Mi amigo Luis y yo hemos pensado que la abundancia de lluvias acompañada de un tiempo caluroso para la temporada en la que nos encontramos, facilitaría la proliferación de hongos en nuestros campos, así que provistos de la correspondiente cestita, como Caperucita, nos dispusimos a pasar una estupenda mañana micológica.
Aún a sabiendas de los peligros que nos acechaban,
perdón, me he confundido de foto...
Esta seta como todos sabéis, es alucinógena y nos hace ver babosas fumando en pipa, conejos con prisa y … ¿mantis gigantescas?.
En esta ocasión al igual que el año anterior:
Nos hemos dirigido a los pinares cercanos a Vegas del Condado, el pueblo de adopción de mi amigo Luis.
Debo decir que no nos defraudó la jornada: el día fue bueno, a lo lejos se divisaban las montañas del puerto de San Isidro con las primeras nieves y poco a poco fuimos llenando nuestras cestas con el preciado manjar.
Volvimos a casa contentos, a sabiendas de que nos esperaba la tarea más difícil, limpiarlas, para acto seguido cocinarlas.
En esta ocasión voy a rendir homenaje a mi hijo Rafa, que se encuentra lejos de casa y además de cocinar una buena olla de níscalos con patatas, me dispuse a preparar una sabrosa crema de níscalos, que tanto te gustan, Rafa.
Para ello el que quiera prepararlo al estilo francés calentaremos en una cazuela un poco de mantequilla. A la española, pondríamos aceite, en ambos casos con cebollita bien picada. Cuando esté bien caliente añadiremos medio Kilo de níscalos troceados y los dejaremos a rehogar durante cinco minutos, para añadir medio litro de leche y un cuarto de agua. Ahora los dejaremos a hervir durante media hora.
Trituramos luego con la batidora hasta formar un puré. Lo regresamos todo al fuego hasta que hierva de nuevo, pero hemos añadido mientras tanto queso rallado y un poco de pimienta negra al gusto.
A la hora de servir, es imprescindible hacerlo acompañado de unos torreznos de pan frito en la sartén, al estilo de como nos lo hacían nuestra abuelas y… ¡bon apetit!
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