Después de leer la novela de Méndez Luengo, como en anteriores ocasiones, planeamos una excursión a Valdavido, junto con Anita y Ángel, en busca del castillo del "Último templario".
Así que el sábado cinco de abril de 2008 nos pusimos en camino por los hermosos parajes de la Valdería. De la Bañeza a Nogarejas y a Castrocontrigo.
-Aquí teníamos que parar,- digo yo-, porque siempre me gusta comprar el chocolate y hacerme una foto en la fuente.
-De esa fuente sé yo mucho,- contestó Ángel-, (porque se hizo en la fábrica de azulejos, que es hoy de su propiedad).
En Castrocontrigo encontramos el río Eria, mítico, con el embrujo modesto de lo desconocido, callado, silencioso... y seguiríamos su curso ascendente hasta Corporales y la Peña Aguda.
Hicimos la primera parada en Torneros de la Valdería, donde tiene su casa la madre de Jose, el yerno de Anita y Ángel, donde la animada población se reunía en grupos, por calles y plazas. El pueblo a primera hora de la tarde, estaba muy concurrido.
Allí nos hablaron de la cueva de San Benito, que prometimos visitar en otra ocasión, pues prometía un lugar lleno de misterios y recuerdos romanos de la extracción del oro. Nos contaron también que en el Campo de San Miguel hay un lugar llamado "El Emboriaco" donde hace un siglo se ubicaba un convento de monjas hoy desaparecido, pero en el que se encuentran trozos de pucheros, porcelanas y tejas. Como todo pueblo tiene su leyenda. Dicen que un miembro de una familia apodados "los divinos" cavó y cavó hasta encontrar un trozo de tela, siguió cavando hasta que sacó ¡El cuerpo incorrupto de una monja!. Asustado "el divino" se fue corriendo a contárselo al cura, que cuando comprobó el milagro dijo: No tenemos dinero para llevarla a los altares y si se la damos al vecino pueblo de Castro, ellos nos quitarán las tierras de San Miguel así que si quitaste dos carros de piedra, le pones cuatro encima y la tapas de nuevo porque así seguiréis vosotros con las tierras.
Aunque Ángel preguntó por si sabían donde encontraríamos el castillo de Valdavido, nadie conocía su existencia, así que nos fuimos guiados por nuestra intuición.
Cuando llegamos al pueblo supimos, que en la alta peña que domina todo el contorno estarían los restos del castillo. Nos sorprendió una gran imagen del Sagrado Corazón en lo alto de esa montaña, visible desde la carretera. A través del potente zoom de nuestra cámara de fotos, pudimos encontrar los restos del castillo en la base y alrededores del monumento.
Es aquí en esta peña de Valcaliente de 1367 m. de altura donde se encuentran las ruinas del castillo del conde de Peña Ramiro, con los restos de un torreón de 6x6, erigido durante la dominación visigoda, sobre las ruinas de un castro de la época de los romanos. Sobre esta construcción una colosal estatua llamada del Sagrado Corazón, que bendice el valle, se erigió en 1957, hecha por el escultor Larrea .
Paralelo a este torreón se encuentra una formación irregular de 5,5x4 m. Se conservan también restos de unos muros que circundan el torreón principal y en el interior del recinto amurallado dos oquedades, posiblemente restos de enterramientos.
El pueblo aunque con varias casas restauradas da una sensación en esta época de fantasmagórico al no tener apenas vecinos. La iglesia parroquial conserva esculturas, pinturas y platería del Siglo XVI, pero está cerrada a cal y canto sin nadie que nos dé noticias de quién nos la pueda mostrar y lo mismo sucede con la ermita de san Roque junto a la carretera. Ya veis, se consigue más visitando las páginas de internet que viajando.
Aunque Truchas, con su aire de pequeña capital, animaba a hacer de nuevo una parada, seguimos entre los cruces de caminos, buscando el nuestro, para llegar a Corporales. El conocido campamento y la iglesia majestuosa nos decidieron a parar y contemplarlo todo al detalle. Degustamos un café departiendo con las gentes del lugar y paseamos por el pueblo, prestando atención a sus viviendas nuevas y tradicionales.
Subimos hasta el Puerto, para asombrarnos de las tortuosas curvas por las que los parroquianos llegan al Bierzo, a Puente Domingo Flórez o siguiendo el río Cabrera acceden a la Baña.
Por el camino de regreso, Ángel me contó que en Morla existen fuentes de aguas medicinales, a las que acudían las gentes de la comarca en busca de salud, pero eso es otra historia, tema para otra excursión...
