Hemos hecho hoy una visita a Vivero de Omaña. Cuando yo daba clase en Valseco, recibí la visita del inspector de Educación. Él había cogido la carretera antigua, que desde Vivero, entraba en valles profundos, entre altas montañas, llegaba a Salientes y luego a Valseco. El pobre hombre venía descompuesto, porque desconocía el abandono que sufría esta pista y había tenido problemas con el coche. Le acogimos en la casa de mi patrona, en aquellas horas del atardecer, le dimos de comer. Lamentamos seriamente que la pista a Vivero se perdiera, porque los de la central lechera habían intentado consolidarla y parece ser que los del tendido eléctrico habían desistido de arriesgarse en ese intento.
Este abandono de las vías de comunicación, ha sido una constante en nuestro territorio y no sólo en el nuestro y desde hace no cientos de años, sino mucho más. Es una de las argucias con las que los poderes supranacionales se han encargado de eliminar población, creo que ahora lo vamos comprendiendo.
La cosa es que siempre quise conocer Vivero y visitar también, todos los bonitos pueblos por los que pasaba en nuestro viaje hacia el trabajo cada viernes y cada lunes.
En esta mañana, el pueblo de Vivero,desde lo alto de la carretera del Puerto de la Magdalena, se veía precioso, en el fondo del valle.
Allí Eliseo nos contó que el pueblo ¡había salido en la tele
el día anterior!.
Conociendo la pureza de sus aguas, íbamos a llenar una botella en la fuente del
pueblo, nos indicó donde estaba el manantial con el agua más pura. Ya empezaba a
hacer calor y bebimos como si se tratara
de la “fuente de la eterna juventud”.
Le preguntamos que cuántos habitantes quedaban en el pueblo en invierno y nos dijo que cuatro o cinco, ya casi los conocíamos a todos a través de vídeos que habíamos buscado en Youtube y son personas entrañables. Aprovechamos para que nos hiciera una foto a los dos juntos y nos despedimos de él.
Fotografiamos la fuente, cuyo chorro de agua sale de la boca de un mastín leonés. Es relativamente nueva, nos dijeron que la vieja se la llevó una riada en 2006. Cuando llovió lo que no estaba en los escritos y combinado con el fuerte viento y los árboles arrancados, desapareció la fuente y con la fuente se llevó también el puente y el agua cubrió los tejados de las cuadras próximas al río. Gracias al cielo hoy, que hemos llegado a este hermoso pueblo, la climatología es muy agradable.
Este sendero a la orilla del río, que lleva a la
garganta de la “Ollina” se me antoja un sendero romano, precioso alfombrado de musgo.
Pasamos luego junto a dos edificios ya derrumbados. Uno de ellos recibía el agua desde un canal superior lo que nos recordaba el estilo de la Fragua de Compludo. El otro aún conserva una hermosa cúpula para albergar la rueda de moler.
¡Qué belleza contemplar el agua saltarina en los distintos tramos y observar hipnotizados los colores de las rocas que brillan humedecidas por las salpicaduras y vapores del agua!
Dicen que en Vivero se reunieron los antiguos pastores para vivir juntos, muy buena iniciativa, porque el pueblo protegido por las montañas circundantes es precioso y tiene un montón de buenas casas.
La iglesia parroquial conserva imágenes de mucho interés. En el retablo mayor se encuentra San Blas y San Lorenzo. En otro hay una talla de la Virgen de la Cuesta. No pudimos verlos... Sería bueno volver en otra ocasión, siempre nos queda abierta la ilusión del regreso.
Saliendo del pueblo, subiendo hacia la carretera general, pasamos junto a uno de esos puentes que se nos antojan olvidados en el tiempo.
Puente que precisamente el panadero de Murias tenía que cruzar, jugándose la vida para abastecer a Vivero. Los tiempos han cambiado para mejor y desde la solidez de la calzada bien asfaltada lo contemplamos como digno de ser inmortalizado por nuestro flash.
Ved aquí nuestros álbunes de fotos de ese día:
Texto y fotos de Rosa Fadón y Rafael Cid
1 comentario:
Hemos publicado este artículo en el grupo de Facebook, "Divulgando Omaña" y AGRADECEMOS estos comentarios:
A Armando Suárez García:
Recuérdamelo el día que nos veamos. Te contaré historias sobre Vivero, que no están escritas.
Armando, Esperamos esas historias para ampliar la información.
A Suárez Urbina Manel, desde Zaragoza:
Aqui nació en 1950 mi sobrino, Santos hijo de Lina.
A Azucena Mata López:
Yo he vivido en él y está la casa de mis abuelos.
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