De nuevo dos autobuses se pusieron en marcha para acudir a la cita con el Viejo Camino de Santiago. Otra vez 110 peregrinos de la Asociación del Camino de Santiago de León “Pulchra Leonina” continuábamos nuestra andadura por el Alto Bierzo. Podéis vernos aquí al final de la etapa, descansando en Losada.
Teníamos mucha ilusión por retomar nuestras amistades cultivadas en anteriores viajes de preparación de etapas y en la propia etapa desde Fasgar a Igüeña, punto donde lo habíamos dejado en la temporada pasada.
Hablamos con el alcalde de Igüeña en el Bar Sabugo, mientras nos preparábamos para el Camino, las calles estaban abarrotadas de motoristas, que celebraban la llegada de la primavera con un recorrido por estos montes.
El día era hermoso y el paisaje lucía con la variedad de tonos verdes sobre las praderas y las flores de los frutales. Pronto empezó el ascenso por la vieja vía romana que nos llevó a la Cruz Alta, cruce de caminos, donde se unía la calzada que venía desde Almagarinos y la que nosotros traíamos desde Fasgar. Era un punto importante en las rutas comerciales, que en época romana estaba señalado con un montón de piedras, que dejaban los que por allí pasaban en honor de Mercurio, dios del comercio. Cuando el imperio romano se cristianizó, se coronó con una Cruz, tal y como ahora lo vemos en el Camino Francés en Foncebadón.
Almanzor en sus racias, puso mucho empeño en destruir, sobre todo iglesias, monasterios, las señales cristianas y mayor empeño en el Camino de Santiago. Esta barbarie era una política de propaganda, pues por toda la Europa cristiana se comentaba con terror. Así que destruyó la Cruz Alta, que vino a llamarse la Cruz Cercenada, pero cuando pasaron Leodegundia y su séquito en el año 902, aún estaba en pie. Así se dice en el Documento que se incluye en el Vexu Kamin de Julián González y que seguimos para marcar nuestras etapas:
“hasta la Cruz Alta, donde todos los peregrinos dejaron un canto como recuerdo”
No queda ninguna indicación de este antiguo monumento. No hubiéramos podido localizar el lugar, de no haber sido informados por Olegario y por Ovidio Molinero, que nos acompañaron los días previos a la etapa, cuando fuimos a prepararla.
Desde la Cruz, fuimos descendiendo hasta llegar a la enorme explanada donde se sitúa Quintana Fuseros.
Allí nos esperaba Ovidio que nos hizo de guía, explicándonos la historia de los pueblos prerromanos de las Cinco Torcas, que dominaron el valle. Nos fue señalando en el paisaje las huellas de extracción del oro, que luego se fue intensificando con la llegada de los romanos.
Se aprecian los desmontes de tierra roja y la arena cuarzosa a cielo abierto, la canalización de las fuentes, arroyos y ríos que dirigieron hacia lagunas en el valle. Luego las secaban, recibiendo el término de fondos o amnios, que dan nombre a Interamnium flavium, (entre fondos, no en un interfluvio). Multitud de gentes trabajaban filtrando con bateas, obteniendo el preciado metal.
Luego llegó la invasión agarena y las continuas luchas de reconquista, las gentes huyen, esta zona cambia su aspecto. Por fin el Conde Gatón hermano de Ordoño I, repuebla los territorios y se reconstruye el emplazamiento de Taurón, hoy lo que queda es el pueblo de Quintana y Fuseros.
Todo lo miramos admirados y nos sorprendió comprobar que se corresponde con el relato de la peregrinación de Leodegundia:
“Y fuimos a Taurón (Quintana Fuseros) y cerca en su monasterio descansamos...”
Dimos una vuelta al pueblo hasta que encontramos los restos del monasterio...y esparcidas entre las casas, piedras con inscripciones, ídolos... todas las cosas interesantes que quedan como testimonio de su rica historia.
Luego de comer el rico menú que nos preparó Piedad, Ovidio, no contento con los agasajos que nos había dedicado con sus explicaciones, tenía preparado un regalo: Un traje de peregrino medieval, con su bordón, concha y calabaza. Lo rifamos y le tocó a Camino, que se lo hizo poner a Esteban para las fotos.
Desde Quintana Fuseros, seguimos la descripción de Leodegundia y buscamos la Calzada romana que baja a la orilla del arroyo Refuellos y da acceso a Cabanillas y a S. Justo de Cabanillas, para acabar en la carretera cerca de Arlanza. Continuamos hasta Losada siempre siguiendo las indicaciones de Leodegundia:
“Al ver una calzada romana, que dijeron venía desde Astorga fuimos hasta Losada, donde estaba Genadio... visitando ese monasterio muy destruido”
Ya no hubo tiempo de ver los restos del monasterio de Losada, aunque ya lo tenemos localizado en el pago que llaman “ministerio”. Esperamos que como de aquí partirá la etapa próxima, alguno habrá que decidamos ver sus ilustres ruinas.
Texto y fotos de Rafael Cid y Rosa Fadón
Para saber más: http://www.fuseros.org/
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