18 abril 2013

¡Hasta siempre, Laudelino!


Geras, Laudelino

La historia que os cuento hoy, podría en principio pareceros triste, pues se nos iba Laudelino. Pero hablando con los asistentes al sepelio les comenté que incluso antes de conocerlo personalmente (él residía por aquella época en Argentina) yo recordaba las cartas tan llenas de ánimo y cariño que escribía a la madre de mi mujer, “la tía Sofía”.

A su regreso a España, lo traté en un par de ocasiones, el trabajo, la vida atareada y las ocupaciones, que a veces nos creamos artificialmente, no nos dejan tiempo para disfrutar de lo que en realidad importa…

Sin embargo, él sí me conocía y cuando ya muy enfermo le habló a Rosi de este humilde prejubilado, me ensalzó de tal modo que me creí el director general de mi empresa. Y es que Landelino fue así hasta la muerte: conversador, amable, amigo de todos…

Geras, Laudelino

Le despedimos en la ermita del Cristo de Geras de Gordón, su pueblo. Estábamos presentes los familiares, algunos viejos amigos y un compañero de él, que cuando siendo jovencitos trabajaron en la mina. Entonces se obró de nuevo el milagro, aquí estábamos todos charlando, sabiendo unos de otros, relacionándonos: Es como a él le hubiese gustado vernos.

Geras, Laudelino

Caminamos por el pueblo desgranando los recuerdos. Todos teníamos los nuestros de los días o años vividos aquí. Nuestras entradas al blog dan cuenta de jornadas de sol  y nieve,  de montaña y bosques. Visitamos la vieja casa familiar, enraizada en la tierra y en el pueblo, ya abandonada, con sus dependencias, corrales y la era para recoger el trigo.

Geras, Laudelino

El río luce en el pueblo como el gran protagonista. Dice el poeta que “nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar” y junto a la casa discurre el agua cristalina, con esa luz especial que tienen los ríos y la montaña de León.

Geras, Laudelino

¡Que hasta las plumas de los gallos brillan de tal forma que consiguen seducir a las incautas truchas que pueblan el río Casares, debajo del puente de Geras!

Geras, Laudelino

Como somos un grupo numeroso, turbamos el silencio y la monotonía de la tarde del pueblo y mientras pasamos el perro nos observa curioso, desde su puesto de vigilancia.

Geras, Laudelino

Y de nuevo el río, que nos va a llevar por la vida, a otros lugares y a otras ocupaciones.

Geras, Laudelino

Como tú sabes Landelino, Geras es también una catedral de la gastronomía, embutidos, escalibada, caldereta... todo está sabroso aquí. Por eso cuando ya nos íbamos, nos hicimos una foto ante uno de sus restaurantes, para llevarnos buenos recuerdos y volver de nuevo.

Geras, Laudelino

Hemos reforzado los lazos familiares, hablado de tíos y primos, los que pudieron venir y los que no, de sus esposas e hijos. Hemos visto sus fotos y nos prometimos seguir sus vidas, como hacía Laudelino y estar en contacto a través de las nuevas tecnologías y siempre que sea posible de manera física y presencial, para seguir su ejemplo.

¡Hasta pronto a todos! ¡Hasta siempre, Laudelino!

Texto y fotos de Rafael Cid

No hay comentarios: