María la Blanca o La del Tránsito, sede del museo sefardí.

Alfonso VIII se entronizó en Toledo y bajo su auspicio se edificó la Catedral, cuya construcción comenzó en tiempo de su hijo Fernando III.

Acompañados por el guía recorrimos este impresionante monumento, considerado por su variedad un verdadero museo. Espléndida, se muestra a nuestros ojos admirados a causa de una profusión de joyas, obras de arte y otras riquezas. Es la primada de España y en ella reposan los restos de los cardenales, con sus capelos colgando de las naves, sobre las losas de los sepulcros.

Mientras paseamos no perdíamos la ocasión de admirar muchos edificios nobles, que muestran la importancia de la ciudad a lo largo de diferentes periodos de la historia: S. Juan de los Reyes, construído por los Reyes Católicos, el Hospital Tavera y otros edificios públicos, palacios, plazas bellísimas, como la de Zocodover...

Toledo es una de las cuatro ciudades más visitadas del mundo, junto con Jerusalem y Roma es la tercera capital religiosa, para multitud de creyentes. Continuamente es demandada para celebrar congresos de carácter filosófico, científico o espiritual. Sus joyas viajan a los distintos lugares del mundo para atender las demandas de distintas comunidades en sus grandes eventos. Toledo, hermosa ciudad sobre la roqueda, señalada como símbolo de lujo y sabiduría, de tolerancia y unidad de España. Cuando se precisen esos valores, volverá a servir humilde y poderosa a revitalizarlos.

Para saber más:
http://sauce.pntic.mec.es/~isolano/

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