De nuevo en la finca con Tino y Leo, disfrutando de lo limpia y despejada que la tienen, después de la poda.
Aprovechamos el día, a pesar de las malas previsiones meteorológicas, bueno, que no fallaron, porque hubo un momento de llovizna, luego un relámpago, un trueno, granizó, lluvia con ventisca... pero también tuvimos sol y hermosas nubes para fotografiar.
Paseamos la huerta, disfrutando al contemplar los frutos de la tierra, las hemosas lombardas, las valientes florecillas de los crisantemos, que sobrevivían a la helada.
Tino preparó fuego en la barbacoa y allí asaron chorizos y patatas. Además nos agrupamos en torno a las llamas y luego a las brasas, para calentarnos, mientras comíamos y charlábamos, bebíamos y brindábamos, recuperando y compartiendo recuerdos.
Comimos también un caldo gallego, que había hecho Rafa con la berza gallega, que hay en la huerta de Celia.
Lo que no fuimos capaces de acabar, fue la hermosa hogaza de pan que trajeron, ¡más grande que mi pandereta!
Aunque teníamos un postre exquisito, me reservaron varios sabrosos trozos de leche frita, que le sale genial a Leo, para que pudiera alargar la fiesta en casa, durante algunos días.
Aprovechamos hasta que empezó a oscurecer. ¡Incluso cantamos al son de pandereta y castañuelas!
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