Aquella mañana de invierno, Álvaro nos explicó el proceso de extracción de la resina, en el pinar de Tabuyo del Monte. Podéis ver aquí las fotos que hicimos.
Entre sol y sombra, al abrigo de aquel pino flacucho, pero esbelto, fuimos conociendo la historia, como si el pino nos hablara por aquella boca de hombre, que había vivido junto al pinar desde niño.
Nos hablaba de antiguos esplendores, pero que quizá vuelvan a dar riqueza, en esta tierra fértil, si sus habitantes consiguen mantener el espíritu esforzado y amante de su tierra.
Pues sí, la resina fue el oro líquido que enriqueció este pueblo por los primeros años del siglo XX.
El monte, que es comunal, se explotaba a razón de una media de 3000 pinos por cabeza de familia y entre todos trabajaban unos 40000 pinos, según la demanda de los diferentes años.
Sacaban la resina, limpiaban el pinar, relimpiaban los pinos para aprovechar la pez, vendían las urces y sus raíces, hacían carbón vegetal, tallaban las maderas que eran aprovechables, en fin, todo servía.
Arrimados a aquel tronco de pino, que testimoniaba su aportación resinera con una brecha entre la corteza, Álvaro fue explicando el método de extracción de la resina.
Era un método importado de Francia, pues muchos países trabajaron la resina en esos años.
Fue explicado en cursos, que los ingenieros de montes daban a los resineros. Había que hacer el trabajo con técnica y con responsabilidad, pues, además de la preparación de los resineros, estaba la vigilancia de los guardas forestales, que llevaban el seguimiento de los árboles y, si se hacía algo mal, reprendían.
Primero estaba la Preparación del Pino. Debían trabajarse los pinos que tuvieran una sección superior a 30cms. El concejo distribuía los pinos a las familias resineras.
Aunque el pino es aprovechable en todo su contorno, se buscaba la parte más cómoda de la cara y se empezaba a limpiar la corteza o casca, como ellos llaman, desde la base, casi desde el suelo, para ir subiendo en las sucesivas remazas, a medida que se recogiera la resina.
Luego con una herramienta al efecto,"el marcador", se marcaba un espacio como de 15 cms de ancho. Era la zona destinada a "hacer cara", para alisar, con maestría, para que no dañara la entrecara, parte vital del árbol. Se pelaban como 40cms de alto, generalmente desde el pie del árbol. Con otra herramienta, "el tambón" se marcaba y se ponía el tarro que iba a recoger la resina.
Todavía podían verse sobre la cara que nos mostraba, algunos metales y puntas que sostuvieron tarros y nos decía que aún había pinos que habían crecido, mostrando en la altura sus tarros abandonados.
Se trabajaban 30cms de altura cada vez, en cada árbol, durante 5 años. Se iba subiendo para continuar la recogida y se estimulaba el corte con un spray para incrementar el rendimiento.
Recogían una media de 2 o 3 kgs de resina o miera por pino y año. El trabajo se hacía de marzo a septiembre y comprendía 6 o 7 remazas o recogidas. Había entonces, más resineros que pinos. La producción se llevaba a la refinería de Castrocontrigo o a la de Nogarejas, ambas ya desaparecidas.
Era un trabajo duro, cargando todo a mano, herramientas y pesada miera, caminando entre desniveles del terreno enraizado de pinos, pero daba dinero.
Luego los precios dejaron de ser competitivos. Empezó a disminuir el beneficio y a bajar la demanda. Debió de coincidir con la sustitución de productos derivados de la resina, por otros derivados del petróleo.
También hubo en contra, una corriente ecologista, que hoy en día se ha comprobado como equivocada, pues los pinos que se explotaron siguen vivos en el pinar.
Decían que era una crueldad sangrar el pino. Pero haciendo el trabajo con conocimiento y responsabilidad no se daña el pino, pues se abría una cara y se dejaban 5 o más cms de ancho entre la siguiente, de manera que siempre había una entrecara de corteza, que con el tiempo crece y el pino llega a cerrar las caras abiertas, como ahora se ha visto.
Estos antiguos y resistentes pinos viven en comunidad con otros seres vivos, creando un ecosistema. Entre estos seres vivos también está el hombre, que aunque sangre la resina, limpia el monte y lo vitaliza. Todos los seres vivos ganamos cuando compartimos nuestras necesidades y riquezas, todos somos útiles.
La despoblación tampoco es buena para la naturaleza, hagamos por la vida del hombre y del pinar.
2 comentarios:
Estupendas fotos
Gracias, lo verdaderamente estupendo es vuestro pinar.
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