30 septiembre 2013

Valdepiélago a S. Feliz de Villalfeide, Viejo Camino de Santiago

Continuamos nuestra andadura peregrina por el Viejo Camino de Santiago o Camino Olvidado de la montaña, después de reponer fuerzas en Valdepiélago.

Lo hacemos a sabiendas de que en esta ocasión se trata de un tramo muy duro, pues aunque en el siglo X toda esta montaña era el centro devocional de S. Froilán, que convocaba a multitudes y representaba el poder de los reyes cristianos frente al Islam, hoy en día se encuentra despoblado, las calzadas romanas y sus puentes y fuentes se van perdiendo poco a poco. Sólo nuestro afán peregrino y de aventura nos empuja a ponerlo de nuevo en valor y soportar las dificultades con entereza.

Personalmente, ya había hecho esta ruta en otras ocasiones. En una de ellas, la marcha se llamaba “El collado de los maquis”.

Grupo en Peña Morquera al fondo Peña Valdorria

En la otra ocasión la nombraron "El castro prerromano de Peña Morquera". Ambas acepciones se adecuaban a la realidad, sólo que dependiendo de las modas intelectuales y la época de la visita.

Pero nunca se me ocurrió hacer un recorrido tan largo como la etapa que han programado mis compañeros para esta ocasión, pues de Boñar a S. Feliz de Villalfeide, se acumula tanta historia, con sus importantes hitos geográficos, castros, picos, valles, despoblados y poblaciones, que ineludiblemente se pasarán de largo y la dura caminata podría impedirnos disfrutar plenamente de las bellezas del paisaje, lo cual es una pena, pues es realmente hermoso.

Viejo Camino de Santiago

A un kilómetro escaso de Valdepiélago nos encontramos con la Mata de la Bérbula. Yo tomé la dirección de la plaza del pueblo. Quería visitar de nuevo esta aldea que se conoce coloquialmente como “la Matica”. Después de pasar junto a su Iglesia dedicada a San Bartolomé, nos topamos con una casa que luce un escudo. Las guías al uso nos dicen que perteneció a Joan González Canseco, escribano de este lugar en 1591 y juez de la Encartación del Curueño en 1598, casado con María Robles.

Viejo Camino de Santiago

Detrás de las escuelas comienza el camino que lleva a la boca de una mina, que no se explota en la actualidad. Al no haber minería ni agricultura, han disminuido mucho los habitantes del pueblo. Sin embargo, el visitante ocasional puede quedar sorprendido al encontrarse frente a frente con Julio Llamazares, que se inspiró en este pueblo y en los otros de la Encartación del Curueño, para escribir su libro “El río del Olvido”. No es extraño, ya que Julio vivió aquí en compañía de sus padres y aún conserva su casa familiar a la que acude a menudo con sus amigos, para darse un baño de inspiración literaria.

Me cruzo luego con unos montañeros que vienen en dirección contraria a la que vamos a tomar nosotros, nos saludamos y me piden que devuelva un gran mastín que les ha acompañado desde Correcillas.

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Yo lo acaricio y le digo por señas que haga el favor de seguirme, pero dudo que el perro esté por la labor, dado lo avanzado de la hora y el calor que empieza a apretar.

Fijo mi atención en un papel gris, que tiene el perro bajo su “pataza”. Una extraña curiosidad hace que lo recoja y comience a leer.

Quedé muy sorprendido pues comienza así:
Karta desde el cielo, del abad Gundisalvo, discípulo de Pai Frolanus, a los peregrinos del Vexu Kamin.

Queridos hijos en Cristo que estáis recorriendo el Viejo Camino Olvidado: Hasta el cielo ha llegado el eco de vuestros lamentos: Que si es un camino muy largo, que se ha programado una ruta muy dura, que si la comitiva no pudo pasar por este sitio tan difícil y abandonado de la mano de Dios…
Pues sí, yo mismo escribí en latín el siguiente texto:
“Por la Berbula y Morquera fueron a vuestro Valdecesar y me dijeron haber visitado la ermita que vos hizo y fueron con ellos hasta Dotes junto a la Peña Galicia donde estaban los de Covatuerta con sus pendones y allí les regalaron quesos que ellos hacen los rabadanes y pastores que por allí tienen sus majadas."
¡Ay! hijos míos, deberíais pensar en que cuando con Doña Leodegundia y su séquito peregrinamos a Santiago, estas tierras estaban más pobladas que la calle ¿…? dice el monje Valero, mi copista, que Ordoño II. ¡El sabrá por qué!
Lo cierto es que está probada la existencia de castros, desde época muy antigua. Desde ahí arriba, controlaban los dos valles desde la Peña Morquera y los romanos trazaron una vía transversal para comunicar las que iban paralelas al Curueño y al Torío. Tampoco es casualidad que uno de los valles por los que transitaréis se llamó de Valdecésar ¿César, por que creéis que se llamaría así? Me cuentan que incluso se construyó un castillo en la falda de la peña.

