Llegamos a este bonito pueblo a la hora de la siesta, así que no había un alma por la calle ¡bueno, si! Dos simpáticos viejecitos nos contemplaban encaramados en una pared.
así que decidimos entablar una animada conversación con ellos:
–¿Se fijaron en el pilón que hay delante de las escuelas, y en la placa que hay encima?
-- Síii Habíamos visto la placa que estaba dedicada a D. Generoso González, un mecenas que trajo la escuela y el agua corriente al pueblo.
Dicen que Don Generoso había llegado pobre al pueblo. Luego se marchó para Madrid y allí hizo una gran fortuna, pero nunca olvido a sus vecinos y siempre se portó con ellos como su nombre indica.
Como había documentado por el Valle Chico varios escudos heráldicos, situados en las fachadas de las casonas nobiliarias antiguas, no me pasó desapercibido que también había uno en esta
localidad.
Parece ser que esta labra es del Siglo XVII. Gaviria cree que originalmente perteneció a José González del Puerto, que era presbítero. Y en el Catastro de Ensenada solo había en esas fechas dos notables, aunque yo pienso que en Siglo XX lo compró D. Generoso que también se apellidaba González.
Pasamos junto a una ermita que está ruinosa, porque utilizan otra restaurada que tiene delante de ella un pilo circular, como el que hay frente a la escuela. ¡Que por fuentes que no quede! todavía nos queda otra por visitar. Está junto a un molino de cereal que hay en el río.
Se trata de “la fuente del pueblo” que como siempre nos provee de la mejor agua de la comarca. Esta no es tipo pilo. La cubre una construcción de caseta, rematada con un frontón neoclásico.
El entorno es paradisíaco, proyecta una extraordinaria sensación de paz. Nos sentamos sobre un tronco caído y añoramos no haber traído un bocadillo, para comerlo al pie del agua.
Es este un pueblo culto, que tuvo cátedra de latín. De aquí es oriundo Don Cancio Erasmo Gutiérrez Mallo, que ejerció la docencia en la Preceptoría de Vegarienza. Ya comentamos en este blog, a nuestro paso por Vegarienza que fue el más famoso de todos los dómines omañeses ¡y hubo muchos¡ Hizo una gramática latina que se utilizó nada menos que en la Sorbona de Paris.
Un alumno suyo, David Rubio de la Calzada escribió “Peralvillo de Omaña” y dicen que se inspiró en D. Cancio, para crear el personaje de D. Panfilo, “el Nerón de los dómines”, el profesor más bárbaro de la provincia.
Bueno, bueno ¡ya será menos, creo yo!
Nos íbamos ya, teníamos el coche aparcado enfrente de la que fue casa de Generoso.
Cuando murió sus hijas vendieron la herencia y vinieron anticuarios reputados a adquirir los muebles, los mármoles que cubrían las chimeneas y todos los objetos de valor. Ahora la casa pertenece a una pareja, que la ha restaurado y tras la verja con su jardín, se la ve imponente, como debió estar en sus buenos momentos.
Ved más fotos que hicimos en
Texto y fotos de Rosa Fadón y Rafael Cid
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