El Suzuki Vitara acompañó a mis hijos en sus primeros años de conducción. Entonces, cuando teníamos tanto miedo de que se echaran a correr por la carretera, de que se sintieran envalentonados con sus amigos, que se les ocurrieran salidas nocturnas por las fiestas fuera de la ciudad...Esos temores, a veces infundados de los padres, cuando ven convertirse a sus hijos en adolescentes.
Hubo suerte, les entusiasmamos con un coche de montaña. Y se encariñaron con un suzuki, bien pertrechado, con defensa delantera de hierro, plancha de hierro en los bajos y otros aditamentos que le hacían fuerte, alto, resistente en posibles envestidas.
Ahora lleva tiempo en el garaje. Los hijos llevan años fuera de León y apenas se mueve, esperando alguna excursión esporádica, pues nosotros, nos hemos aficionado a ir con la Asociación bien sentaditos en el autobús, hasta el momento de iniciar las etapas.
Así lo pusimos a la venta, pues es una pena, que tenga que pasar el tiempo sin salir a los bosques a desarrollar su brío, que se les niegue a otros la oportunidad de disfrutar de su potencia y resistencia.
Ahora ha encontrado un dueño, que lo quiere y ojalá lo disfrute, como lo hemos hecho nosotros.
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