En este lugar tan querido por pai Frolanus quedó constancia de hasta tres monasterios, para atender la vida espiritual de sus muchos moradores. El de Veseo, que quiere decir lugar umbrío, El de San Juan Bautista en el año 916, al frente del cual sabemos que estuvo el abad Servando. El Obispo Froilán abandonó el mundo en el año 905 y al poco tiempo de su muerte, se levantaron por estos valles otros dos monasterios, el de Santo Tomás y el de Santiago, al intensificarse la devoción al Apóstol, dieron su nombre a valles, fuentes o piedras, que identifican la pisada de su caballo.

Ay peregrinos: Sólo tenéis que caminar despacio y descansar a distancias más cortas ¿o queréis sufrir para expiar vuestros muchos pecados? Porque si así fuere “ego os absolvo a pecatis vestris…” Yo sé que en el fondo sois buenos chicos, por lo que sólo os impondré en penitencia que volváis a estos parajes a menudo. (En vuestra época algunos los denominan “la ruta de las hadas” debido a su extraordinaria belleza). Que subáis los 174 escalones que conducen a la ermita de Valdorria, donde los restos de san Froilán reposaron desde finales del siglo X y todo el XI, hasta que fueron robados por sus queridos monjes del monasterio de Moreruela.

Bajad después hasta el pueblo, al final encontraréis un camino, que si lo seguís os conducirá hasta Correcillas, podréis caminar por algunos tramos de la antigua calzada romana, pero recordad; nosotros hicimos el camino a caballo, vosotros no seáis burritos ¡caminad despacio!
Vuestro en Cristo
Gundisalvo.

Valdorria

Yo no sabia qué pensar ante tal hallazgo. El calor del mediodía arreciaba. El mastín me miraba indolente, con la impasibilidad que miran estos cánidos. Un pensamiento me asaltó de repente ¿sería el lobo, que el santo transformó en perro, para colgarle las alforjas, ahora mutado en mastín leonés?

Dirigí mis pasos en busca de mis compañeros, que, al verme, me preguntaron por el título de la monografía de D José Manuel González y D. ª Julia Miranda en la que se nos informa sobre los asentamientos existentes en al Peña Morquera (Aquí la tenéis, viene con la del cercano castillo de Mesmino de propina) que incluye mapas, poblamientos y despoblados. Es muy interesante. http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/103/2mesmino.pdf

En la monografía nos informan sus autores que el nombre de Morquera, es un topónimo. Alude a esos montones de piedras ACERVUS MERCURII, formados en honor del dios romano Mercurio, monumento pagano, enclavado en importantes cruces de caminos junto a antiguos hábitats castreños.

Salí de la Matica pasando por lo que me parecieron las ruinas de una vieja ermita, mis compañeros peregrinos lo hicieron desde un camino que sale junto al cementerio, al final es lo mismo y los dos nos conducirán a la collada, donde podremos disfrutar de unas vistas magníficas del Valle Valdecésar, aunque ahora lo llaman Valcesal, La Peña Galicia, casi a nuestro lado la peña Morquera y hasta si forzamos un poco la vista, la ermita de San Froilán en lo alto de Valdorria.

Ermita de S. Froilán detrás de Rosi

Junto a la cueva en la roca podemos imaginar al Santo patrón, junto a Atilano y un gran perro negro, montando guardia.

Ved aquí nuestro antiguo reportaje fotográfico de la cueva de S. Froilán en Peña Valdorria http://www.flickr.com/photos/rsas0010/sets/72157625033427614/

Pero no nos extenderemos más en esta ocasión hablando de nuestro Santo Patrón, pues tenemos que seguir camino a Correcillas.

