Dicen que esta isla fue un enclave fundamental para los vikingos en la edad media. Allí tenían una cárcel para sus esclavos, y también vemos los restos de una iglesia donde habitó santa Begnet, patrona del lugar.
Las bellezas del entorno me recordaban mucho a la isla de Menorca con su puerto y sus barcos, pero sobre todo con sus aristocráticas mansiones. Les gustan mucho a importantes inquilinos, que aquí veranean como Bono de U2 Enya o the Edge.
Por las ganas hubiéramos cogido un barquito para rodear la isla, pero como el barco no salía de aquí sino de Colemore, nosotros más prosaicos, hicimos la visita por tierra al poblado próximo, donde se celebraba la fiesta del bogavante.
Había mucha gente. Los restaurantes estaban adornados y en la calle había numerosos puestos de comida. En todos ellos se pretendía servir mayoritariamente la langosta, reina de la fiesta.
Nosotros recorrimos las calles y nos paramos en la iglesia, el museo, los castillos... La iglesia es del Siglo VII aunque los arqueólogos han encontrado otra más antigua de madera del VI. Y junto a ella un cementerio del XIII.
Anduvimos fotografiando los castillos, pues en realidad había siete y los jardines.
Las calles estaban amenizadas por los grupos locales, con actores y juegos: piratas sirenas, soldados...
Luego buscamos donde comer el exquisito plato de la celebración.
Estaba muy rico, pero lo importante fue comer con amigos y disfrutar del ambiente que proporcionaba la fiesta y la multitud.
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