Hubo un día que salimos de excursión Rafa, Javi y Rosi al monte Teleno, en la provincia de León. Bueno, iba también Leo, el perro, que Javi pretendía hacerlo montañero, aunque el Yeti se oponía a que participara en sus marchas y también estaba vedado en las de UCECA.
Fuimos a la Bañeza y desde allí, creo que fuimos por Villamontán y Villacís, a Tabuyo del Monte.
Aquí cogimos una pista que ascendía por un cortafuegos, que atemorizaba a cualquiera, o al menos a mí, pues la estrechez de la senda, arañada por unas huellas profundas sobre planos torcidos, me parecía sólo posible que subiera una tanqueta. Me decían que abajo se quedaría el campo de tiro militar, aunque no acertaba a verlo.
Cuando alcanzamos la cima paramos para hacer unas fotos. Los estratos salían puntiagudos y trasversales dando un aspecto espectacular a aquella planicie. Al otro lado se divisaba la vertiente de Cabrera con sus montañas peladas y redondeadas recordándonos el expolio boscoso, que han venido sufriendo estos montes desde épocas romanas. Una manada de perdices caminaban delante del coche y levantaron el vuelo al acercarnos, ¡qué maravilla verlas vivir en libertad en aquellas soledades!
La senda enlazaba con el pueblo de Pozos, de la Cabrera, pero nosotros no necesitábamos llegar ahí. Cerca, nacería el río Pequeño, que engrosaría el Eria, que riega la Cabrera y llega a Castrocontrigo, pero hablar de esos recorridos sería otro cantar, que seguramente cantaremos próximamente.
Sin dejar las faldas del Teleno, le rodeamos hasta encontrar un paraje en el que dejamos el todoterreno y comenzamos la ascensión a pie. La sierra es amplia y no se acierta a saber en cual cresta está el punto geodésico, sobre todo porque no íbamos por una ruta señalada.
El camino es duro, el suelo es seco y pedregoso, requiere fuertes piernas y tobillos resistentes.
Nos encontramos una extensión considerable antes de rematar la subida y poder ver el inmenso panorama que se ve al otro lado de la vertiente. Es indescriptible la sensación que se experimenta al rematar la altura después de este duro paseo.
Allí arriba hay una piscina de mármol en la que, seguramente, los romanos almacenaban el agua o, según cuenta la leyenda, en la que el dios Marte-Tileno, apagaba los rayos, que le sobraban o dejaba de lanzar en las tormentas.
En determinado punto de la ascensión, se aprecian unos riscos de peñas horadadas para dar paso a los canales de conducción de agua, que suministrarían el caudal a las explotaciones romanas, algunas separadas de estas cumbres por muchos kilómetros.
Comemos allí arriba tratando de escudriñar pueblos conocidos, como la Bañeza o Astorga, o imaginando qué serían esas manchas de poblados, que se observan por doquier.
Realmente es un privilegio estar en las cumbres del Teleno. Se siente algo estremecedor pues, nuestros ojos que han visto las cumbres del Teleno, desde hace tantos años, desde tan distintos puntos de nuestra geografía humana y sentimental, pareciéndonos siempre inaccesible detrás de su cumbre nevada u oculta entre las brumas, lo contemplan ahora desde la cercanía. Lo hemos contemplado desde las carreteras de salida de León tanto en dirección a la Bañeza, como hacia Astorga o por la de Benavente, lo hemos fotografiado desde la distancia, apostados en la muralla de Astorga o en las cunetas de la carretera al monte de Palacios de la Valduerna… y ahora estamos en contacto con sus piedras milenarias.
Al descender nos topamos con unas ruinas, comprendemos que son restos de un poblado minero, de época romana y las murias verdecidas, los testimonios de lavados de materiales efectuados allí mismo.
Nos encontramos con unos turistas, que recuerdan sus andanzas por allí, cuando los profesores de la universidad les llevaron a estudiar esos restos y recogen una losa de mármol rosado y algunos trozos de tégulas. ¡Seguramente tendrán mejor destino en sus manos que en aquel abandonado campo… ¡
Un guarda forestal, alzado sobre el peldaño de su jeep, otea con los prismáticos y al acercarnos, nos dice que busca un coche con unos cazadores a los que les ha tomado una pieza. Nos muestra un ciervo, el pobrecito yace a los pies del asiento delantero, no más grande que un perro. Da pena ver al animal, uno de los pocos que quedarán...
Seguimos rodeando el Teleno y nos despedimos de él tomando la carretera que enlaza con el Morredero. lugar deportivo de la gente del Bierzo, más próxima a Ponferrada.