Evitaremos en esta ocasión hablar de topónimos, castros etc. que hay aquí en abundancia y remitimos al lector a otra interesante monografía, que sobre la historia de los valles de Correcillas y Villalfeide, escribieron los autores citados anteriormente. http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/85-86/5valle.pdf

Correcillas

En esta foto, junto a la espadaña de la Iglesia de Correcillas podemos observar al fondo dos picos. El más alto, el Castillo y en su falda mirando a poniente, un desnivel, que se denomina el Castro. Dicen los autores de la monografía, que los restos arqueológicos encontrados en sus alrededores, nos dan cuenta de que se trata de un lugar muy antiguo en la parte final de un espigón calizo, en la confluencia de dos pequeños y hundidos arroyos. También nos quedan leyendas de moros, que dicen que los habitaron (no se trata de los musulmanes, sino gente muy antigua y arraigada en el inconsciente colectivo).

Correcillas

El topónimo Correcillas viene de corro o corral y nos da una idea de espacio cercado de forma circular o sea un castro prerromano convertido después en fortaleza.

La iglesia de Correcillas aunque es relativamente reciente, está bajo la advocación de San Julián, santo de devoción muy antigua. Se construyó en 1950 reutilizando el material de otra que estaba a 50 metros más arriba y es de difícil acceso. En el pequeño atrio de la nueva, dos señoras estaban jugando a la baraja protegidas del sol, en el momento que yo la visité.

El siguiente pueblo al que llegamos es Villalfeide.

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Villalfeide recibe su nombre de villa y Alfait=lugar abundante en agua ¿recordáis con qué placer descansasteis junto a la fuente pública, en el cruce de carreteras junto a su iglesia, mirando el corredor de una casa profusamente adornado con bonitas flores?

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El templo está bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, estaba cerrado y sólo pude hacerle una foto a Luis en el atrio levantado sobre columnas de Madera.

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Después de dejar Villalfeide llegamos a una joyita junto al puente del río Torío. Es la ermita de San Feliz que D. Matías Díez identifica con el Monasterio femenino de Mataplana.

Villalfeide


La cita más antigua que tenemos de esta iglesia es del Siglo XII aunque existe una falsificación textual del año 906.

En la actualidad aún conserva muchos elementos de época medieval aunque a lo largo de su dilatada historia ha sufrido muchas modificaciones. Me sorprendió sobre todo la gran cantidad de marcas de canteros y las misteriosas calaveras empotradas en el interior, en el muro lateral este.

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Tiene una inscripción conmemorativa de la restauración de la iglesia, sobre una piedra, es del año 1216. También son muy interesantes las cabezas humanas que se pueden ver en los capiteles.



En los alrededores de esta iglesia, González Flórez en su libro “La Ribera del Torío” sitúa el Monasterio de Mataplana y D. Matías Diez en su obra “Las Tierras del Torío” apunta la posibilidad de que fuera este monasterio de monjas bernardas. Así coincidiría con nuestro Vexu Kamin cuando Gundisalvo dice:
 “Caminamos más y junto al puente de San Feliz visitamos el monacato de Mataplana y después saludamos a las gentes de Vegacervera”
Aquí al lado está el conocido como puente viejo o puente romano.

Villalfeide

En los documentos antiguos aparece como puente de San Feliz. Tiene tres bóvedas de cañón y pilas con tajamares semiderruidas, la referencia documental más importante es del siglo XIV en el “Libro de la Montería” de Alfonso XI, citado como el puente de Sanct Heltz

Después de cruzarlo y lamentar el estado de abando en que se encuentra, nosotros aprovechamos para refrescar nuestros acalorados pies en el río y ver saltar a las juguetonas truchas ¡Que delicia!

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Ved aquí nuestro reportaje fotográfico de Boñar a Valdepiélago.

Aquí tenéis fotos de Correcillas

y aquí de Villalfeide.

Texto y fotos de Rafael Cid y Rosa Fadón



2 comentarios:

La Losilla y San Adrián dijo...

Hola amigos,

Los vecinos de estos pueblos del viejo camino nunca os podremos agradecer bastante la labor que estais haciendo, sacar de la oscuridad y del olvido tanta historia y tantos paisajes. A ver si entre todos conseguimos que la montaña leonesa vuelva a su antiguo explendor.

Gracias

Rosa Fadón dijo...

Es una labor muy gratificante rebuscar en libros y monografías, la aclaración de tantos misterios que nos hacen señas, cuando caminamos por nuestros hermosos pueblos semiabandonados. Su riqueza y esplendor nos desborda, somos insignificantes ante todo lo que ellos han sido, pero se disfruta compartiendo estas antiguas vivencias. Esperamos que también vosotros las disfrutéis.