Algunas de las personas que han vivido en Toledo han penetrado la ciudad haciéndola diferente y la ciudad ha modificado sus vidas.
Qué me decís del Greco, personaje que no puede separársele de Toledo, ni tampoco Toledo puede prescindir ya de él.
Hemos visto sus cuadros por distintos lugares de la ciudad, sobre todo en su Casa Museo y en la Iglesia de Stº Tomé, que custodia el Entierro del Conde de Orgaz.Cuando callejeábamos por las estrechas callejuelas o cuando mirábamos la ciudad desde los Cigarrales, al otro lado del Tajo, la presencia del Greco nos acompañaba, con su penetrante interpretación de luces y sombras de la ciudad.
La ciudad va contando su historia en las calles y plazas, mientras nosotros contemplamos monumentos o recibimos suspiros de sus rincones. Cuando caminamos por las calles podemos sentir los pasos de personajes reales o de ficción literaria, acompasándose con los nuestros. Cada cruce o recodo nos habla de aquellos que tuvieron la ciudad como escenario de sus hechos y hazañas.
Santa Teresa de Jesús puso aquí en marcha su convento y a ese “`palomarcito” acudieron las hijas de buenas familias en aquella comprometida época de la Inquisición, cuando todos podían ser sospechosos de falsos conversos.
San Juan de la Cruz estuvo preso en Toledo y se escapó descolgándose desde lo alto de su celda al vacío de la muralla. Hoy una placa señala el lugar a los turistas, que rodeamos la ciudad desde el autobús.
Resuenan los pasos del Hidalgo y del “Lazarillo de Tormes”, cuando, aún sin haber desayunado, sale al paseo matutino, obligado a alargarlo hasta la cena, por evitar de almorzar.
Pero, el que más susurra desde las callejas y nos llama la atención es D. Quijote, cuyas aventuras fueron recogidas por Cide Hamete Berengeli, en un manuscrito, en letra aljamiada, que encontró en Toledo el mismo Cervantes, según supo el caballero de la Triste Figura.
Yo les encuentro a todos y les hablo y les escucho y me maravillo de la belleza y misterio que me trasmite el viento.
Qué me decís del Greco, personaje que no puede separársele de Toledo, ni tampoco Toledo puede prescindir ya de él.
Hemos visto sus cuadros por distintos lugares de la ciudad, sobre todo en su Casa Museo y en la Iglesia de Stº Tomé, que custodia el Entierro del Conde de Orgaz.Cuando callejeábamos por las estrechas callejuelas o cuando mirábamos la ciudad desde los Cigarrales, al otro lado del Tajo, la presencia del Greco nos acompañaba, con su penetrante interpretación de luces y sombras de la ciudad.
La ciudad va contando su historia en las calles y plazas, mientras nosotros contemplamos monumentos o recibimos suspiros de sus rincones. Cuando caminamos por las calles podemos sentir los pasos de personajes reales o de ficción literaria, acompasándose con los nuestros. Cada cruce o recodo nos habla de aquellos que tuvieron la ciudad como escenario de sus hechos y hazañas.
Santa Teresa de Jesús puso aquí en marcha su convento y a ese “`palomarcito” acudieron las hijas de buenas familias en aquella comprometida época de la Inquisición, cuando todos podían ser sospechosos de falsos conversos.
San Juan de la Cruz estuvo preso en Toledo y se escapó descolgándose desde lo alto de su celda al vacío de la muralla. Hoy una placa señala el lugar a los turistas, que rodeamos la ciudad desde el autobús.
Resuenan los pasos del Hidalgo y del “Lazarillo de Tormes”, cuando, aún sin haber desayunado, sale al paseo matutino, obligado a alargarlo hasta la cena, por evitar de almorzar.
Pero, el que más susurra desde las callejas y nos llama la atención es D. Quijote, cuyas aventuras fueron recogidas por Cide Hamete Berengeli, en un manuscrito, en letra aljamiada, que encontró en Toledo el mismo Cervantes, según supo el caballero de la Triste Figura.
Yo les encuentro a todos y les hablo y les escucho y me maravillo de la belleza y misterio que me trasmite el viento.
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