Reportaje fotográfico de la siguiente excursión al Teleno y más allá.
Fuimos a la Bañeza y desde allí, creo que fuimos por Villamontán y Villacís, a Tabuyo del Monte.
Aquí cogimos una pista que ascendía por un cortafuegos, que atemorizaba a cualquiera, o al menos a mí, pues la estrechez de la senda, arañada por unas huellas profundas sobre planos torcidos, me parecía sólo posible que subiera una tanqueta. Me decían que abajo se quedaría el campo de tiro militar, aunque no acertaba a verlo.
Cuando alcanzamos la cima paramos para hacer unas fotos. Los estratos salían puntiagudos y trasversales dando un aspecto espectacular a aquella planicie. Al otro lado se divisaba la vertiente de Cabrera con sus montañas peladas y redondeadas recordándonos el expolio boscoso, que han venido sufriendo estos montes desde épocas romanas. Una manada de perdices caminaban delante del coche y levantaron el vuelo al acercarnos, ¡qué maravilla verlas vivir en libertad en aquellas soledades!
La senda enlazaba con el pueblo de Pozos, de la Cabrera, pero nosotros no necesitábamos llegar ahí. Cerca, nacería el río Pequeño, que engrosaría el Eria, que riega la Cabrera y llega a Castrocontrigo, pero hablar de esos recorridos sería otro cantar, que seguramente cantaremos próximamente.
Sin dejar las faldas del Teleno, le rodeamos hasta encontrar un paraje en el que dejamos el todoterreno y comenzamos la ascensión a pie. La sierra es amplia y no se acierta a saber en cual cresta está el punto geodésico, sobre todo porque no íbamos por una ruta señalada.
El camino es duro, el suelo es seco y pedregoso, requiere fuertes piernas y tobillos resistentes.
Nos encontramos una extensión considerable antes de rematar la subida y poder ver el inmenso panorama que se ve al otro lado de la vertiente. Es indescriptible la sensación que se experimenta al rematar la altura después de este duro paseo.
Allí arriba hay una piscina de mármol en la que, seguramente, los romanos almacenaban el agua o, según cuenta la leyenda, en la que el dios Marte-Tileno, apagaba los rayos, que le sobraban o dejaba de lanzar en las tormentas.
En determinado punto de la ascensión, se aprecian unos riscos de peñas horadadas para dar paso a los canales de conducción de agua, que suministrarían el caudal a las explotaciones romanas, algunas separadas de estas cumbres por muchos kilómetros.
Comemos allí arriba tratando de escudriñar pueblos conocidos, como la Bañeza o Astorga, o imaginando qué serían esas manchas de poblados, que se observan por doquier.
Realmente es un privilegio estar en las cumbres del Teleno. Se siente algo estremecedor pues, nuestros ojos que han visto las cumbres del Teleno, desde hace tantos años, desde tan distintos puntos de nuestra geografía humana y sentimental, pareciéndonos siempre inaccesible detrás de su cumbre nevada u oculta entre las brumas, lo contemplan ahora desde la cercanía. Lo hemos contemplado desde las carreteras de salida de León tanto en dirección a la Bañeza, como hacia Astorga o por la de Benavente, lo hemos fotografiado desde la distancia, apostados en la muralla de Astorga o en las cunetas de la carretera al monte de Palacios de la Valduerna… y ahora estamos en contacto con sus piedras milenarias.
Al descender nos topamos con unas ruinas, comprendemos que son restos de un poblado minero, de época romana y las murias verdecidas, los testimonios de lavados de materiales efectuados allí mismo.
Nos encontramos con unos turistas, que recuerdan sus andanzas por allí, cuando los profesores de la universidad les llevaron a estudiar esos restos y recogen una losa de mármol rosado y algunos trozos de tégulas. ¡Seguramente tendrán mejor destino en sus manos que en aquel abandonado campo… ¡
Un guarda forestal, alzado sobre el peldaño de su jeep, otea con los prismáticos y al acercarnos, nos dice que busca un coche con unos cazadores a los que les ha tomado una pieza. Nos muestra un ciervo, el pobrecito yace a los pies del asiento delantero, no más grande que un perro. Da pena ver al animal, uno de los pocos que quedarán...
Seguimos rodeando el Teleno y nos despedimos de él tomando la carretera que enlaza con el Morredero. lugar deportivo de la gente del Bierzo, más próxima a Ponferrada.
Reportaje fotográfico de la siguiente excursión al Teleno y más allá.
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