15 noviembre 2007

El Monasterio de Carracedo, León

En estos días pasados hicimos una excursión al Bierzo, con motivo de la Exposición de las Edades del Hombre, en Ponferrada.
Nos habían organizado la comida en un restaurante, próximo a Carracedo, para visitarlo por la tarde.
El restaurante recordaba el esplendor de esta región aurífera en tiempos pasados. Su nombre: El Oro de Roma. Tras pasar por un arco de triunfo, los edificios y jardines nos transportaron al lujo de aquellos tiempos. La escuela de Alta cocina, que allí se ubica, fue la que realizó el caprichoso menú y la presentación con rasgos de salsas, de sabores afrutados. ¡Pensamos en los manjares que probaría el centurión Carisio, que habitó en el Bierzo!

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Después de la sobremesa pasamos al monasterio de Carracedo, que es visita obligada para los que deseen evocar la historia y el arte del entorno.

Nos informa Sampiro, que el monasterio fue fundado en el año 990, aunque Augusto Quintana lo pospone al 992. Fue construido en unos terrenos cedidos por el Rey Bermudo II y, aunque ya no queda nada del primitivo monasterio de San Salvador de Carracedo, el edificio que medio-conservamos, se le considera por los historiadores, como una joya del arte mozárabe.

En 1138 la infanta Dª Sancha, gobernadora o "reina berciana" como se la llamó cariñosamente, pide a su hermano Alfonso VII las aportaciones oportunas para reconstruir el antiguo monasterio.

El nuevo monasterio es erigido en honor de Santa María y sometido a la reforma de San Bernardo. A esta construcción corresponde, parte de lo que fue pórtico principal, en la fachada norte del templo actual. De esta época antigua podemos contemplar las esculturas de Alfonso VII y de San Florencio, primer abad del reconstruido monasterio. También de esta época podemos admirar la sala capitular y el panteón del monasterio.

Alfonso IX es quien más relieve histórico dará al monasterio, ordenando que dentro del recinto se erigiera un bellísimo palacio real. Se cree que, para servir de residencia a su primera esposa Teresa de Portugal, cuando se produjo la anulación papal de su primer matrimonio. Se especula también, que este palacio sería testigo de las negociaciones entre las hijas de Teresa, Sancha y Dulce con Fernando III, su hermanastro, rey de Castilla e hijo del segundo matrimonio de Alfonso IX, para unificar definitivamente los dos reinos.

Dice Augusto Quintana que "Es el único palacio de los reyes leoneses que nos es dado conocer, sólo por esto merecería la pena llegar aquí" Es un palacio gótico del siglo XIII y merece especial atención "la cocina de la reina", en realidad el salón del trono o cámara de Dª Sancha, es la sala más bella del conjunto monacal, sin olvidar el tímpano de la entrada y el mirador de la reina.

En 1505 Carracedo pasa a depender de la congregación de Castilla y se construye el claustro regular, el refectorio, la sacristía, las salas abaciales y casi todas las dependencias que rodean el claustro.

La construcción en 1796 de la actual iglesia neoclásica sobre la anterior, encontró repulsas por parte de José Mª Cuadrado y de Gil y Carrasco.
El resto de la historia es parecida a la sufrida por otros muchos monasterios españoles. Incendios y saqueos durante la guerra de la independencia hacen desaparecer buena parte de sus archivos y riquezas y finalmente el decreto de Desamortización de Mendizabal dejó a santa María de Carracedo en el más absoluto abandono que sólo serviría para inspirar a los escritores románticos como el ya citado Gil y Carrasco o Acacio Caceres Prat que en su "Vierzo, descripción e historia" de 1883 dice: " La tétrica abadía era, en medio de tanta ruina, un panteón inmenso, alcázar solemne de la muerte".

Los intentos de hacer en este lugar una fábrica de hilados y papel, resultaron fallidos y también se utilizó como secadero de tabaco durante unos años.

Afortunadamente para nosotros, los restos que se han podido salvar, han sido restaurados por la Diputación de León, que ha hecho un gran esfuerzo presupuestario, para que lo podamos contemplar tal y como hoy se nos presenta ( Sin entrar a discutir si ha sido o no afortunada parte de su restauración).

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