08 junio 2020

Los Calderones. Con Tino y Leo por el Viejo Camino de Santiago en la provincia de León.

Hoy hemos estado paseando por los alrededores de Viñayo, Piedrasecha, Los Calderones... con nuestros primos Tino y Leo.

Les llenamos la cabeza con las historias y leyendas que habíamos vivido y escrito allá por el año 2015, en el periódico La Nueva Crónica de León, cuando investigábamos el Viejo Camino de Santiago por la provincia de León.

Hemos recuperado para ellos lo publicado al respecto y también para refrescar la memoria a nuestros amigos del blog:

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15ª Historias y leyendas del Viejo Camino de Santiago en la provincia de León:
Castillos de guerra y amor, poblados y monasterios desaparecidos.

Desde los Barrios de Gordón vamos por solitarios Caminos, sólo montañas y valles son testigos de su grandiosa historia.

En los Barrios de Gordón ojeamos de nuevo el “Vexu Kamin” de D. Julián González Prieto, en cuyo Documento del año 902 el abad Gundisalvo narra la peregrinación de Leodegundia y su séquito, haciendo referencia al lugar por el que ahora transitamos dice:

“De seguido Buiza, Beberino y una Pola pasado un puente donde descansamos en el castillo… pasado el descanso, sin miedo musulmán fuimos al amparo del castillo por el paso de Santas Martas hasta Viñayo con dos monasterios y muchos hermanos que nos dijeron nuestro señor don Pelayo en lugar ahora campo sagrado ganó milagrosamente a los árabes”

Tenemos por tanto tres puntos de referencia: el castillo de Barrios de Gordón, que es donde descansaron, hoy sólo queda señalado por una gran cruz, El paso de Santas Martas, ¿Ese paso, se refiere al desfiladero de Los Calderones, junto a la peña de Santas Martas? Yo creo que sí, porque el sendero nos lleva por Piedrasecha directamente hasta Viñayo, que es el tercer punto que nos cita, lugar que fue muy importante en su época, como luego veremos.

Hablando del Castillo de Barrios de Gordón, Pio Cimadevilla en su libro “Gordoneses, suma historiográfica para el concejo de Gordón” recuerda una hermosa, parafraseando a Alfonso X el Sabio: “mas pero a Gordón no lo priso (refiriéndose a Almanzor)”. De él dice Gundisalvo, "que descansaron en el castillo y refugios que mandara hacer y mantener el recordado D. Ramiro, que tantas hermosas iglesias hiciera en Asturias y León”. Alfonso III se ocupó de su restauración, para proteger los pasos de la cordillera cantábrica. Almanzor no consiguió conquistarlo durante sus razias, pero el hecho de intentarlo indica que era un punto preeminente. En los tiempos del reinado de Dª Urraca esta fortaleza estuvo en manos del conde Suero Bermúdez. Alfonso IX ordenó al final de su reinado su demolición, para evitar que fuera ocupado, esta vez por los castellanos y ordenó, la creación de una Puebla.

La fuente de la Rebandilla está encantada, las perlas de la odalisca aún resuenan desde el lejano día que ella caía por el pozo.
Desde la falda del cerro en el que se asienta vemos La fuente de la Rebandilla, que todos dicen que está encantada desde que Dª Jimena, esposa de Alfonso III, presa de celos consiguió arrojar a un profundo pozo, a la preciosa odalisca que su marido ocultaba en el castillo. Sí, la fuente está encantada, pues en la noche de San Juan se oyen sollozos y a veces pueden verse las perlas de la hermosa joven desgranándose en el agua del pozo. Triste leyenda que quizás encierra la verdadera ruptura de Jimena y Alfonso y la rebelión con la que sus hijos lograran arrebatarle el trono.

Por un sendero que lleva a las Brañuelas dejando a nuestra izquierda el pico de Santiago, nos dirigimos a la collada del Fito, a la Peña de Santas Martas, para descender por los Calderones a Piedrasechas.

En Santas Martas están los restos del poblado desaparecido, pues una salamandra envenenó el pan sagrado y sus habitantes murieron.

En Santas Martas encontramos los restos de un antiguo poblado y una vieja abadía. Podemos imaginar las campanas del monasterio presidiendo las actividades del poblado, llevar el ganado a los pastos comunales, nombrar por sorteo a las personas encargadas de su vigilancia, llamar a los vecinos a la hacendera, avisar de los bautizos de nuevos miembros, acudir para ayudar a los incendios… y los días festivos al final de misa se compartía el “pan de la caridad” en el que participaban con alegría y hermandad todos los feligreses. Pero en esta ocasión los feligreses enfermaron rápidamente ¿Qué había ocasionado tal problema? Pues que la mujer que amasaba el pan dejó la levadura fuera de la ventana y se había introducido en ella una vacaloria, que es como aquí se llama a las salamandras y el animal fue la causa de que se contaminase el pan amasado por lo que, los vecinos fueron muriendo envenenados.

En la actualidad, si vemos una salamandra en un manantial interpretamos que las aguas son limpias y se pueden beber en caso de necesidad. Pero no fue así en la antigüedad y se dice que en la época de Alejandro Magno uno sólo de estos animalitos fue la causa de que en un río de la India se envenenaran 2000 caballos y 4000 de sus guerreros.

Para los alquimistas medievales, la salamandra es el espíritu del fuego así que no estaríamos desencaminados si pensásemos que el pueblo de Santas Martas pudo perecer por un incendio. Aunque no murieron todos, una viejecita se salvó porque estaba enferma y no pudo acudir a los Oficios Divinos por lo que no comió del Sandwich de vacaloria y se convirtió además en la rica heredera de todos los terrenos comunales de Santas Martas.

La viejecita fue recogida por un Rico-Hombre de Otero de las Dueñas a cambio de que le traspasara los derechos de los terrenos de Santas Martas. Así es como en la actualidad pertenecen a este pueblo en vez de a Piedrasechas, que es el núcleo de población más cercano.

la Cueva de las Palomas

Bajamos por el paso de los Calderones hasta la Cueva de las Palomas donde nos detenemos para contemplar su Virgen y como buenos peregrinos que somos, rezar una oración para ser perdonados por contaros tantas leyendas profanas. Un poco más abajo, junto a la fuente del Manadero hay otra cueva, la de la Canga que dismula en su interior una profunda sima de 40 metros de profundidad al final de la cual se encuentra un lago de cristalinas aguas. A este lugar vino a refugiarse, perseguido por una pastora un perro que había mordido a un cordero del rebaño asustado por la oscuridad interior perrito y pastora cayeron al profundo pozo y no se supo más de ellos. Bueno, sí, porque a los pocos días vieron salir por la fuente del Manadero las tijeras y el dedal de la pastora.

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Continuamos por el camino que nos lleva a Piedrasecha (Piedrasecta=piedra cortada) 

Entramos en una hoz, con estratos de piedra retorcidos y agrietados, es el cauce de un río que a intermitencias se esconde bajo tierra, un fenómeno geológico y un paisaje singular. Estamos de nuevo en la civilización, pues el pueblo cuenta con casas rurales y una de ellas se halla en un moderno castillo, que tiene hasta Spa.

Llegamos a Viñayo, que fue la sede condal del Señor del alto Órbigo y tuvo el citado monasterio en la carta de Leodegundia.

En su desaparecido monasterio, se guardaban hasta las reliquias del Apóstol Santiago, pero de eso hablaremos el próximo día.

En todas estas montañas y valles escondidos se siente el latir de otros tiempos, cuando los reyes asturianos frecuentaban estas tierras y los nobles vivían sus amores o morían por ellos.

En Otero de las Dueñas aún se conserva la memoria de su afamado monasterio.

Según el escritor J M Cuadrado, en el monasterio de Otero de las Dueñas, se encontraba el sepulcro de Doña Jimena, la madre de Bernardo del Carpio, después fue  recogido en la iglesia parroquial.

Bernardo del Carpio se esforzaba realizando hazañas para servir al rey Alfonso II, su tío, pero siempre pidiéndole la libertad de sus padres, que habían sido injustamente castigados a causa de su enamoramiento. El rey promete pero no cumple, el joven se enoja, el rey le destierra, Bernardo fortifica el castillo del Carpio, en Salamanca... Al final cuando cede el Carpio al rey, a cambio de la libertad de sus padres y el rey manda que así se cumpla, ya su padre ha muerto. Lope de Vega cuenta que entonces que mandó sacar a su madre del convento y celebró en público el casamiento que antes habían hecho en secreto.

Bernardo es el héroe de Roncesvalles, uno de los héroes más romanceados de nuestra literatura, que hasta tiene un sitio en el Quijote. El romancero lo canta así:

“Bastardo me llaman rey
siendo hijo de tu hermana,
tú y los tuyos lo habéis dicho,
que otro ninguno no osara,
mas quienquiera que lo ha dicho
miente por medio la barba,
que ni mi padre es traidor
ni mala mujer tu hermana,
porque cuando yo nací,
ya mi madre era casada.
Metiste a mi padre en hierros
y a mi madre en orden sacra...”

La leyenda y la historia se juntan...

y pueden documentarse en este párrafo de la Edición facsímil de “Recuerdos y bellezas de España –Asturias y León” de JM Cuadrado, que en su página 357 nos dice:


“...Sobre los Barrios de Luna encima de su negruzca peña descuellan los impresionantes restos del alcázar donde los romances figuran encarcelado al ciego conde de Saldaña; y todavía en Otero de las Dueñas, en la Iglesia de las monjas cistercienses, se designa el sepulcro de la desafortunada madre de Bernardo del Carpio, frente al de la condesa de Luna, fundadora del Monasterio”


Aquí tendríamos que contarle a nuestros primos las historias de Otero de las Dueñas, punto en el que la carretera que llevamos se une a la que viene de la montaña para la capital leonesa, pero eso lo dejamos para otra visita...


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