Así que el sábado cinco de abril de 2008 nos pusimos en camino por los hermosos parajes de la Valdería. De la Bañeza a Nogarejas y a Castrocontrigo.
-Aquí teníamos que parar,- digo yo-, porque siempre me gusta comprar el chocolate y hacerme una foto en la fuente.
-De esa fuente sé yo mucho,- contestó Ángel-, (porque se hizo en la fábrica de azulejos, que es hoy de su propiedad).
En Castrocontrigo encontramos el río Eria, mítico, con el embrujo modesto de lo desconocido, callado, silencioso... y seguiríamos su curso ascendente hasta Corporales y la Peña Aguda.
Hicimos la primera parada en Torneros de la Valdería, donde tiene su casa la madre de Jose, el yerno de Anita y Ángel, donde la animada población se reunía en grupos, por calles y plazas. El pueblo a primera hora de la tarde, estaba muy concurrido.
Allí nos hablaron de la cueva de San Benito, que prometimos visitar en otra ocasión, pues prometía un lugar lleno de misterios y recuerdos romanos de la extracción del oro. Nos contaron también que en el Campo de San Miguel hay un lugar llamado "El Emboriaco" donde hace un siglo se ubicaba un convento de monjas hoy desaparecido, pero en el que se encuentran trozos de pucheros, porcelanas y tejas. Como todo pueblo tiene su leyenda. Dicen que un miembro de una familia apodados "los divinos" cavó y cavó hasta encontrar un trozo de tela, siguió cavando hasta que sacó ¡El cuerpo incorrupto de una monja!. Asustado "el divino" se fue corriendo a contárselo al cura, que cuando comprobó el milagro dijo: No tenemos dinero para llevarla a los altares y si se la damos al vecino pueblo de Castro, ellos nos quitarán las tierras de San Miguel así que si quitaste dos carros de piedra, le pones cuatro encima y la tapas de nuevo porque así seguiréis vosotros con las tierras.
Aunque Ángel preguntó por si sabían donde encontraríamos el castillo de Valdavido, nadie conocía su existencia, así que nos fuimos guiados por nuestra intuición.
Cuando llegamos al pueblo supimos, que en la alta peña que domina todo el contorno estarían los restos del castillo. Nos sorprendió una gran imagen del Sagrado Corazón en lo alto de esa montaña, visible desde la carretera. A través del potente zoom de nuestra cámara de fotos, pudimos encontrar los restos del castillo en la base y alrededores del monumento.
Es aquí en esta peña de Valcaliente de 1367 m. de altura donde se encuentran las ruinas del castillo del conde de Peña Ramiro, con los restos de un torreón de 6x6, erigido durante la dominación visigoda, sobre las ruinas de un castro de la época de los romanos. Sobre esta construcción una colosal estatua llamada del Sagrado Corazón, que bendice el valle, se erigió en 1957, hecha por el escultor Larrea .
Paralelo a este torreón se encuentra una formación irregular de 5,5x4 m. Se conservan también restos de unos muros que circundan el torreón principal y en el interior del recinto amurallado dos oquedades, posiblemente restos de enterramientos.
El pueblo aunque con varias casas restauradas da una sensación en esta época de fantasmagórico al no tener apenas vecinos. La iglesia parroquial conserva esculturas, pinturas y platería del Siglo XVI, pero está cerrada a cal y canto sin nadie que nos dé noticias de quién nos la pueda mostrar y lo mismo sucede con la ermita de san Roque junto a la carretera. Ya veis, se consigue más visitando las páginas de internet que viajando.
Aunque Truchas, con su aire de pequeña capital, animaba a hacer de nuevo una parada, seguimos entre los cruces de caminos, buscando el nuestro, para llegar a Corporales. El conocido campamento y la iglesia majestuosa nos decidieron a parar y contemplarlo todo al detalle. Degustamos un café departiendo con las gentes del lugar y paseamos por el pueblo, prestando atención a sus viviendas nuevas y tradicionales.
Subimos hasta el Puerto, para asombrarnos de las tortuosas curvas por las que los parroquianos llegan al Bierzo, a Puente Domingo Flórez o siguiendo el río Cabrera acceden a la Baña.
Por el camino de regreso, Ángel me contó que en Morla existen fuentes de aguas medicinales, a las que acudían las gentes de la comarca en busca de salud, pero eso es otra historia, tema para otra excursión...
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