Por los alrededores de Corrales de Yugueros y su famoso hoyón nos guían unos compañeros de lujo: Siro, Munia y “chispas”
Bebimos agua fresca de la fuente de los pastores mientras ascendíamos a los “corrales de Yugueros” que es el lugar donde también se encuentra el hoyón.
Subimos el monte por donde en su día se ubicó el poblado de San Vicente de Yera. Hoy sólo son unos montones de piedras rodeados de taludes que nos indican su importancia defensiva. En la loma que hay enfrente también existió otro enclave, llamado San Andrés de Yera. Consiguen excitar nuestra imaginación que aquellas ruinas fueron casas, donde vivió gente que resistió a las invasiones romanas, que amaron y murieron ante el espectacular paisaje, que se ofrece a nuestra vista.
Debo decir además, para terminar las presentaciones que Munia es hija de Siro, que también disfrutaba con el paseo en la hermosa mañana soleada.
Siro y el P. Eutimio han descrito ya en sus “Cuadernos de Campo” los Corrales de Yugueros, como un recinto campamental de la conquista romana y nosotros lo hemos comprobado recorriendo el perímetro campamental.
Con sus agudas observaciones, nos hacía fijarnos en los lugares donde afloran las piedras de los anchos muros, contamos hasta cuatro taludes defensivos, y posiblemente nosotros caminábamos por los restos del foso. Pasamos junto a las marcas de los Agger al norte de la fortificación.
Todo ello hace pensar que tuvo que ser un campamento de cierta importancia por lo que debería tener una “despensa“acorde con las circunstancias y allí estaba: el hoyón.
Cuando fuimos por Fuentes de Peña Corada al Castiello, (podéis recordar ese día en este enlace) el padre Eutimio nos enseñó varios “hoyos podridos”. Nos explicó que nada tenían que ver con la podredumbre, pero que cuando las gentes del lugar oyeron “pro tritico” pues servia para almacenar el trigo, ellos desconocedores del latín “tradujeron” a una palabra que entendían: podrido.
El hoyo es de un tamaño considerable, la profundidad se aprecia por la sombra curvada de los robles y la pequeñez de la persona en la hondonada. Tendría una enorme capacidad de almacenamiento de trigo, lo que nos indica la población romana a la que tendría que alimentar.
Dejamos este hermoso lugar poblado de robles, para tomar un descanso junto a las aguas de las fuentes y arroyos que hay por doquier. “Chispas” durante el trayecto nos animó a darnos un baño en una poza del riachuelo.
Había unos barros salutíferos con los que nos dimos un masaje, en cara, pies o manos, cada cual en lo que quiso y recordando la placidez de la vida natural nos relajamos al sol, en tan hermoso día de primavera, rodeados de bellas flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario